Va de rifles

Resulta sorprendente, a veces, lo poco que sabemos de nuestro rifle y de su precisión. Me resulta sorprendente lo poco que sabía yo, y lo que he empezado a aprender después de veinte años de afición, cometiendo errores de bulto «y tan feliz».


Por eso, sin hacer un gran desgaste en prosa por mi parte, os paso a comentar una serie de consejos para conocer mejor nuestro rifle en cuanto a su precisión y puesta a tiro.
  • El rifle tiene que estar limpio y engrasado. Ojo que engrasado no es bañado en aceite, ni mucho menos en grasa consistente. Recoge mucha más porquería que pasará a convertirse en un ‘cemento’ que podría impedir su funcionamiento o incluso averiarlo, en vez de simplemente protegerlo de la corrosión y lubricarlo que es su único objetivo.
  • El cañón no se toca. Cuando disparamos, el cañón debe ser como un mimbre que cimbrea libremente. Así mandara todas las balas al mismo sitio. Es decir, que cuando vayamos a disparar, tanto al blanco como en acción de caza, ni se agarra el cañón, ni se apoya en la horquilla, trípode o cualquier otro apoyo. Se agarra y se apoya el guardamanos. Tampoco se le instalan apliques para linternas o focos.
  • Cuando lo ponemos a tiro, debemos comprobar que todos los tornillos están apretados. Cuidado con las monturas de aluminio, que se pueden pasar de rosca los tornillos y con las monturas complicadas. A la mínima duda o desajuste, al armero.
  • En las puestas a tiro tenemos que esperar a que se enfríe el cañón. Series de tiros muy seguidas harán que el rifle tire como una regadera y nos volveremos locos gastando balas.
  • Los mecanismos de corrección de las miras telescópicas se encallan y tanto en los de marca como en los baratillos, cada vez que hagamos una corrección y le demos unos clicks, ya sea en altura o en deriva, le tendremos que dar unos golpes secos al tubo del visor para que, efectivamente, vayan a su sitio y corrijan como les hemos pedido.
  • Para mejorar las agrupaciones podemos probar varias clases y marcas de balas. Podemos encontrar sorprendentes diferencias entre unas u otras.
  • Otro consejo es el de desemplomar el cañón. Se venden unas espumas y algunos líquidos que diluyen la mugre y restos de pólvora, cobre y plomo. Una vez cada ocho o diez cajas de munición es necesario hacerlo. Hay que recordar que después del desemplome los dos primeros tiros no se deben tener en cuenta, parece como si el cañón necesitara de esa mugrecilla para volver a agrupar.
  • Algunas veces, sobre todo en rifles un poco antiguos, el cañón toca con la madera del guardamanos. Eso lo podemos comprobar tratando de pasar entre ambos un papel. Si se atasca y tira mal, podemos mejorar la precisión del rifle ‘flotando’ el cañón.
  • Si queremos aún más precisión, hay otra intervención que consiste en mejorar el encame del cañón respecto de la culata. Se suele hacer, últimamente, con epoxi. Por descontado que estas dos últimas mejoras las tiene que hacer un buen armero. El mío se llama Juan Conde y es un figura.
  • Por último, tener un gatillo con poco o nada de recorrido y que no esté duro ayuda bastante. Esto en algunos rifles es regulable, pero en la mayoría de los casos también nos lo tendrá que hacer Juan… digo, un buen armero.
Todos estos consejos están muy bien, pero no hay que olvidar que lo que más efectivos nos hará, como tiradores, es el entrenamiento en el campo de tiro. ¿Acaso creéis que Yebes o Hunter tiraban con pelo y el cañón flotado?
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