Solo o en compañía de otros

Hace casi 28 años una célebre sentencia judicial cargaba las culpas sobre un acusado de asesinato, aunque durante la vista no quedó claro si éste había actuado solo o había sido ayudado. Lo que quedó para la posteridad fue la sensación de que había sido el cabeza de turco de una trama en la que había más personas implicadas.


En la final del Campeonato de España de Caza Menor con Perro, cuando parecía que todo estaba «atado y bien atado», unas llamadas a la Redacción de La caza y su mundo nos alertan: «Hablad con fulano y mengano. Ellos os podrán contar cosas…». Así lo hicimos y sus palabras las podrán ustedes leer en el número de enero de la revista. A la vista de estas declaraciones nos hacemos un montón de preguntas: si a Colomer y a Sierra les separaban siete u ocho kilómetros, ¿pudo Sierra «plantar» conejos con las patas rotas, y tubos de PVC, en todo el coto? Quien lo hiciera —ya le vale romper las patas a unos pobres animalitos— tuvo que estar bastante tiempo en el coto y seguramente con un vehículo, ¿no fue detectado por la guardería que, según nuestras noticias, estuvo vigilando día y noche el coto las jornadas anteriores al Campeonato?, ¿es que dieron vacaciones a los guardas por algo…? ¿Por qué el Control de la Federación no hizo caso a los requerimientos de Colomer y su juez, y dio por válido uno de los conejos como cogido por el perro?, ¿qué querían tapar…? ¿Habían preparado el Campeonato para que lo ganara Sierra?, ¿lo habían preparado para que no lo hiciera? En las declaraciones de Colomer hay acusaciones durísimas; quizá la más grave es que en el Campeonato del año pasado el participante que ganó tuvo que coger a la perra en brazos para que no le cogiera las perdices, ya que si no puntuaban menos. Según el artículo 13 del Reglamento del Campeonato de España de Caza Menor con Perro: «Los campeonatos se harán sobre especies salvajes. En determinadas circunstancias, podrá reforzarse el campo con especies de granja. Sólo se contabilizarán como puntuables las especies salvajes objeto del campeonato y en su caso, en los sociales, provinciales y autonómicos, las de granja que porten el distintivo numerado que la organización las haya marcado antes de la suelta». Vistos los acontecimientos, este artículo ya no indigna a nadie; simplemente da risa. No parece que quepa duda que los campeonatos de caza menor con perro son un escenario ideal para hacer trampas, lo que les quita toda legitimidad. En el caso que nos ocupa parece que la célebre sentencia vuelve a tener vigor: ¿ha sido Sierra solo el que hizo trampas? ¿Sólo hizo trampas Sierra? El sainete puede continuar; seguramente habrá más participantes, jueces y organizadores que sepan más cosas, y poco a poco irán saliendo a la luz. Pero para nosotros lo más importante es que el escaparate de la caza no puede ser unos campeonatos llenos de trampas y tramposos. Urge suprimirlos. Algunos participantes motu proprio ya lo han hecho.
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