Negligentes psíquicos

Salen a la luz los trapos sucios del mal llamado ‘ecologismo’ bien, muy bien, subvencionado. En el último ‘timo de la estampita’ descubierto por la Unidad Central Operativa Medioambiental del Seprona, en el Centro de Cría en Cautividad del Águila Imperial, de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, han quedado al descubierto unos cuantos de los de la jeta que, con más hocico que un guarro de dieciocho arrobas, han estado desvalijando, ¡durante nueve años!, la naturaleza que con tanta algazara, y demagogia, dicen defender.


Se calcula que han expoliado unos nueve millones de euros, casi ¡mil quinientos millones!, de nuestras olvidadas ‘rubias’, que así se ve y aprecia mejor la magnitud de su ‘hazaña’. Eso sí, si según aquella popular y refranera ‘ley de Mahoma’, tan chorizo-mangante-trincaperas es el que da como el que toma, a los que han estado nueve años ‘sin enterarse’ de que les estaban metiendo el cazo en la faltriquera (nuestra faltriquera, la de nuestros dolorosos impuestos), habría que meterlos en el mismo costal (porque son de la misma harina) y darles, metafóricamente hablando, por supuesto, más palos que a una estera hasta sacarles de las costillas hasta el último centavo y que lo devuelvan a sus legítimos dueños. El día que entren a saco –y no duden de que lo harán porque los tiempos, y los gobiernos, están cambiando– en el santuario por excelencia de estas prácticas, no va a haber chimeneas en el Parque para quemar tantos papeles. Mal asunto, y lo veníamos diciendo, si los que nos, ¿gobiernan o desgobiernan?, no se enteran, ¿o sí?, de a dónde va la ‘pasta’ de nuestros ivas, multas e ierrepeefes, entre muchos otros, que con tanta voracidad se apresuran a incautarnos. Y lo cierto y verdad es que, ¡algunos, ojo!, o son presuntos, siempre, cómplices, o no nos lo explicamos, porque si no, que nos aclaren por qué en otras latitudes, un poquito más al norte, han podido subvencionar a otros, los de Equanimal, o el Frente de Liberación Animal, que, aunque presuntos también, ya están a buen recaudo, en la cárcel, acusados, por un juez —que conste que no hemos sido los cazadores— de ecoterrorismo. Pues eso, que a éstos también les ha llegado el parné de nuestras nóminas. Increíble pero cierto. Lo que cabrea hasta el hartazgo de todo esto, es que toda esta colección de almas de Judas, talibanes defensores de sus únicos y excluyentes principios —que recuerdan a otros tiempos de inquisidoras y flamígeras prácticas— en aras de aumentar sus cuentas corrientes, son los que con más saña se ensañan con esto lo nuestro, la caza. Desde una página web que presume de ‘libre pensamiento’ —¡hay que joderse!— un individuo que, por la citada página en la que escribe, se precia de respetar el libre pensamiento de sus semejantes (o sea sé, los humildes mortales como nosotros) se descuelga con elucubraciones como ésta, defendiendo a ultranza a aquellos que la justicia ya ha enviado a donde deben estar: «Y aquellos que para sí mismos hayan vetado definitivamente el paso a la compasión, la empatía y la generosidad, que al menos no den pábulo a la mentira y a la intoxicación, porque rescatar a cinco gallinas o a dos corderitos del corredor de la muerte y trasladarlos a un santuario, no es un crimen sino un revulsivo y un acto de justicia» (www.ellibrepensador.com). En su último artículo ‘de opinión’, bajo el título Matando jabalíes y enterrando cazadores, viene a decir, más que menos, y ustedes pueden comprobarlo en la citada página, que además de matarifes y provocadores de malformaciones y mutilaciones, y de condenarnos éticamente, nos matamos unos a otros en los accidentes de caza, porque somos negligentes psíquicamente y nos conceden los permisos de armas poco menos que en las tómbolas de la feria. Y, desde su ‘púlpito’, exhorta y critica a la autoridad para que ponga coto a la permisividad «… y de que sean tan laxos los requisitos para poner un rifle en manos de quien lo quiere para matar». Me gustaría saber la opinión de este sujeto sobre el pobre chaval de 18 años que, con un carné de conducir de muy pocos días, circulaba a 220 por una recta y acabó con su vida y la de dos de sus amigos… ¿Eliminaría al resto de conductores de este país? En manos así, de los unos y los otros, quieren que esté la naturaleza. ¡Hay que joderse! Y van dos… Editorial de la revista Caza y Safaris del mes de agosto
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