Ya hemos visto cómo debía ser un cobro en óptimas condiciones y los pasos a seguir para conseguirlo. Pero esto no siempre es así y nos podemos encontrar individuos problemáticos que se niegan a cobrar por las buenas. Con ellos tendremos que actuar con mano dura y utilizar otros métodos que no son nada aconsejables en condiciones normales, pues son traumáticos para el perro, pero, en fin, no nos queda otra solución…
David Rubio Alza | 18/09/2008
Previamente tenemos que tener claro qué significa para cada uno de nosotros el cobro de la pieza abatida. Anteriormente vimos cómo debe ser un cobro bien realizado, sin malabarismos circenses; pero habrá a quien le valga con que el perro traiga la pieza más o menos bien y no la suelte hasta que se la cojamos.
En cualquier caso, cuando aprieta demasiado la pieza y la machaca, nos da vueltas alrededor con ella en la boca, la suelta antes de llegar a nosotros o, simplemente, llega a ella y no la coge, son conductas indeseables que deberemos corregir para erradicarlas o, por lo menos, minimizarlas.
Pero para poder trabajar y corregir estos errores, nuevamente tendremos que tener una buena obediencia básica con nuestro perro y seguir los pasos dados anteriormente.
Boca dura

La boca dura debe corregirse para evitar que al cobro destroce las piezas. © V. Guisande.
Entre las conductas no deseables enumeradas, la primera, la boca dura, destaca en complejidad sobre las otras comentadas, que se resuelven en su mayoría con una correcta consolidación de la llamada. Nos referiremos a aquellos perros que aprietan demasiado la pieza y la deshacen de tanto apretar. Éste es un comportamiento destructivo y egoísta de difícil solución que presentan algunos perros.
Dicho comportamiento en el perro puede venir dado por:
● Un carácter posesivo.
● Nerviosismo y ansiedad durante la acción del cobro.
● Rivalidad con otros perros.
● Demasiada afición y poca práctica.
● Hambre o sed.
● Una incorrecta introducción y manejo inadecuado durante el entrenamiento.
● Factores hereditarios.

Paso 1: En un lugar tranquilo, emplearemos un apport y emplearemos un estímulo negativo (pellizco en la oreja, v. gr.)
Viendo las posibles causas que pueden llevar a un perro a tener la boca dura lo primero será evitarlas en la medida que podamos. Si el problema ya ha aparecido, pasaremos a entrenar al perro y tratar de corregirlo con piezas congeladas, que al estar frías y duras hacen que el perro no las apriete. Hay que tener mucha paciencia porque en el momento en que pasemos a una pieza natural el problema puede volver a aparecer, si bien, por lo general, esto sucede sólo en algunos ejemplares. Puede llegar a ser complicado, pero no hay que desanimarse, y si tenemos un correcto binomio dueño/perro conseguiremos nuestros objetivos.
Evitarla boca dura
Pondremos al perro sentado al lado nuestro y con la correa, si fuera necesario. Le tiraremos la pieza congelada a escasos metros y le mandaremos cobrar, observando su reacción al coger la pieza. Es de esperar que ya no la apriete y machaque, pues el tacto para sus dientes y boca ya no le resulta tan apetecible como una pieza blanda, y en el caso que la siga apretando corregiremos con un no, a la vez que le abrimos ligeramente, sin brusquedad, la boca, para que entienda que no debe apretar tanto.

Paso 2: Con el perro sentado le abriremos la boca y le introduciremos el apport diciéndole “cobra”, por ejemplo.
Al tratarse de perros fuertes de carácter podremos manipular más al perro que en el caso de ejemplares más sensibles y menos dispuestos al manejo, que soltarían la pieza y no la mantendrían en su boca, y ante nuestra insistencia acabarían por bloquearse. Repetiremos el ejercicio hasta que consigamos tener plena confianza en su correcta realización, para pasar a la pieza natural y, si todo va correctamente, habremos conseguido que la porte sin apretar o al menos con menos intensidad, aunque habrá perros incapaces de aguantarse y que seguirán apretando la pieza, pero son los menos.
También podemos encontrarnos perros que en presencia de otros se celen y aprieten las piezas más de lo que suelen hacerlo. Esto lo podremos corregir realizando cobros en compañía de otros perros, haciendo cobrar sucesivamente a uno y otro para evitar que les puedan los celos ante piezas reales.
Cobro forzado
Este método, como tal, no es más que la aplicación de un estímulo negativo y continuo por parte del adiestrador, que no cesará hasta que el perro no encuentre la vía de escape, que no es otra que coger un objeto o pieza. Dicho de otro modo, aplicaremos un dolor continuo (pellizco en la oreja, collar de impulsos eléctricos, etc.), a la vez que el perro se encuentra sujeto de la correa, hasta que el dolor haga abrir al perro la boca, momento en el cual introduciremos la pieza u objeto en la boca, cesando el dolor si el perro lo mantiene.

Paso 3: Cuando el perro sujete el apport y abra la boca la decirle el comando elegido avanzaremos al siguiente paso
Pero dicho método sólo deberíamos emplearlo en perros de fuerte carácter y maduros, y que han dejado claro que no van a cobrar de ninguna otra manera. Ahora bien, este método es traumático para el perro, nos va a traer más consecuencias negativas que positivas si lo hacemos mal, por lo que no estaría de más consultar antes con un profesional. También tenemos que saber que es un método que deja secuelas en el perro y que debe pasar un tiempo para que el animal recupere su alegría trabajando.
Antes de ponernos manos a la tarea debemos tener claro que nos va a llevar tiempo el ejercicio y que tenemos que dejarle las cosa bien claras al perro, así como el estímulo negativo a emplear, que repito, más nos aconseje el profesional. Vamos a ver ahora paso a paso el ejercicio:
-Elegiremos como siempre un lugar tranquilo y a ser posible vallado.
-Emplearemos una correa, un apport o similar.
-Pondremos la correa al perro y lo sentaremos.
-Mandaremos el estímulo negativo para que el perro se queje y abra la boca.
-Una vez que abra la boca introduciremos el apport al vez que cesamos el estímulo y le decimos el comando elegido (cobra, porta, trae, etc.).

Paso 4: Pondremos el apport a sus pies, le diremos el comando correspondiente y mandamos el estímulo negativo.
Cuando consigamos que el perro abra la boca al decirle el comando elegido y sujete el apport sin problemas pasaremos a depositar el apport a sus pies, le diremos el comando correspondiente, a la vez que mandamos el estímulo negativo y continuo, hasta que el perro decida cogerlo. Así, según vaya respondiendo el perro positivamente, iremos aumentando la distancia, poco a poco. Siempre usando una correa, más larga cuanto mayor sea la distancia, para evitar cualquier intento de huida del perro. Cuando hayamos conseguido que el perro responda bien al ejercicio con la correa, pasaremos a hacerlo en un lugar cerrado y con el perro suelto. Seguiremos los mismos pasos realizados anteriormente, pasando también del apport a una pieza real. Cuando lo tengamos controlado en un lugar cerrado pero sin correa, pasaremos a hacerlo en el campo, en total libertad, primero con el apport y luego con una pieza real.
No parece complicada la realización del ejercicio, ya que más tarde o más temprano, y con más o menos dolor físico, el perro acaba por comprender que para evitar el dolor, deberá coger rápidamente el objeto y mantenerlo hasta que se lo cojamos. Pero en ciertas ocasiones nos vamos a encontrar con bloqueos en el animal, que dependerán de la sensibilidad física y mental del perro, al igual que de nuestra habilidad en el adiestramiento, pero que le llevarán a la ansiedad, aprensión y, por último, inhibirá su capacidad de tomar decisiones. Este proceso en el perro se denomina indefensión aprendida. No todos los perros son capaces de soportar este ejercicio y sólo los perros de fuerte carácter consiguen asimilar el entrenamiento, pero siempre se tratará de un cobro en una actitud de total sumisión y obediencia, le faltará la chispa y alegría de un cobro natural.

Paso 5: Según nos vaya respondiendo positivamente, iremos aumentando la distancia, poco a poco.
Como vemos, aunque nuestro perro no muestre gran interés por el cobro podemos hacerle cobrar con tiempo y dedicación, pero, como he dicho antes, se tratará de un cobro artificial, por obediencia y temor al posible castigo, sin la naturalidad y pasión que caracteriza un cobro natural. Por eso es muy importante despertarle ya desde pequeño el instinto de cobro mediante juegos con los más diversos objetos, dedicando unos minutos al día, si nos es posible, a tirarle una pelota, por ejemplo, y jugar con él a tirársela y que nos la traiga, consiguiendo afianzar mas nuestra posición de líder, a la vez que despertamos y desarrollamos su instinto de cobro. Así llevaremos mucho ganado cuando empecemos a trabajar más en serio el tema del cobro.
(Adiestrador de perros de caza)
Este artículo pertenece a la serie
El cobro ideal (II): del apport a la pieza
El cobro ideal (III): cobro forzado
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