Un joven cazador abate un espectacular corzo multipuntas
Aragón

Un joven cazador abate un espectacular corzo multipuntas

Con tan sólo veinte años, Víctor Ojosnegros ha dado caza a uno de los corzos de su vida: un gran macho con gruesas cuernas y diez puntas.


Víctor Ojosnegros se desplazó desde su Zaragoza natal hasta un coto de Teruel junto a su padre Teodoro, quien le inculcó, desde muy pequeño, los valores de la caza. Aunque su progenitor es un amante de la menor y los inicios de Víctor estuvieron ligados a la codorniz y la perdiz, pronto le empezaron a llamar la atención las especies de mayor. Con la mayoría de edad adquirió su primer rifle y con la ayuda de su amigo Anibal empezó a recechar corzos.

Un corzo con historia

El 13 de marzo, fue un día que marcó al joven. Había salido al campo en busca de algún ejemplar de cara a la temporada que estaba por llegar. Habían avistado varios ejemplares interesantes, pero nada comparado con aquella silueta tan especial que divisaron a 300 metros. Pese a la distancia podían hacerse a la idea de que no se trataba de un corzo cualquiera. Aquel se había convertido, desde ese momento, en su objetivo.

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Imagen tomada durante el rececho.

El primer día de la temporada, Aníbal y Víctor lo tenían claro. La primera parada serían los campos donde lo habían visto la vez anterior. Allí estaban, dos hembras, y él.

Decidieron probar suerte y hacer una entrada. No les resultó posible acercarse más de 250 metros por el abrupto y escarpado terreno. El cazador quiso intentarlo, pero la suerte no lo acompañó y el corzo desapareció. No volvieron a saber de él. Víctor no podía sacarse aquel animal de la cabeza, y terminó soñando con él.

En ocasiones los sueños se hacen realidad: el corzo lo recechó a él

Dos semanas después, volvía a tocarle recechar. Sabía que su objetivo seguía en los montes turolenses. Nadie había logrado acertar sobre él.

Volvió a subir por los mismos campos, esta vez en compañía de su padre.

Corzas y más corzas, pero ni rastro del macho. Siguieron caminando y de pronto vieron salir corriendo un corzo: el que andaban buscando. Los pasos de los cazadores habían levantado al animal. ¡Otra vez no!

Víctor no estaba dispuesto a tirar la toalla y confió en aquello de que “el que la sigue, la consigue” y ¡vaya si la consiguió! Se sentó y esperó pacientemente. Las horas pasaban y ni rastro, “decidí levantarme a estirar las piernas. En ese momento escuché un ruido a lo lejos. Era él bajando a toda velocidad la ladera en la que se había perdido”-cuenta el joven.

Se asomó a un barranco que tenía a su derecha desde el que se visualizaban unos campos por los que intuía que iba a pasar. Dicho y hecho. Cruzó de un campo a otro y llegó a unas zarzas.

Como el corzo no se había percatado de su presencia y confiado se estaba acercando a él, tomó la sabia decisión de esperar. Estaba a más de 230 metros y terminó a apostándose a 160. El corzo de él.

El lance definitivo

Entonces paró en seco, levantó la cabeza y se ladeó. Ahora sí, tenía la oportunidad de oro. El Tikka TX3 sonó y el corzó cayó. El temple y la puntería de Ojosnegros había logrado lo que tanto ansiaba, dar caza al que asegura “sé que es uno de los corzos de mi vida”. Grosor, tamaño, diez puntas… No tiene palabras el afortunado para describir lo que se siente al haber cumplido un sueño.

¡Enhorabuena, Víctor!

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Víctor nos enseña el impresionante corzo.

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