Abate un impresionante corzo en Asturias
Crónicas de caza

Abate un impresionante corzo en Asturias

Ejemplares como el que os traemos hoy no se cazan ni se ven todos los días. Un corzo multipuntas con grandes rosetas y un grosor envidiable que le brindó al cazador un lance imposible de olvidar.


Asturias es verdaderamente el paraíso natural al que alude su eslogan, y también uno cinegético. Si bien el jabalí en batida en todo el territorio y los recechos de rebeco —en zonas como Picos de Europa o Somiedo— o los de venado en Ponga son algunas de las especies más conocidas y reputadas de la comunidad, este ejemplar de corzo abatido en la localidad de Llanes poco tiene que envidiar a los ejemplares de áreas tradicionalmente más corceras de nuestro país.

No image

 

Mucho tiempo tras él

Sabe más el diablo por viejo que por diablo. Pues los corzos y la mayoría de especies cinegéticas, igual. Que se lo digan a Sonia Campillo, la guarda que llevaba meses controlando cada movimiento de este animal y que vivió el lance a la vera del cazador.

El año pasado el animal prometía, pero esta temporada cuando volvió a verlo pudo no sólo confirmar su presagio, sino que el animal superó todas las expectativas.

 

El cazador

El toledano Carlos Pérez Zamora fue el afortunado. Después de muchos viajes a Asturias se volvía con el que posiblemente sea uno de los trofeos más especiales. Un corzo que ya había esquivado esquivó las balas de otros tiradores

Experimentado y conocedor del medio y la fauna, un apasionado de la actividad cinegética que disfruta de cada segundo de campo, con arma al hombro y sin ella.

El día más esperado

Con las primeras luces del alba, hicieron la entrada a dos prados muy querenciosos que los duendes del bosque frecuentan a menudo. En el primero, ni rastro de ellos, en el segundo se encontraba el protagonista de estos párrafos.

Fue un avistamiento exprés, pues sin darles tan siquiera tiempo a valorarlo con los primaticos el corzo desapareció.

Sonia propone repetir la jugada entrando a los prados de atrás e ir en su búsqueda. Merecía la pena valorar ese corzo.

Nueva entrada, ahora mucho más despacio, escudriñando cada rincón, pero nada. Ya solo quedaba el prado más pequeño y pegado al monte por mirar.

Del primer vistazo localizaron un macho entre una gran roca y unas zarzas. «Decidimos intentarlo, aunque no sabíamos si era o no el mismo» —narra Carlos—. No era el momento de arriesgar. Tenían que mejorar la posición, pero sin perderlo de vista. Una tarea difícil especialmente corriendo el tiempo en su contra. Para colmo, el corzo detectó el movimiento y se puso en alerta.

Con habilidad, rapidez y suerte consiguieron apostarse a escasos 100 metros, aprovechando la existencia de un muro. «Por fin se gira y somos conscientes de la calidad del trofeo» —recuerda Pérez Zamora.

No image

 

Un lance in extremis al “raro”

«¡Por dios no lo falles, es el corzo raro!» —musitó Sonia—. Al escuchar esas palabras, el ritmo cardiaco del cazador se disparó y su pulso alcanzó unos valores descomunales. Tuvo que tomar aire varias veces antes de activar la retícula iluminada de su visor y encarar su arma.

El animal les dio la espalda varios segundos, aunque a Carlos le parecieron horas. Nada más se ladeó y el cazador tuvo el blanco claro, accionó el gatillo. ¡Un disparo en el codillo y al suelo! La satisfacción que sintió no puede transmitirse con palabras, pero viendo la imagen del trofeo cualquiera de nosotros podría imaginársela.

No image

Los cazadores junto al extraordinario corzo.

Carlos quiere aprovechar estas líneas para destacar la gran profesionalidad de la guarda.

Por su gran dedicación y la pasión que pone en su trabajo pocas veces valorado. Gracias, Sonia.

Comparte este artículo

Publicidad