El lobo ha matado a mi perro: hablamos con la propietaria del jadg terrier devorado en León
Castilla y León

El lobo ha matado a mi perro: hablamos con la propietaria del jadg terrier devorado en León

Una zona en la que ningún animal está a salvo en sus montes. El último ejemplo, el de la perra de Iris, que se alejó durante una batida y los lobos la encontraron antes que ella. Este es su desgarrador relato.


La realidad del lobo en el norte de España dista mucho del idilio que vende el animalismo. Sólo hay que preguntar a quienes conviven con él o comprobarlo in situ.

El que un día estuvo al borde de la extinción, ha recuperado su población y sigue reproduciéndose sin ningún tipo de control. Con el lobo incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) el campo ha quedado completamente desamparado.

La cazadora

Iris Gutierrez Ibáñez es una apasionada del mundo de la caza y los perros. Su padre fue quien la inició en él y de quien ha ido aprendiendo todo lo que sabe hoy. "Es mi referente, mi ejemplo a seguir” —asegura la joven. A sus veinte años, lleva multitud de cacerías a la espalda y muchas vivencias acumuladas. Unas maravillosas, en compañía de su padre, su pareja y sus perros y otras que desearía no haber vivido, como es el caso que nos narra a continuación.

Una batida para olvidar

Félix, la pareja de Iris, se encontraba de puesto en una batida en Prioro (León) el pasado 23 de diciembre. Cazaba en casa, con sus perros y con su gente… ¿qué podía salir mal? Nadie auguraba el negro final.

Tras una fructífera jornada en pos de los jabalíes, los perros empezaron a llegar a las posturas y a los carros. Todos menos una: Seprona, una jagdterrier de un año de edad. “Era algo raro. Todos nuestros perros habían vuelto siempre solos al coche, ninguno se quedaba en el monte” —cuenta Gutierrez.

Estuvieron horas y horas buscando. Hasta la madrugada recorriendo pistas con el coche, llamándola sin parar, pero nada. Seprona no aparecía.

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Félix y Seprona. A la derecha, huella de lobo que ayudó a encontrar el cadáver de la perra.

Los días pasaban

Al día siguiente volvieron a la zona donde habían estado cazando. Compañeros de cuadrilla y gente del pueblo se unieron a la búsqueda. Se volcaron todos como si fuera suya. “Estuvimos buscándola sin parar, por todos los sitios posibles. Ya no sabíamos dónde mirar” —afirma Iris. Los días pasaban y la perra no daba señales de vida. Incluso su pareja, que parecía no perder la esperanza fue tomando conciencia de la dura realidad. Al cabo de unas semanas se pusieron en lo peor.

La peor noticia que podíamos recibir

Recientemente recibieron una llamada. Un vecino del pueblo había encontrado a Seprona. Un rastro de sangre lo llevó al cuerpo inerte que yacía sobre la nieve aún caliente. Resultó que la perra había estado un mes perdida pero viva. “No nos lo explicamos. No entendemos dónde estuvo, ni cómo. Tal vez se asustó de algo y se escondió hasta que el lobo la encontró y nos la mató” —cuenta Iris conmocionada.

El lobo les arrebató a un miembro de su familia, “porque eso son nuestros perros para nosotros, los cazadores. Fue la peor noticia que podíamos recibir” —asevera Gutiérrez.

No es un caso aislado

“Que por culpa del lobo tengas que estar alerta todos los días cada vez que sale un perro de caza es vergonzoso” —con esas palabras Iris nos traslada su malestar, su rabia. Nos cuenta que en su zona todos los meses el lobo se cobra la vida de algún animal. El ganado ya no está a salvo ni a la puerta de casa, porque hasta ahí llega el feroz predador. Vacas y terneros; caballos y potros; ovejas, cabras y perros. Todos son víctimas del lobo y de unas autoridades que son sus cómplices.

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