Un corzo de verano medalla de oro y con tres rosetas
Un rececho a principios de julio en Burgos le brindó una experiencia inolvidable a un cazador enamorado de la especie. Pudo disfrutar de una lucha entre machos y un trabajado rececho ante el animal vencedor, que fue finalmente el ejemplar a abatir.
Eloy Ruiz decidió salir a recechar con los que denomina como “sus amigos” de CazaMontera. Hace unos días, se puso en sus manos para intentar abatir su primer corzo. Lo que no imaginaba era que la orgánica le llevaría a vivir un día inolvidable de caza, tanto por el lance que protagonizó como por lo que disfrutó antes de llegar al punto culminante de la cacería.
El cazador junto al precioso corzo, viejo y cumplido. A la derecha, el trofeo del espléndido animal, con su medalla de oro.
Dos machos luchando por el territorio
Lo primero que nos destaca Eloy cuando le preguntamos por el rececho del corzo en tierras burgalesas es que divisaron dos machos peleando. Decidieron disfrutar del espectáculo que la naturaleza les brindaba, y así comprobar cuál de los dos animales salía vencedor de la refriega.
Cuando los corzos resolvieron sus diferencias, ya estaba dilucidado a cuál de ellos intentarían dar caza. “Comenzamos a seguir al macho vencedor tras comprobar que se trataba de un ejemplar viejo y de trofeo muy bueno”, nos comenta Eloy recordando aquellos mágicos momentos. Fue cuando comenzaba realmente el trabajo de caza y aproximación. Les llevó una hora hasta que, paso a paso y muy cautelosamente, pudieron colocarse a 150 metros del animal.
Un único disparo, efectivo y mortal, de su rifle Sako en calibre .270 WM acabó con el lance. El primer corzo de Eloy Ruiz conllevaba una medalla de oro al alcanzar los 134 puntos. El cazador nos detalla que pesó 590 gramos.
Eloy suele cazar con sus amigos de CazaMontera. A la derecha, vista superior del trofeo del corzo.
Un trofeo con sorpresa
Tras abatir al corzo, Eloy se acercó, junto a Rodrigo y su padre, de la orgánica mencionada, al animal y pudo comprobar que, efectivamente, se trataba de un trofeo destacable que alcanzaría la medalla de oro. Pero lo que convierte a la cuerna del macho en algo prácticamente único es que asoma una singular roseta que le estaba saliendo debajo del cuerno. Le estaba naciendo otro cuerno debajo de los usuales en estos animales. Una malformación que transforma un trofeo precioso en uno sobresaliente.