Con 100 años, Alberto Martín Mínguez, el verdadero San Huberto para su nieto

Con 100 años, Alberto Martín Mínguez, el verdadero San Huberto para su nieto

Curiosamente sin haber cazado nunca en el sentido más estricto, Alberto Martín, con 100 años, es un verdadero referente y guía de su nieto Eugenio que se ha formado a la luz de sus enseñanzas y curiosidades.


Nació Alberto Martín Mínguez, protagonista de nuestro vídeo, en 1923 en una pequeña aldea segoviana llamada El Muyo. Dedicado toda su vida a la agricultura y a la ganadería, el contacto directo con la naturaleza le hizo partícipe de un conocimiento sobre esta que raramente encontramos en ningún manual ni tutorial.

Su nieto, Eugenio Martín Monroy, apodado “El Mani” en el mundo taurino en el que es un conocido torero, es un gran aficionado a la caza, pasión heredada de su padre pero que, reconoce, su abuelo Alberto también ha sido su referente pese a que nunca participó en ninguna cacería, al menos como se concibe en la actualidad.

En palabras de Alberto

En el vídeo, nos cuenta Alberto que, aunque nunca usó arma de fuego alguna, en su momento algún conejo y alguna que otra liebre mató lanzándoles el garrote para, acto seguido, meterlo en el puchero. El sentido más puro de la actividad cinegética: cazar para comer.

 

Un verdadero ecologista

Lejos de lo que mucha gente desinformada puede pensar, ser cazador no está reñido con amar y cuidar la naturaleza. Más bien al contrario, quienes más en contacto están con ella son quienes mejor la cuidan. De eso da buena muestra Alberto. Como le contaba a su nieto, cuando segaba se encontraba los nidos de perdiz en el suelo y jamás rompió ninguno. Siempre dejaba ese pedacito sin segar. Ese es el auténtico respeto.

Enseñar a desollar

De todos es sabido que una de las responsabilidades del cazador es desollar la pieza abatida y que esto requiere una técnica y procedimiento que hay que conocer. Ese método es el que aprendió Eugenio de su abuelo: “él me enseñó a desollar los conejos y las liebres; pelaba las perdices y me mostraba el buche tanto de la perdiz como de la paloma torcaz para ver lo que habían comido”.

El legado de su abuelo

No fue cazador, pero cazaba. No se denominaba ecologista, pero lo era y lo es. El respeto al entorno, el conocimiento de lo que nos rodea, el esfuerzo, el trabajo y el sacrificio, ese es el auténtico legado que Alberto Martín le supo trasmitir a su nieto “El Mani”. Son valores que le acompañarán toda la vida en todos los ámbitos. Por ello desde Club de Caza nos hacemos eco de este reconocimiento público a la labor de este abuelo y de tantos otros que, sin hacer mucho ruido, nos acompañan, son parte de nuestras vidas ya que siempre llevaremos con nosotros sus historias, olores, canciones y sobre todo sus enseñanzas.

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