Recarga de cartuchería (y V)

Ponemos fin a ‘Recarga de cartuchería’ con este capítulo V que trata sobre la colocación del proyectil, operación que requiere primero regular correctamente el die y después operar de modo que la bala quede bien centrada en la vaina.


 
 

El cartucho queda terminado cuando le colocamos el proyectil, operación que no sería complicada si no fuera porque primero hay que regular el die para que introduzca la bala con un valor de introducción correcto­ y teniendo en cuenta si es necesario o no engarzar el proyectil. Ver apartado Regulación con o sin engarce.

Además, antes de ponerse a cargar los proyectiles hay que tener en cuenta que los que contienen las cajas no pesan igual debido a las tolerancias de fabricación. Incluso entre los más caros diseñados para tiro de precisión puede haber variaciones en peso de 0,3 grains o más con respecto al que indica el fabricante. Así, si pesamos proyectiles de alta calidad que en teoría y según el fabricante deberían ser de 180 grains, por ejemplo, comprobaríamos que, en efecto, algunos tendrían este peso, pero otros no llegarían a los 180 o pesarían 180,1 o 180,2, etc. Estas pequeñísimas diferencias en peso —os recuerdo que 1 grains equivale 0,0648 gramos— no tienen importancia para cazar en una montería ni para recechar a distancia no extremas porque no son lo suficientemente acusadas como para que no se pueda conseguir una precisión similar a la de la cartuchería comercial de buena calidad cargada con el mismo tipo de proyectil, por supuesto si hemos manipulado y cebado las vainas como se ha descrito en capítulos anteriores y las cargamos con dosis bien pesadas de pólvora.

 

Si pesamos uno a uno los proyectiles y cargamos lotes de cartuchos cuyas balas pesen igual, conseguiremos que la precisión mejore. Es útil en caso de utilizarlos para cazar a grandes distancias y para practicar el tiro de precisión con nuestro rifle de caza.

Sin embargo, si lo que pretendemos es fabricarnos cartuchos que consigan agrupar en superficies sub-MOA para, por ejemplo, cazar a distancia extremas o divertirnos haciendo las agrupaciones más cerradas posibles entonces sí representan un inconveniente porque no conseguiremos hacerlas salvo por casualidad. Para poder lograrlo es necesario, además de disponer de un conjunto rifle-visor preciso y de tirar bien, hay que pesar una a una todas las balas y hacer lotes de cartuchos cargados con las que tengan el mismo peso o, mejor dicho, con las que tengan el peso más similar, porque nunca va a ser el mismo ya que la balanza solo aprecia en teoría 0,1 grains.

De hecho, si se recargan bien los diferentes lotes, en el campo de tiro, se puede comprobar que la agrupación que se consigue con todos los lotes es buena pero también que cada lote tiene un punto de impacto-agrupación muy similar, pero no el mismo, lo que demuestra hasta qué punto la irregularidad, por leve que sea, provoca la dispersión.

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Regulación con y sin engarce

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Las balas semiblindadas y blindadas que disparan la mayoría de los cartuchos de rifle se introducen a presión dentro de la vaina, por lo que simplemente es necesario regular el die que coloca el proyectil de modo que, al accionar la palanca de la prensa, entre la bala dentro de la vaina con el valor de introducción deseado.

Pero también existen proyectiles en los que la bala se tiene que engarzar, lo que significa sujetarla fuertemente con los labios de la boca de la vaina plegándolos sobre una ranura que tiene el cuerpo del proyectil que se denomina banda de engarce. Esto se debe hacer para evitar que la bala se hunda dentro del interior de la vaina, que es lo que sucede si no se engarzan los proyectiles de los cartuchos que disparan los rifles de palanca porque van alojados en un cargador tubular de modo que el culote de un cartucho se apoya en la punta (plana) del que hay detrás. Además, todos los cartuchos que contiene el cargador están sometidos a presión por la acción del muelle que los empuja hacia delante y los mantiene en la posición correcta para que no se produzcan fallos de alimentación.

Igualmente, el engarce (crimp en inglés) evita que la punta se pueda desplazar hacia delante con el retroceso, lo que es importantísimo que no pase en el caso de la munición de revolver porque al salirse el proyectil se bloquea el giro del cilindro y, en general, en cualquier otro tipo de arma en la que pueda suceder que se salga o bien se hunda el proyectil.

Así como regular el die que recalibra es relativamente fácil, como se explicó en el segundo capítulo, pues basta conseguir que la vaina, previamente engrasada, entre dentro de éste para que quede recalibrada, regular el die que introduce la bala en la vaina no es tan fácil, aunque tampoco muy difícil. El método es diferente según tengamos necesidad o no de engarzar la bala.

Regulación sin engarce. En primer lugar, se coloca en el amarravainas una vaina recalibrada y descargada —sin pólvora ni pistón— y bajamos totalmente la palanca.

Luego roscamos poco a poco el die que introduce el proyectil y lo vamos bajando hasta que notemos una ligera resistencia —que se produce al entrar en contacto con el cuello de la vaina—. Acto seguido, damos al die una vuelta hacia atrás y lo fijamos apretando el tornillo de su contratuerca.

A continuación, desenroscamos varias vueltas el tope superior de introducción del proyectil que tienen el die; subimos la palanca y colocamos una bala en la boca de la vaina al tiempo que bajamos la palanca. En este momento, si lo hemos hecho bien, la bala quedará sujeta dentro de la vaina, pero más alta de lo conveniente, por lo que ya solo tendremos que ir bajando (enroscando) poco a poco el tope de introducción y hasta lograr, cada vez que actuemos sobre la palanca de la prensa, que la bala vaya alojándose en la vaina hasta que quede a la altura que deseamos.

Por último, fijamos el tope para que todos los cartuchos que hagamos tengan la misma longitud.

Con engarce. Para poder engarzar bien los proyectiles, éstos deben tener banda de engarce —grove o canelure grove—, que consiste en un rebaje en el caso de los de plomo o, como hemos explicado ya, en una ranura moleteada que tiene la bala en su cuerpo, en el caso de los semiblindados y blindados.

Ahora bien, esto no significa que todos los proyectiles que tengan banda se deban engarzar. El engarce solo se hace en los cartuchos en los que es necesario evitar que la bala se pueda desplazar. De hecho, muchas balas para rifles (incluso comerciales) llevan estas bandas que, en estos casos, solo sirven para señalar hasta dónde hay que introducir el proyectil —lo que es una ventaja, claro, pues puedes comenzar haciendo pruebas con este valor—. Es muy importante tenerlo en cuenta porque si engarzamos una bala en un cartucho que no necesita engarce, se producirá una sobrepresión que puede ser muy peligrosa si la carga de pólvora es máxima o cercana a ésta. Los manuales también indican si es necesario o no engarzar las balas e incluso su intensidad (fuerte, medio, etc.).

Para engarzar una bala se opera como se ha explicado en el punto anterior hasta conseguir que el proyectil quede introducido en la vaina hasta la banda de engarce.

Luego desenroscamos el tope del empujador varias vueltas y, con la palanca accionada al máximo, desbloqueamos la contratuerca del cuerpo del die y la atornillamos hasta que tropiece con los labios del cuello de la vaina, levantamos ligeramente la palanca, la volvemos a girar otro cuarto de vuelta y probamos: en caso de que el engarce no se haya producido o sea débil, podemos repetir el proceso girando el die un poco más del cuarto de vuelta que le habíamos dado hasta alcanzar el engarce.

A continuación, volvemos a poner el tope en contacto con la bala y lo bloqueamos. Si hemos realizado bien el proceso, al cargar un proyectil éste se introducirá y quedará engarzado al mismo tiempo.

Longitud total y valor de introducción

También podemos controlar dentro de estrechos límites el valor de introducción (seating depth), que es la parte del cuerpo de la bala que se introduce dentro de la vaina y, como consecuencia, determina la longitud total máxima del cartucho y también el volumen interno de la cámara de combustión de la pólvora.

 

El valor de introducción adecuado es el que permite que la velocidad y la precisión sea lo más alta posible. Cuando un proyectil se introduce menos o más de lo necesario, como se aprecia en los dos cartuchos de la derecha, la presión que se genera en la recámara puede ser muy peligrosa.

Solo es posible controlarlo de forma limitada porque si este valor es demasiado pequeño el proyectil, su punta, queda muy cerca de las estrías del cañón (se queda sin vuelo libre) y al dispararlo se produce una sobrepresión. Y si es más grande de lo necesario, y por tanto la bala se introduce demasiado en la vaina, sucede lo mismo porque disminuye el volumen interno de la cámara de combustión y aumenta la presión.

 

Un lote de prueba tiene que hacerse con cartuchos que midan la misma longitud, que no puede ser superior a la máxima que indique el manual de recarga.

La munición comercial se carga teniendo en cuenta que el valor de introducción para una determinada bala, sea cual sea la marca y modelo del arma en que se dispara, consiga una precisión y una velocidad correctas con una presión segura y aceptable. Sin embargo, como todos los rifles no tienen recámaras con medidas idénticas, sino que éstas varían ligeramente dependiendo de la marca, modelo, época de fabricación, uso, etc., la recarga te permite experimentar con mucho cuidado con el valor de introducción con el fin de optimizar la balística de interior y, como consecuencia, la precisión.

Todas las tablas de recarga indican como mínimo cuál es la longitud máxima que debe tener el cartucho con cualquier proyectil, aunque en algunos casos en vez de utilizar la palabra longitud se usa alturaMáxima altura del cartucho cargado y en los manuales escritos en ingles generalmente se abrevia con las iniciales C.O.A.L o O.A.C.L.).

 

Para determinar la longitud del cartucho u otros parámetros, como el diámetro del proyectil, etc., es importante utilizar un calibre. Se fabrican analógicos o digitales como el de la foto, que es un RCBS que puede medir en milímetros y en pulgadas.

Otros, más completos, proporcionan, además de la longitud máxima con cualquier proyectil, la que tienen los cartuchos cargados con los proyectiles con los que se ha elaborado el manual, lo que indican con las iniciales C.0.L. —por ejemplo, el de Maxan y el de Norma—. Y otros afinan aún más y proporcionan para cada una de las balas el valor de introducción y la longitud total del cartucho, por lo que se puede determinar la longitud cargada con cualquiera de las balas que considera.

En todos estos casos no tendremos problemas para regular el die ni para, teniendo en cuenta estos valores, cargar un lote de cartuchos para hacer las primeras pruebas o las definitivas si nos satisfacen los resultados, aunque es más que posible que los datos que necesitemos no los encontremos en un solo manual y tengamos que usar varios.

 

La forma de regular el die que coloca el proyectil es diferente dependiendo de que el cartucho lleve engarce, caso de los tres para rifles de palanca con cargador tubular que aparecen en la foto junto a sus vainas y proyectiles en los que se aprecia la banda de engarce: de izq. a der., .375 Win.; .30-30 Win. y .44-40 Win.

Tampoco tendremos problema alguno si disponemos de un cartucho comercial que utilice el proyectil que queremos montar, pues lo podemos usar como guía para regular la matriz y tomarlo como base para perfeccionarlo.

Sin embargo, cuando deseamos utilizar una bala diferente sobre la que solo conocemos la longitud máxima del cartucho —pues como hemos dicho la proporcionan todos los manuales—, pero no el valor de introducción ni la longitud que debe tener el cartucho cargado con esa bala, nunca sabes cuál puede ser el valor de introducción adecuado de partida para hacer las pruebas. En estos casos, lo que hago es montar en una vaina recalibrada pero vacía y sin pistón una bala hasta conseguir que se pueda introducir en el cargador y alimentar la recámara correctamente y cuando lo logro fijo la regulación el die y hago las primeras pruebas con cartuchos cargados con esa longitud utilizando cargas iniciales de pólvora poco potentes. Ahora bien, por supuesto el cargador del rifle debe estar bien hecho para ese cartucho, porque hay rifles que utilizan una misma acción para cartuchos estándar y magnum, cuyos cargadores no tienen las medidas que deberían de tener.

 

Los cartuchos que disparan proyectiles que no necesitan engarce, no se engarzan: solo entran a presión en la vaina. En caso de utilizar en estas municiones un proyectil que tenga banda de engarce, la banda sirve para señalar la profundidad a la que podemos introducir la bala.

Cabe añadir que al introducir el proyectil en la vaina con la ayuda del die ya regulado, hay que tener cuidado de que este quede lo mejor centrado y para conseguirlo no es buena idea ponerlo sobre la boca de la vaina, bajar la palanca y cargarlo de una sola vez; es preferible introducirlo en dos o tres etapas: lo colocamos en el shell holder y con la ayuda de la palanca lo introducimos ligeramente en la vaina. Luego levantamos un poco la palanca y giramos el cartucho 1/3 o 1/2 vuelta; volvemos a introducirlo otro poco en la vaina y repetimos la operación hasta terminar de cargarlo. Se tarda más en leer la explicación que en cargarlo.

 

Si además de pesar la pólvora y los proyectiles, utilizamos un die con micrómetro para ajustar el valor de introducción notaremos también que la precisión se incrementa un poco más.

Y también es importante tener en cuenta que, sobre todo para cazar a grandes distancias, es mejor y más cómodo, aunque también más caro, utilizar un die de tiro de competición porque minimiza el descentrado y, además, poseen regulación micrométrica para regular el valor de introducción, lo que nos permitirá experimentar con pequeñas variaciones de longitud con mayor precisión y sin la molestia de tener que desregular y volver a regular el die convencional cada vez que modifiquemos el valor de introducción­ del proyectil. No se fabrican en todos los calibres de caza, pero sí en los de caza que también se usan en tiro: .243 Win.; 6,5x55; 6.5 Creedmoor, .270 Win.; .7 mm. Rem. Mag, .308 Win. y .300 Win. Magnum, entre otros.

Pues nada más. Doy por terminado este quinto y último capítulo de Recarga de cartuchería, no sin antes daros las gracias por vuestra atención. Aunque han sido cinco los capítulos que hemos dedicado al tema, he tenido que abreviar mucho. Si deseáis contactar conmigo podéis hacerlo en la dirección de e-mail jfParis@club-caza.com. Saludos.

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