Recarga de cartuchería IV

Una vez que hemos cebado las vainas ha llegado el momento de cargarlas con el tipo y peso de pólvora adecuado al proyectil que vamos a utilizar. En esta IV parte de Recarga de cartuchería explicamos cómo se determina la carga.


 
 

Con la meta puesta en obtener una munición precisa y de altas prestaciones para cazar o bien para practicar el tiro sin ánimo de competir, en capítulos anteriores hemos explicado que es necesario utilizar vainas de la misma marca que tengan la misma longitud y número de recargas para que su volumen interno y flexibilidad sean lo más parecido posible, así como cebarlas con pistones adecuados que detonen de forma regular, por lo que también deben ser de la misma marca y lote.

 

Manuales de recarga hay muchos y todos aportan datos valiosos, pero para determinar la carga del cartucho que vamos a cargar, debemos utilizar el que nos proporcione datos para la pólvora y el proyectil que vamos a usar.

El siguiente paso es terminar los cartuchos cargando las vainas primero con pólvora y después con los proyectiles siguiendo un procedimiento probado que es seguro y eficaz. De hecho, es el que yo utilizo, sin que ello signifique que sea único ni tampoco el mejor.

Comenzamos ya, no sin recordar que antes de ponerse manos a la obra es necesario tener muy claro qué utilidad le vamos a dar a los cartuchos recargados, ya que no es lo mismo utilizar la munición para tiro o para cazar ni para cazar a rececho o en una montería, etc.

La báscula, imprescindible

Sea cual sea el tipo de recarga que deseemos hacer, para poder cargar la munición necesitaremos utilizar una báscula pesa-grains que aprecie 0,1 grains y, como mínimo, pueda pesar hasta 500 grains si lo que pretendemos es que la recarga sea muy precisa, ya que tendremos que pesar las cargas de pólvora y también los proyectiles, como explicaremos en el siguiente capítulo. Incluso en el caso de que la precisión no sea una prioridad y deseemos optar por dosificar la pólvora en vez de pesarla, tendremos que utilizar una balanza para poder regular el dosificador.

 

Los mejores resultados en precisión se consiguen pesando las cargas de pólvora con la ayuda de un graneador.

La báscula es, por tanto, un accesorio imprescindible, por lo que no es buena idea ahorrar en su compra, sobre todo si es electrónica porque su diseño es más complejo que el de las analógicas y, salvo honrosas excepciones, a veces los modelos electrónicos más económicos no funcionan correctamente. Los modelos más útiles son los que poseen dispensadores electrónicos, caso por ejemplo de las RCBS Chargemaster Combo y Chargemaster-lite.

Las analógicas, sin embargo, son básculas muy simples porque funcionan por el principio de las balanzas tipo romana de toda la vida, son precisas y la relación precio-calidad que ofrecen todos los modelos que fabrican las empresas especializadas en recarga es alta, caso por ejemplo de las dos RCBS que aparecen en el artículo —recordad que todos los accesorios que aparecen en las ilustraciones son RCBS por las razones que comentamos en el capítulo 1 y que la prensa que utilizamos es del tipo mono-estacion, sin que ello signifique que no existan otras opciones—.

Cabe añadir que, independientemente del tipo de balanza que elijamos, es aconsejable compaginar su uso con otro accesorio que se llama graneador, porque sirve para depositar sobre el platillo de la balanza la pólvora grano a grano. Ahorra tiempo y, especialmente, facilita el ajuste preciso de la pesada.

 

Las balanzas mecánicas de buena calidad, como RCBS M500 que aparece en la foto, son precisas y ocupa poco espacio. Como mínimo debe apreciar 0,1 grains y pesar 500 grains para que también podamos pesar los proyectiles.

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¿Dosificador o balanza?

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Una vez determinada la carga inicial con la que vamos a comenzar a hacer pruebas, podemos, con la ayuda de la balanza, regular el dosificador para que la dispense y luego usarlo para cargar todas las vainas que necesitemos recargar. Este método, una vez que hemos regulado el dosificador, es más rápido, pero no es recomendable si lo que deseamos es hacernos una munición precisa porque el peso de cada una de las dosificaciones no será idéntico debido a que los granos de la pólvora, especialmente si son gruesos, del tipo tubular, o los que tienen forma de laminillas, nunca se acomodan igual dentro del dosificador. Es cómodo y práctico para hacernos una cartuchería para cazar en una espera o para montería, pero no para practicar tiro de precisión ni rececho a larga distancia.

La precisión máxima, limitada siempre por el arma que utilicemos y por nuestra habilidad como tirador, se consigue pesando las cargas, lo que es más lento, aunque no complicado: tras regular a cero la balanza, con una cucharilla se vierte sobre el platillo de ésta una cantidad hasta conseguir una pesada próxima a la que necesitamos y luego con el graneador se termina de ajustar.

Muchas personas operan cargando de pólvora todas las vainas y luego proceden a colocarles el proyectil. Pues bien, este método es seguro solamente si en la vaina del cartucho no entran dos cargas de pólvora, como ocurre con las de la mayoría de los rifles de caza, porque si por error intentamos cargarlas dos veces nos daríamos cuenta ya que se derramaría la pólvora. Sin embargo, como hay cartuchos en los que sí es posible introducir por error dos cargas de pólvora —caso de las municiones que originalmente eran de pólvora negra, como el .44-40 o el .45 Colt, entre otros—, lo mejor es acostumbrarse a terminar los cartuchos uno a uno colocándoles el proyectil después de cargar la vaina de pólvora. Además, operando así es más difícil que terminemos un cartucho sin pólvora.

Elección de la pólvora

Elegido el proyectil según el uso que pensamos darle, el siguiente paso es utilizar una marca y tipo pólvora que se comercialice en España y se pueda utilizar para recargar el calibre que vamos a fabricarnos. Esta información la podemos obtener de los manuales o las tablas de carga que facilitan los fabricantes de pólvora, los de proyectiles o los que editan autores expertos en el tema. Los primeros solo consideran, como es lógico, los tipos de pólvora que fabrican, mientras que los editados por fabricantes de proyectiles y por particulares consideran varios tipos de pólvora. Pues bien, entre estos últimos, el más útil que conozco para una persona que recargue en España es el Manual de Recarga 4ª Edición, de Saúl Braceras, porque sus tablas de carga están confeccionadas con pólvoras que se pueden adquirir en nuestro país: Maxan, Reload Swiss, Tubal, etc.

 

Con las balanzas electrónicas provistas de dispensador electrónico, como esta RCBS ChargeMaster-Lite, se ahorra tiempo, pero ocupan más espacio que las mecánicas y son más caras.

Estas publicaciones, ya sean tablas de carga o manuales de los fabricantes o de autores, además de proporcionar el peso orientativo de la pólvora que debemos usar con una determinada bala, publican datos importantísimos que se deben de tener en cuenta para evitar sobrepresiones y para hacernos una idea de las prestaciones de los cartuchos que nos vamos a fabricar y de como debemos proceder: la marca y tipo de pistón con el que han sido confeccionadas las tablas de carga, la longitud máxima de la vaina y del cartucho con el proyectil montado —que no se debe sobrepasar—, el valor de introducción del proyectil —en algunos casos— la presión aproximada que generará el cartucho, la presión límite o máxima que puede desarrollar la munición, la velocidad estimada que alcanza el proyectil en la boca de fuego o muy cerca de ésta, etc.

Y, no menos importante, enseñan a recargar con seguridad y a detectar si la munición que hemos recargado desarrolla presiones excesivas que, en caso de continuar incrementando la carga, se podrían convertir en peligrosas. Es crucial conocer los síntomas que indican sobrepresión antes de ponerse a recargar.

 

Si la precisión no es una prioridad, lo mejor es utilizar un dosificador. Ahorraremos tiempo.

Determinación de la carga inicial

La determinación de una carga es quizás lo más complicado y personal de la recarga, aunque también lo más entretenido si nos gusta recargar.

Es complicado porque los pesos de pólvora que se indican en los manuales son orientativos, por lo que para obtener la definitiva hay que hacer pruebas partiendo de una inicial que tendremos que elegir y luego modificar ligeramente respetando unos valores mínimos y máximos, hasta conseguir la que nos proporcione los mejores resultados. Y es personal porque la que obtengamos como definitiva solo va a dar los mismos resultados en nuestro rifle, ya que, si la utilizamos en otro, aunque sea de la misma marca, su recámara será parecida, pero no igual.

Por tanto, una vez que hemos decidido el tipo de pólvora que vamos a usar, lo siguiente es determinar una carga inicial que sea segura.

Normalmente, en los manuales y tablas de los fabricantes se proporciona el peso mínimo y el máximo de la marca y tipo de pólvora referido a un determinado tipo y peso de proyectil, datos que se pueden utilizar para cargar los cartuchos con la bala que hemos seleccionado. Por ejemplo, el manual de Vectan indica que, para cargar el calibre .308 Win. con proyectiles de 180 grains y pólvora Tubal 5000, se utilice como mínimo 35,5 y como máximo 41,7 grains de pólvora.

Pero también podemos encontrar tablas y manuales en los que solo se indica un peso de pólvora, también para una bala determinada, que se debe tomar como máximo. Así en el manual de Saúl Braceras, mencionado antes y para el mismo calibre con bala de 180 grains, el manual indica una carga: 40 grains para la española Maxan GDB 111, que dicho sea de paso es una pólvora que a mí me parece excelente. De hecho, la uso en varios calibres estándar.

Pues bien, en el primer ejemplo es muy importante no utilizar nunca menos peso de pólvora que la indicada como carga mínima (35,5 grains) ni una carga más pesada que la máxima (41,7 g), porque si utilizamos una mínima más ligera la pólvora se puede encender de golpe y generar una sobrepresión. Y si es más pesada que la máxima también se produce una sobrepresión que, si no detectamos, un buen día con temperaturas altas, porque se calienta el cañón o por cualquier otra causa puede convertirse en peligrosa.

 

La bandeja y el embudo son dos accesorios que no deben faltar en el equipo de recarga. La primera permite trabajar ordenadamente con las vainas y la munición cargada y el embudo evita que se derrame la pólvora al introducirla en la vaina.

Y en el segundo ejemplo, y siempre que solo se indique un peso, éste se debe tomar como máximo y, por tanto, no hay que comenzar con una carga más pesada ni similar a la que se indica (40 gr).

¿Entonces, cómo se determina la carga inicial? Pues si conocemos la carga mínima y estamos recargando cartuchos de calibre estándar podemos comenzar cargando con ésta un pequeño lote de cartuchos y si si no va bien, incrementar un poco la carga, hacer otra prueba y así sucesivamente hasta obtener la que sea precisa y consiga una velocidad adecuada para el uso que vamos a darle, pero sin llegar nunca a la carga máxima.

Sin embargo, yo no opero casi nunca partiendo de la carga mínima porque me parece innecesario. Sigo otro método, que no es ni mucho menos de mi invención, con el que consigo el mismo resultado, pero con menos pruebas: parto de cargas que pesen un 10 por ciento menos de la carga máxima indicadas para pólvoras de cartuchos estándar o del 5 por ciento menos si es pólvora para munición magnum. Es decir, en el caso de usar la Tubal 5000, cuya carga máxima es, como se ha indicado, 41,7 gr para la bala de 180 grains del .308 Win., comenzaría haciendo pruebas con 37,5 grains.

 

Si por cualquier causa necesitamos desmontar los cartuchos, lo mejor y más efectivo es utilizar el bullet puller y un collet del calibre del proyectil que vamos a desmontar. Se fabrican “collet” de prácticamente todos los calibres.

Este método es el que aconsejan los manuales que solo proporcionan una carga. Si lo utilizáis, recordad que el 10 por ciento solo se refiere a las cargas de los cartuchos estándar. En los magnum se debe restar solo el 5 por ciento porque este tipo de pólvora necesita que la densidad de carga sea elevada y, si no es así, porque se rebaja más de lo que admiten, se puede producir una fuerte sobre presión. Este problema sucede, aun más acusado si cabe, con las pólvoras esferoidales porque no soportan las reducciones de carga, razón por la que es muy importante seguir al pie de la letra las instrucciones que sobre el particular indiquen los manuales.

Cabe añadir que los lotes de prueba no es necesario que sean de más de 5 o 6 cartuchos para evitar tener que desmontarlos si no van bien. En caso de tener que desmontarlos os aconsejo que lo hagáis utilizando la prensa y un accesorio que se denomina Bullet Puller en el que se colocan en su interior unas mordazas —collet— del calibre del proyectil que monta el cartucho que deseamos desmontar.

También se puede usar un martillo de inercia, pero es más lento y ruidoso porque funciona, una vez fijado el cartucho en su interior, golpeando con el martillo sobre una superficie.

 

Otra opción, aunque muy ruidosa, para desmontar los proyectiles es usar un martillo de inercia de buena calidad, como el RCBS que aparece en la foto.

Carga definitiva

Lo normal es que la primera carga que determinemos, no se ajuste a nuestras necesidades y por tanto, que si se ha procedido como se ha indicado en el apartado anterior, tengamos que ir incrementando ligeramente el peso de pólvora hasta conseguir la definitiva; la que consiga la precisión y la velocidad dependiendo del uso que vayamos a darle.

¿Y cómo se incrementa la carga? Pues no existe un método. Como se suele decir, cada «maestrillo tiene su librillo» y el mío ya os advierto que es lento porque me encanta afinar las cargas, sobre todo en precisión, hasta que me superan porque como tirador ya no soy capaz de conseguir mejores resultados, lo que, por cierto, sucede siempre más pronto de lo que a mí me gustaría (1).

Así, siguiendo con el ejemplo anterior, si probando la carga inicial de 37,5 la velocidad es demasiado baja para cazar y por supuesto no se aprecian síntomas de sobre-presión, incrementaría al principio 0,5 grains, volvería a medir la velocidad y así sucesivamente hasta conseguir una velocidad más baja pero próxima a la de un cartucho comercial cargado con una bala del mismo peso. Y finalmente haría pruebas con incrementos de 0,2 y de 0,1 hasta conseguir la mayor velocidad y precisión posible, pero sin sobrepasar la carga máxima porque normalmente lo único que se consigue es, en el mejor de los casos, un gran incremento de la presión a cambio de un pequeño incremento de la velocidad que es despreciable para cazar. Y en el peor, romper el rifle o tener un accidente.

Si consideramos que, aunque la precisión es buena, la velocidad es demasiado baja con respecto a la de un cartucho comercial, en vez de usar cargas máximas de pólvora lo mejor es volver a empezar a hacer pruebas utilizando otra pólvora e incluso otros componentes, pero siempre teniendo en cuenta que, si bien superar la precisión de un cartucho comercial es posible y no es peligroso, sí es muy peligroso utilizar cargas máximas para superar su velocidad.

Cabe añadir que, lógicamente, para hacer las pruebas en el campo de tiro es preciso terminar antes los cartuchos añadiéndoles el proyectil, tema no menos importante que el de la pólvora porque si no se monta correctamente no conseguiremos buenos resultados por regulares que sean las cargas de pólvora y los demás componentes empleados. Lo veremos en el próximo y último capítulo de Recarga de cartuchería.

(1). Al evaluar una carga en precisión no hay que olvidar que esta no solo depende de la carga de pólvora ni de lo bien terminado que esté el cartucho, sino también de la habilidad que tengamos como tirador y, por supuesto, del diseño del rifle y del visor.

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