01/10/2020
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Cacerías colectivas, dudas y temores
Es evidente que la pandemia por el covid 19 ha trastocado todos nuestros hábitos sociales y que la actividad de caza, como casi todas las demás que ocupan nuestras vidas, no es ajena a esta extraordinaria y nueva situación.
Lógicamente las modalidades que se practican de forma individual o en pequeños grupos no tienen por qué verse afectadas ya que satisfacen muy sobradamente eso que se ha venido a denominar “distanciamiento social”; sin embargo aquellas otras modalidades que se realizan en grupo más o menos numerosos y más o menos coordinados, tendrán que modificar profundamente su organización y sus procedimientos.
Lo que llamamos cacerías colectivas: monterías, ganchos y batidas tendrán que “reinventarse” partiendo de cero y adaptándose a las exigencias y recomendaciones que imponen las normativas legales y al natural instinto de conservación que todos deberíamos tener ante una situación sanitaria tan preocupante.
En algunos casos se podrá hacer esa adaptación a la nueva situación organizando “a distancia” mediante medios electrónicos de todo tipo, pero los saludos, las reuniones y charlas mañaneras, las migas, las juntas y las comidas contando y reviviendo lances, quedarán como recuerdo.
- ¿merecerá la pena? Esa es la pregunta que muchos nos hacemos.
Seguirá siendo caza colectiva pero no una caza social y en cada finca y en cada coto las circunstancias y las problemáticas serán diferentes y tendrán que buscarse soluciones diferentes.
Están presentes y en juego cuestiones de muy diverso alcance, desde lo económico en las cacerías comerciales, el compromiso con los socios en los cotos regidos por sociedades o clubs deportivos, hasta el caso de fincas y cotos de particulares, de familias o de pequeños grupos de amigos o socios, donde el aspecto económico puede tener menos importancia.
Mientras tanto, el temor racional y la prudencia deberán regir nuestras actuaciones. Unos mediante esa eficiente organización “a distancia” y otros, sencillamente, y de forma voluntaria y responsable, no celebrando cacerías colectivas.
Sin olvidar otras posibles, si no soluciones si, al menos, paliativos, como la posibilidad de intensificar la caza individual – de las especies de caza mayor- mediante recechos y aguardos y esperas diurnos y nocturnos al jabalí, que suplan, al menos en parte, los aprovechamientos y jornadas de caza que no se van a celebrar.
En muchos lugares esto es perfectamente posible, en otros tal vez no. En cualquier caso, como ya se ha solicitado a algunas Administraciones, sería una opción alternativa y voluntaria para quienes, llevados por ese temor o prudencia que comentábamos y por las circunstancias actuales, deseen una alternativa para poder cazar y controlar las poblaciones. En fin y al cabo es como se caza en muchos países.
Lo que está claro es que habrá que ir cambiando el "chic" y que hará falta imaginación para poner seguir cazando.
Salud para todos
Express
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