Buitre Negro
Las aves de España

Buitre Negro


Una de las más grandes y pesadas rapaces del mundo, se encuentra en grave peligro de extinción, incluso en España, que constituye el último refugio del ave en Europa occidental. Su hábitat preferido, y casi exclusivo en España, son los bosques de pinos y, particularmente, las «manchas» de monte bravío. El Buitre Negro construye en ellos su nido, que puede alcanzar enormes dimensiones. En otoño se afianzan las parejas, que realizan vuelos nupciales y casi enseguida comienzan a arreglar el nido, recogiendo materiales de zonas vecinas; antes del apareamiento se han descrito movimientos de ambas aves, que se colocan en posición casi horizontal y realizan simulacros de lucha. El pollo permanece varios meses en el nido y hasta fines de verano no comienza a volar. Las aves adultas y de edades intermedias se desplazan grandes trechos en busca de comida, por lo que pueden verse en zonas poco montañosas y apartadas de sus lugares de cría.

Familia:Accipítridas
Nombre cientifico:Aegypius monachus
Orden:Falconiformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:105
Habitat:Monte bravío
Identificación:Parecido al Buitre Común, del que se distingue por tener cabeza más grande, pico más fuerte y cola mayor, algo cuneiforme; el plumaje del adulto no es negro, sino pardo oscuro uniforme, con gorguera parda; cuello calvo; el joven, tono general más oscuro, cara casi negra; sexos iguales.
Nidificación:El nido, en árboles, principalmente alcornoques y pinos, construido o reparado por ambos padres, es un montón de ramas y palos que pueden alcanzar gran tamaño; está colocado entre 3 y 25 metros; puesta, final de febrero-marzo, un huevo blanco, manchado de pardo-rojizo; incubación, de 52 a 55 días, por ambos sexos; el pollo, alimentado por ambos padres, vuela a los 4 meses.
Alimentación:Principalmente carroña, aunque a veces captura animales enfermos.

El Buitre negro Aegypius monachus es el de mayor envergadura y el más pesado de los de la avifauna europea, un gigantesco pájaro que cuando planea con alas extendidas produce la impresión de que un gran rectángulo negro flota en el espacio.

El plumaje de los adultos por encima es marrón muy oscuro que llega a ser negro en las primarias. Por debajo es del mismo color y algo más grisáceo bajo el nacimiento de la cola. Pero la característica más notoria y que da verdadera personalidad a este buitre es su pescuezo limpio de plumas o plumón con la piel desnuda de color rosa violáceo lívido, pero con zonas de plumón muy corto en la parte superior de la cabeza y en la cara. Sobre el oscuro plumaje destacan mucho cuando está posado y tiene plegadas las alas, unas plumas largas y finas (escapulares) de los hombros de color netamente amarillento y la gorguera de la base del cuello formada por plumas cortas, pálidas y que suele llevar erizadas. Los ojos son marrones, el pico muy grande y robusto está cubierto en un tercio de su longitud por la cera que tiene una tonalidad rosa violácea. Las patas son gris azuladas.

El plumaje de los buitres negros inmaduros es más oscuro que en los adultos, sobre todo los jóvenes del primer año y los inmaduros de dos años. Los del primer año tienen el plumón de la cabeza y cara negruzco muy oscuro, dando la impresión de estar enmascarados por el contraste que ofrece su cara con las comisuras blancas del pico. Los ojos, que son muy oscuros están bordeados por un anillo de piel desnuda blanquecina.

En los inmaduros del segundo año de vida aparecen partes de piel desnuda en la cara y desde los tres a los cinco años todo este plumón oscuro se aclara, siendo entonces pardo blancuzco. En todos ellos el plumaje del cuerpo es marrón oscuro, pero las partes inferiores son marrones más claras que en los adultos.

La diferencia entre los sexos no se nota a simple vista. Parece ser que los machos son algo menores y de menos peso, pero no existen otros caracteres externos que a primera vista permita distinguirlos; quizá tampoco su conducta en el interior del nido.

Cuando vuela su silueta es impresionante por lo ancho y largo de sus alas, con la cola muy corta ligeramente acuñada, lo que le distingue del Buitre común Gyps fulvus, aunque este detalle es difícilmente apreciable en el campo. Mucho mayor y de forma más rectangular que cualquier otra águila de la fauna europea, no existe posibilidad alguna de confusión. Cuando se remonta planeando y vemos su perfil de frente, su forma es completamente plana, aunque se le aprecian ligeramente levantadas las puntas de las primarias.

El Buitre negro pasa mucho tiempo en el aire planeando y sólo en ocasiones bate las alas de forma imperceptible. Cuando inicia el vuelo desde el nido, un árbol o el suelo, lo hace batiendo las alas lenta muy profundamente. El Buitre común al volar lleva las alas en V abierta. Posado tiene el plumaje muy diferente, más claro y su cuello está cubierto de plumón, es más largo y el pájaro forma grupos muy numerosos. A estas diferencias de plumaje entre las dos especies hay que añadir otras de carácter trófico y aunque ambas se encuentran habitualmente junto a la carroña, parece haber entre ellas, respecto a la selectividad de presas, diferencias acusadas que Valverde (1966) resume así: Buitre negro: a) Territorio bien marcado y de poca extensión que recorre en vuelo bajo, posándose con frecuencia en árboles y en tierra. b) Presas de tamaño pequeño, medio y grande sobre las que come durante varios días. c) Búsqueda de presas en terreno cubierto con matorral o arbolado. Buitre común o leonado: a) Territorio muy extenso en bandos numerosos y volando a gran altura; Vuelos erráticos. b) Presas de tamaño medio y grande, que devora el bando en unas horas. c) Búsqueda de presas en grandes espacios abiertos. El Buitre negro vive en lugares remotos difícilmente accesibles y, por supuesto, lejos de habitaciones humanas, aunque cerca de pastizales del ganado o terrenos extensos de monte bajo donde abunde la caza mayor y menor. Como luego se dirá detalladamente, usa grandes árboles para la construcción de sus nidos, ya estén en bosques o en grupos aislados, con preferencia en laderas y siempre en terreno montañoso.

En general se ha tenido a esta especie como un pájaro prácticamente mudo y en ello insiste Bernis, que ha pasado muchas horas observándolos durante la reproducción. Aquí, en el nido solamente pudo escuchar los gritos guturales del pollo que van desde un tono agudo en el recién nacido hasta uno más grave en los ya crecidos. Cuando ya se han desarrollado tanto que se muestran agresivos al cogerlos, emiten un resoplido sibilante. También un ¡gak, gak, gak! grave y gutural que indica temor. Bernis sospecha, sin embargo, que ciertas actitudes del pollo en el nido obedecen o responden a sonidos emitidos por el adulto al llegar y que no fueron audibles para el ornitólogo observador. Brown y Amadon señalan su carácter de pájaro silencioso, pero añaden a continuación que, ante la carroña emiten graznidos y silbidos y otros sonidos durante la época de la cría.

Se alimenta fundamentalmente de carroña, aunque no está tan especializado en ella como el Buitre común. Los ornitólogos estiman que sus garras tienen una mayor movilidad, lo que le permite capturar presas vivas o que tienen sus facultades físicas disminuidas por alguna enfermedad o que estén malheridas de la caza, etc. También se mencionan casos aislados de ataques a corderos recién nacidos. Según Bernis (1966) la presencia frecuente de restos de conejos Oryctolagus en nidos extremeños, obliga a pensar que la mixomatosis ha colaborado con este buitre para la captura fácil de estos mamíferos muertos o enfermos. El mismo ornitólogo cita casos comprobados de ataques a aves o mamíferos recién nacidos, pero que ocurren en circunstancias muy especiales. Escribe que un guarda fue testigo en las Marismas del Guadalquivir del ataque de los buitres a un ternero recién nacido apartado de la vaca, al que dañaron los ojos y otras partes blandas. También Valverde y con referencia a las mismas Marismas tuvo noticias de un ataque de los buitres a una colonia de flamencos Phoenicopterus ruber. Bernis estima como frecuente la alimentación de carroña de ovejas, cabras, vacas, ciervos, y conejos y menos frecuente, aunque también comprobadas, caballos, liebres, ardillas, perros, zorros, erizos, flamencos, gansos y muy a menudo materia vegetal. Las egagrópilas recogidas dentro o cerca de los nidos medían 12 x 14 cm. y están formadas en su casi totalidad por pelo de mamíferos, probablemente de oveja, conteniendo fragmentos de huesos del mismo mamífero. Otras contienen, a lo que parece, hierba y Suetens y Groenendael (1966) comprobaron en los nidos que estas bolas herbosas eran suministradas al pollo que las desmenuzaba y comía. Parece ser que la materia vegetal ayuda en la regurgitación de comida no digerible. Más egagrópilas recogidas por Bernis de menor tamaño, contenían lana de oveja, pelo de cabra, de conejo y liebre. Curiosamente en una encontró dos garras sueltas posiblemente de liebre y en otra una avispa.

Araujo (1973) en el Guadarrama lo observa sobrevolando la zona donde hay explotaciones ganaderas bastante extensas. En febrero vio dos ejemplares comiendo sobre el cadáver de un toro.

Garzón (1973) insiste en sus hábitos carroñeros. En 39 nidos encontró noventa y cinco restos; de oveja (31 ), cabra (22), conejo (20), perro (10), caballo (6), ciervo (2), zorro (2), gallina (2). Estima además que los restos de ésta última probablemente proceden de un basurero y los abundantes conejos como resultado de la mixomatosis.

Morillo y Lalanda (1972) en un control efectuado sobre 24 nidos consideran que la abundancia de restos de Ciervo y Conejo, dan idea de cual es la dieta básica de estos pájaros en los Montes de Toledo y que es ciertamente dependiente de las cacerías que se efectúan en los cotos de la zona.

El Buitre negro ocupa un territorio no muy extenso y aunque es un pájaro no tan gregario como el Buitre común, puesto que se le suele ver solitario, en parejas o en muy pequeños grupos, anida en colonias, si a este término aplicamos la misma concepción que le dio Bernis, quien lo estimó así cuando describió la situación de nidos distantes entre sí un mínimo de 100-200 metros y otros a más de 300-400 metros (Cáceres: 45 nidos ocupados y por lo menos 20 vacíos). En Gredos una antigua colonia tuvo un promedio de 25 parejas reproductoras distantes entre sí 500-1.000 metros y en algún caso raro a sólo 100 metros.

Los nidos son construidos en árboles con frecuencia en pinos a gran altura entre 20 y 30 metros, pero en Iberia la zona donde el Buitre alcanza ahora mayor densidad está poblada por muchos y grandes alcornoques Quercus suber, estando los nidos más bajos a 3 metros escasos del suelo y los demás rara vez sobrepasan en altura los 4 metros, habiéndose encontrado alguno a más de 10 metros.

Suetens y Groenendael que estudiaron concienzudamente una colonia situada en la ladera de una montaña entre 600-850 metros sobre el nivel del mar, en zona bien poblada de Jara, Brezo, Madroño, Encina, etc., y con buen número de alcornoques aquí y allí. Los buitres negros tenían allí sus nidos sobre los más corpulentos alcornoques. Su densidad no era muy alta, pues en 2.000 Ha de terreno sólo fueron encontrados siete nidos y de ellos únicamente cinco ocupados. Parece que existía una cierta preferencia por la ladera meridional donde se asentaban la mayor parte de ellos. Todos estos estaban sobre la copa de los alcornoques abiertos al cielo para permitir que los corpulentos buitres aterrizaran. Sus alturas desde el suelo oscilaban entre 9 y 13 metros.

Los nidos de esta especie tienen unas dimensiones extraordinariamente variables y en algunos casos pueden ser en verdad gigantescos por la acumulación año tras año de material. Un nido de nueva construcción tenía 95 cm. de altura y un diámetro de 145 cm. Pero dos más viejos medían respectivamente de alturas 140 y 200 cm. y 170 y 180 cm. Las distancias entre ellos alcanzaban un mínimo de 200 m. y un máximo de 800. De los ocupados las distancias entre ellos oscilaban entre 1.000 y 1.800 m.

El nido está construido por gruesas ramas en especial de alcornoques. El cuenco interior está revestido de hierba seca. En uno de ellos encontraron los ornitólogos lana y pedazos de piel de oveja y caballo. Normalmente los buitres negros son bastante confiados y permiten la aproximación de los observadores a sus nidos sin volar ni asustarse, hasta distancias de 75 metros y a veces de 30 metros.

Aunque es pájaro eminentemente forestal para anidar, a menudo se contenta con ocupar terrenos con árboles aislados. Bernis (1966) escribe que todos los nidos de Buitre negro bien conocidos en nuestra Península, están o estuvieron emplazados sobre árboles y los hábitats de nidificación responden aquí, casi invariablemente, a bosques de pinos en niveles supramontanos y subalpinos de grandes montañas con nidos en pleno bosque, en árboles solitarios o en hábitat del tipo que tradicionalmente se conoce como mancha o monte bravío formado por jaras, labiérnagos, brezos, madroños, lentiscos, etc. y los que tienen pequeños bosques de alcornoques, Quejigo, Acebuche, Encina, Roble o bien extenso jaral con algún alcornoque aislado o crecido enebro. El Buitre negro para construir su nido es indiferente a la especie de pino, aunque no al tamaño y posición estratégica del árbol elegido. En el Guadarrama los nidos estaban o estuvieron sobre Pinus sylvestris. En Gredos oriental sobre Pinus nigra o Pinus pinaster. Bernis insiste también en que el árbol preferido para anidar es el Alcornoque. En Salamanca descubrió un nido sobre un Enebro y en Cáceres cuatro nidos sobre encinas. Cita referencias de la vertiente meridional de Gredos sobre robles. El uso persistente del mismo nido lo va haciendo aumentar año tras año de volumen y de ese modo los nidos llegan a adquirir grandes proporciones. Ningún otro pájaro de la Península Ibérica llega a acumular tal cantidad de leña en los nidos. Con frecuencia estos con tanto peso acaban desplomándose completamente. Bajo alguno de los árboles se llega a acumular un enorme montón de leña.

Se ha dicho que en Mallorca las pocas parejas que aún sobreviven construían sus nidos sobre roquedos. Pero está comprobado que esto no es exactamente cierto (Mayol, 1975). El grupo ornitológico Balear realizó allí observaciones que han demostrado cómo los nidos de Buitre negro mallorquín están sobre pinos carrascos Pinus halepensis que crecen en los cantiles marinos y más raramente en otros árboles. Probablemente esta situación es la que originó confusión en los ornitólogos a quienes a primera vista parecería que los nidos estaban asentados en el acantilado. Sin embargo y aunque en la Península Ibérica no se conoce ningún caso, en Asia está perfectamente comprobada la nidificación sobre rocas.

Sobre la situación de los nidos de esta especie en una sierra mallorquina voy a copiar textualmente algunos párrafos de una nota muy escueta, pero de gran valor, publicada, por el biólogo Ramón Elósegui (1970, Munibe): «El 20 de marzo de 1970 con el cielo totalmente despejado descubrimos el primer nido. Está situado sobre un pequeño pino que sale de una repisa a media altura de un paredón de 320 m. Diámetro aproximado de 150-180 cm. Altura superior a 100 cm. En el centro un huevo rodeado de mechones de gramíneas semisecas, arrancados de raíz. El borde externo de la concavidad, muy blanqueado por los excrementos, adquiere la coloración de la caliza del paredón. El 21 de marzo de 1970 con cielo despejado. Unos 100 metros bajo nosotros nos observa por un breve momento un adulto erguido sobre el centro del nido. Se lanza al vacío y desaparece. Este nido ocupa toda la copa de un pequeño pino de las condiciones del anterior a unos 140 metros sobre la base del paredón. En el centro se ve el huevo y cuatro mechones gruesos de gramíneas secas. A 500 m. al Nordeste del anterior y en el mismo paredón, sobre un gran pino que sale de una estrecha repisa, se ve otro nido. Las ramas del propio pino ocultan sus tres cuartas partes. Parece que no está ocupado. En uno de los nidos descritos la cría era capturada todos los años.»

Durante todo el año los adultos aportan palos secos y otro material al nido, pero este trabajo se intensifica en el mes de febrero y en los primeros días de marzo. Todo el material es recogido en los alrededores del nido y consiste fundamentalmente en ramas de alcornoque como ya se ha dicho, pero también de brezo, labiérnago, jara y otras plantas abundantes allí. El cuenco está formado con ramitas finas, con frecuencia de pino, entrelazadas con trozos de lana y pelos. Ocupan nidos de otros años, llegando a ser un problema cuando se trata de obtener el corcho de los alcornoques y al podar éstos muchas ramas vencen y los nidos son derribados. Morillo y Lalanda (1972) aseguran que la construcción de un nido nuevo comienza con una plataforma de palos entrecruzados casi tan amplia como la estructura definitiva. Sobre la situación de las colonias de nidos aportan una nueva teoría que no ha sido abordada antes. La trashumancia tuvo vital importancia en la ubicación de las colonias de Buitre negro. La colonia estudiada por ellos estaba precisamente enclavada en la unión de varias cañadas, cuya existencia, dicen los ornitólogos citados, «no habían podido advertir antes por encontrarse en desuso desde hace años e incluso haber desaparecido en algunos tramos. Las cañadas, que no eran utilizadas sólo para el ganado trashumante, sino también para su traslado a ferias, mataderos etc., afluyen en abanico desde varias direcciones, dando así lugar a un gradiente de frecuencia de posibles presas que alcanza su máximo en el área de confluencia. Y este fue probablemente el factor que indujo a los buitres a instalarse en sus proximidades, eligiendo para hacerlo una ladera con la orientación y vegetación más adecuadas».

Los nidos encontrados por Garzón (1968) en la Sierra de Gata estaban construidos sobre encinas, Pino marítimo Pinus pinaster y consistían en unas plataformas muy sólidas recubiertas de materia terrosa formada quizá al pudrirse la madera. En tiempos hubo en la zona estudiada por él una importante colonia, pues cita datos facilitados por un pastor quien en una sola tarde fue capaz de recolectar siete huevos.

El Buitre negro pone un único huevo de color pardo claro, casi blanco. También se han encontrado huevos blancos y otros pardo oscuro uniforme. Aun los de color totalmente blanco, tienen en la parte más ancha una corona de puntos marrones. Según Jourdain, para 86 huevos de colección se obtuvo un promedio de 91,6 x 68,7 mm. Bernis cita las medidas de dos huevos que se conservan en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid: 69,9 x 93 mm y 63,3 x 88,5 mm.

Si el Buitre negro pone todos los años es una cuestión que no parece aclarada del todo por los ornitólogos que más de cerca han estudiado la especie. Probablemente algunas parejas lo hagan así, pero otras por diversas causas parecen remisas a ocupar año tras año el nido donde criaron la primera vez. Lo que sí parece, fuera de duda, es que la retirada de un huevo de un nido hace abandonar el lugar a la pareja y la repetición de la puesta se presenta como muy problemática en el mismo año y se sospecha que al año siguiente el lugar es desertado.

La puesta del huevo se efectúa en Iberia normalmente en la primera mitad de marzo, pero existen casos comprobados en el mes de febrero (Witherby, Bernis). La iniciación de la incubación más precoz atestiguada por Bernis fue un 17 de febrero y la más tardía un 9 de abril. Estima que esta puede empezar en cualquier momento dentro de un período relativamente largo del orden de un mes y que los casos extremos como se ve, difieren en casi dos meses. Esta incubación parece ser efectuada sólo por la hembra y dura alrededor de 52 a 54 días.

Bernis que ha seguido minuciosamente el desarrollo de un pollo de Buitre negro desde su nacimiento hasta que se hace volandero, da detalles inéditos (Ardeola, 1966). Al nacer está cubierto con un primer plumón de color blanco parduzco, pasando más tarde a partir de la espalda a tener un color pardo fuliginoso. Este aparece hacia los 18 días de edad cuando ya tiene el tamaño de una gallina. A los 30 días le han salido varias plumas y el pollo ha crecido mucho. A los 60 días ya está todo cubierto, volando aproximadamente a los 100-120 días. Se calcula que el ciclo total de la reproducción de este buitre alcanza alrededor de ocho meses. De los muchos pollos examinados por Bernis se deduce que en Iberia la mayor parte nacen en la segunda quincena de abril, pero también algunos en mayo. El nacimiento más precoz en cuatro años de estudio fue un 9 de abril y el más tardío, verdaderamente excepcional para el mismo período, el 31 de mayo.

La atención al pollo dentro del nido es efectuada por los dos adultos que regurgitan carne a medio digerir en el fondo del nido, recogiendo luego trozos con el pico y dándosela al pollo. Frecuentemente el pollo picotea en las comisuras de los adultos que le dan de beber un líquido acuoso. También se alimentan de un líquido pardo oscuro que muchas veces aparece antes de la regurgitación del alimento sólido, cuando los adultos con el pico abierto realizan contorsiones para poder devolver la comida.

Como en las zonas de nidificación en la Península Ibérica el sol calienta muy fuerte, los adultos procuran con su cuerpo y a veces con las alas entreabiertas, siguiendo el curso del sol. sombrear al pollo. Prácticamente siempre hay un buitre posado sobre el nido acompañando al pollo y esperando el relevo por el otro adulto. El suministro de bebida es muy frecuente, casi el doble de veces que el de alimento sólido.

Cuando está a la mitad de su desarrollo el pollo se vuelve agresivo si se le intenta coger, lanzando fuertes picotazos, pero no regurgita la comida como hacen los de Buitre común que, contrariamente, son muy mansos.

Los jóvenes buitres se dispersan, algunos parece ser que nada más abandonar el nido. Dos anillados como pollos en Extremadura fueron recuperados, uno a 115 km. al Norte de su lugar de nacimiento, sólo mes y medio después de abandonar el nido. El pájaro fue recogido moribundo probablemente como consecuencia de haber ingerido un cebo de carne envenenada. Otro fue capturado 270 km. al Sur de su nido, después de un año y diez meses. Otros anillados también como pollos en nidos de la provincia de Cáceres, fueron recuperados, uno en Ciudad Real a 150 km al Sudeste y a los 6 años y 5 meses; uno más en la misma provincia a 55 km. al Este a los 6 años, y un tercero en Salamanca a 106 km. al Noroeste a los 4 años y 4 meses. Bernis estima que los buitres negros inmaduros se alejan bastante de su lugar de nacimiento y se agrupan en lugares que les ofrezcan abundante alimento. Las Marismas del Guadalquivir son uno de estos lugares. Allí a falta de árboles, los buitres se posan en el suelo, pero también en zonas próximas arboladas. En todas ellas se ven aves inmaduras de más de un año y de menos de seis y algún joven menor de un año

Los dormideros de buitres negros son conocidos en diversas zonas de la geografía peninsular. Algunos de estos lugares donde se concentran buen número de individuos de esta especie al atardecer, están bastante alejados de las más próximas colonias de cría. Parece ser que estos dormideros están integrados en gran parte por jóvenes e inmaduros, que una vez alcanzada la edad de reproducción, después de los cinco años, se acercan a los tradicionales lugares de cría.

Es un pájaro poco desconfiado. En cuanto divisa el cadáver de un animal, va hacia él sin pensarlo mucho. No así el Buitre común, que, además de tardar más en descubrir las presas, se posa sólo después de volar en círculos sobre ellas mucho tiempo y lo hace entonces a prudente distancia, observándolas un buen rato antes de acercarse.

Cuando los buitres negros acuden a comer una carroña, nada más posarse cerca de ella se dirigen caminando grotescamente a saltos con alas entreabiertas. Los últimos llegados atacan a sus congéneres y ocupan la plaza para comer. Las luchas entre ellos son continuas, pero rara vez atacan a los buitres leonados presentes sobre la misma carroña. Los atacados intentan el apaciguamiento, moviendo la cabeza a los lados y levantando una pata con los dedos extendidos, actitud muy característica y conocida de los ornitólogos. No parece existir una jerarquía entre ellos tal como se ha observado en el Buitre común.

Una conducta tradicional de los buitres es su costumbre de acudir a charcas y bebederos para beber y bañarse. Allí se reunen con buitres leonados y todos juntos se chapuzan en las aguas someras, para luego permanecer secándose al sol con las alas entreabiertas.

Según Bernis, para 1966 en un cálculo que él estimó entonces como no pesimista evaluó la población española en poco más de doscientas parejas adultas. A esta cifra añadía un importante contingente de inmaduros y jóvenes, pero, admitiendo una pérdida anual del 50 por 100 de los pollos y jóvenes recién volados del nido y teniendo en cuenta que este pájaro tarda cinco años por lo menos en adquirir la madurez sexual, quizá podía calcularse entonces una población total de ochocientos buitres negros. En el mismo año J. M. Thiollay y J. Trotingnon que recorrieron a pie (740 km) toda la costa norte de Mallorca desde Palma a la bahía de Alcudia, no encontraron ningún nido, pero controlaron entre el 10 y el 25 de agosto por lo menos 67 buitres negros. Esta estimación fue sorprendente para muchos ornitólogos y por supuesto dudada. Geroudet, al margen de otras consideraciones se sorprende de que una tal elevada población en una zona tan reducida, pueda alimentarse convenientemente para subsistir. Mayol (1975) estima la población actual de Mallorca en unos 33 buitres negros, confinados en la Serra de Tramuntana. En Iberia la población dada para 1966 ha disminuido drásticamente.

Varias causas motivan la disminución de la especie de manera tan espectacular. La gran afluencia de personas a todos los lugares de la geografía peninsular por apartados que sean, la tala de los alcornoques y sobre todo la poda de ramas donde se asentaban los nidos, el envenenamiento de las reses muertas en los cotos para combatir las llamadas alimañas y el robo de huevos y pollos por extranjeros que obtienen buenos beneficios vendiéndolos a parques zoológicos y colecciones particulares, engañando con dinero a personas incultas y a desaprensivos.

En Iberia el área de cría se reduce exclusivamente a las provincias centrales y centro occidentales de España, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Sevilla, Avila, Segovia, Toledo, Cádiz, Huelva etc. También en Portugal hay una reducida y poco estudiada población en Alto Alemtejo, Beira Baja y Beira Alta. A estas hay que añadir la ya citada población del norte de Mallorca.

En Europa se reproduce en Grecia, Rumania y muchos de los países que rodean el Mar Negro, llegando por Asia hasta China. Antiguamente abundaba en las islas mediterráneas, pero hoy está prácticamente exitinguido en Cerdeña y Sicilia. Se cita como raro visitante en los Pirineos, aunque algunas observaciones están referidas a otra especie de buitre muy parecida, pero algo más corpulenta, el Buitre orejudo Torgos tracheliotus que vive en el noroeste de Africa hasta Túnez, por citar sus áreas de reproducción más próximas a Iberia. Desde allí algunos individuos probablemente jóvenes o inmaduros en movimientos posgenerativos, pudieran alcanzar zonas de la Península Ibérica. La única observación hasta ahora segura de este Buitre en nuestro país y citada por Bernis, es la publicada en la revista francesa L'Oiseaux sobre dos buitres orejudos vistos en compañía de varios negros y leonados en torno a un caballo muerto en el Alto Pirineo, junto a la frontera española frente a Luchon. Aparte de otras notas distintivas menos notorias la mayor diferencia con nuestro buitre negro consiste en la presencia en el pescuezo de Torgos de dos pliegues de la piel que se proyectan lateralmente y que son muy visibles.

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