Reyezuelo Sencillo
Las aves de España

Reyezuelo Sencillo


Vivarachos y audaces, los reyezuelos son las aves más pequeñas de nuestra fauna. Durante el cortejo nupcial, el macho extiende y levanta su llamativa cresta, a la que deben sus nombres vulgares estas aves. El reclamo es muy parecido en las dos especies y consiste en un corto «chi-chi», de tono más alto que los gritos de un Carbonero Garrapinos o de un Agateador; el canto es parecido en los dos reyezuelos, más monótono y fuerte en el Listado, mientras que en el Sencillo es agudo y característico: la repetición de una nota doble «siisiisiisiisiisia». En sus principales áreas de cría se han beneficiado de las repoblaciones de coníferas, aunque su número siempre se reduce notablemente en los inviernos crudos y en algunos excepcionalmente duros casi se han extinguido; sin embargo, logran restablecer los efectivos. Aunque las dos especies crían en España, el Reyezuelo Listado está bastante extendido, mientras que el Sencillo únicamente lo hace en algunos núcleos montañosos del centro, macizo Ibérico y Pirineos. Sin embargo, puede vérsele en migración e invernando.

Familia:Muscicápidas
Nombre cientifico:Regulus regulus
Orden:Passeriformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:9
Habitat:Bosques
Identificación:Plumaje verdiamarillo, con doble barra alar; cresta del macho anaranjada, más amarillenta en la hembra y ambos bordeadas de negro en la base; el Listado con ceja blanca, lista ocular negra y hombros dorados.
Nidificación:Normalmente en coníferas pero a veces en caducifolias, arbustos o trepadoras, sobre todo el Listado; ambos sexos construyen un complicado nido de telas de araña, musgo y plumas, suspendido por asas; puesta, de abril a junio, de 7 a 10 huevos blancos a ante pálido, moteados de pardo (Sencillo), o mayo junio, de 5 a 12 huevos, rosados con manchas oscuras (Listado); incubación, por la hembra, de unos 15 días; los pollos, alimentados por ambos padres, abandonan el nido a los 18 días; normalmente dos crías.
Alimentación:Mosquitos y otros insectos; arañas.

Antes de ver al Reyezuelo sencillo Regulus regulus, probablemente lo escuchamos mientras se mueve inquieto por entre el ramaje. Su voz resulta inconfundible, tanto como su silueta rechoncha y diminuta. Las partes superiores son de color gris verdoso y blanco sucio o blancuzco por debajo, a menudo ligeramente manchado en el pecho y flancos de pardo amarillento. Las puntas de las plumas cobertoras de las alas son de color blanco cremoso y su conjunto forma una banda blanca a través de las alas largas y otra más corta encima con mancha negra debajo de la primera. Los machos tienen una cresta recogida en el centro del píleo de color anaranjado y que destaca sobre el color amarillo de aquél, que a los lados tiene un borde negro muy visible también. Las hembras son más pálidas en el plumaje de la espalda y el píleo es amarillo limón con alguna pluma terminada en punta anaranjada, pero no en todos los pájaros de este sexo. La cola es negruzca sin ninguna marca ni mancha blanca y el obispillo verde amarillento. Muchos de estos caracteres señalados son difíciles de apreciar dentro del bosque, tanto por la escasa luz como por los movimientos que continuamente realiza entre el ramaje. El pico es corto y muy fino de color negro y las patas y pies pardos. Al coger uno de estos reyezuelos en la mano se aprecia en seguida que las plumas del píleo son largas y sedosas y pueden ser separadas en dos mechones las anaranjadas del macho, descubriendo un fondo amarillo. Los reyezuelos jóvenes en su primer invierno tienen el píleo amarillo y algunos machos apuntan ya plumas anaranjadas. Svensson (1975) conoce la edad de los reyezuelos de la siguiente manera: a) pájaros en su primer año de vida tienen las tres rectrices exteriores de cada lado de la cola terminadas en punta muy fina y aguda y b) los pájaros adultos poseen las mismas plumas terminadas en punta muy redondeada.

El Reyezuelo sencillo solamente puede ser confundido en la Península Ibérica con el Reyezuelo listado Regulus ignicapillus, de su mismo tamaño, parecido canto y conducta similar. Pero éste tiene un plumaje más brillante con el dorso verdoso y amarillento y sobre todo destacan en su cabeza dos rayas blancas una por encima y otra por debajo de los ojos que están atravesados por una raya de color negro.

Vuela con rapidez, pero en cortos trechos y recordando a los páridos. Ocasionalmente lo hace en largas distancias y entonces su vuelo es ondulado. En algunos lugares se cree que este pájaro llega cobijado en las alas de las torcaces. Esto se debe probablemente a que muchos aparecen en el País Vasco y en Navarra coincidiendo con el paso otoñal de las palomas y a que muchas personas no creen posible que tan diminuto y débil pájaro pueda volar muy lejos. Cuando se observan sus continuas idas y venidas en las ramas de árboles y arbustos, sorprende que no preste atención a la presencia de los observadores que pueden acercarse a muy corta distancia sin que el Reyezuelo muestre señales de alarma. Incluso cuando se ven hacer el nido se puede estar a pocos pasos sin que por ello interrumpan su labor. Sus acciones de rama en rama recuerdan a la vez a las de los paros y mosquiteros. Incansables, examinan el envés de las hojas y picotean éstas y las ramas, sin duda realizando una extraordinaria limpieza de pulgones y otros innumerables insectos, huevos y larvas. No son tan acrobáticos como los carboneros Parus spp., pero caminan por el follaje más que éstos y sacuden continuamente las alas como los mosquiteros, pero rara vez hacen «salidas al aire» en persecución de insectos y sus movimientos están acompañados por un ¡¡sii-sii !! continuo. A partir de febrero y aun antes se ven en parejas, pero fuera de estos meses de reproducción, desde septiembre vagan por el bosque y la campiña próxima formando grupos numerosos. Aunque se ven bien, resulta difícil seguir sus movimientos y al pronto uno no sabe si son reyezuelos sencillos o listados.

El hábitat es variado, desde pinares en el otoño e invierno hasta hayedos, robledales y abetales durante la reproducción. Siempre se consideró a esta especie muy ligada a las coníferas, pero en la actualidad en grandes extensiones de la Cordillera Cantábrica puede ser observado en hayas e incluso en abedules.

Canta en tono muy alto, repitiendo una estrofa formada por dos o tres notas finas y agudas ¡¡tsi-tsi...!! prolongadas y terminadas en un floreo ¡¡trerr...!! Una vez escuchadas las dos especies de reyezuelos es fácil distinguirlos en el campo. Su canto es repetido con insistencia a partir de febrero y con mucha intensidad de marzo a julio, remitiendo a finales de este mes para reanudarlo ya intermitentemente en septiembre y quedando prácticamente mudo en diciembre. Pero durante agosto también se escucha ocasionalmente lo mismo que en días soleados de diciembre. No se oye apenas desde 80 metros de distancia en buenas condiciones de acústica y cuando se van acercando al nido pueden cantar en un minuto 6-8 veces. A menudo y estando a muy corta distancia se les oye un corto y agradable gorjeo.

La cantidad de minúsculos insectos que estos pájaros devoran así como sus larvas y huevos es incalculable puesto que su actividad es constante y resulta raro verlos quietos, aunque alguna vez se observa posados peinándose el plumaje. También devora innumerables pequeñas arañas.

Pronto, en febrero, los machos se muestran muy inquietos y se acercan a las hembras con la cresta anaranjada erizada y abierta hacia los lados de una forma que sorprende, ya que recuerda a una melena pelirroja que en algún momento casi le cae sobre los ojos. Si la densidad de reyezuelos es grande, los machos se persiguen con encarnizamiento no se sabe si por la disputa de una hembra o por el territorio donde se han encontrado los dos.

La nidificación comienza normalmente a partir de la segunda quincena de abril, no es rara unos días antes y ocasional en marzo. Más frecuentemente parecen comenzar en zonas de bosques de montaña en el mes de mayo. En la primera semana de junio casi todos los nidos observados tenían pollos bien crecidos y algunos ya habían volado. Los hayedos no estaban aún muy densos en vegetación, pero había numerosas plantas trepadoras que muy verdes y frondosas ofrecían buen asiento a los diminutos nidos. Donde los hay, prefieren abetos, utilizando los extremos de las ramas para colocar el nido. Su altura es muy variable, desde casi el nivel del suelo sólo ocasionalmente, hasta 10-12 metros. Walpole-Bond los encuentra en arbustos a sólo 60 cm. (una vez) y a 1 metro varias. Corrientemente se descubren entre 2 y 3 metros y siempre invariablemente colgados de 5-7 ramitas que agrupan, formando como soportes o asas y protegidos por encima por la misma rama. Muy a menudo entre la hiedra que cubre los troncos de los árboles y en otras plantas trepadoras o enredaderas. En Asturias son frecuentes en los escasos tejos Taxus baccata que aún resisten en los montes. Normalmente es construido casi todo él con musgo verde y líquenes blanquecinos, bien sujeto con telas de araña que suelen tapar varias pequeñas plumas que hacen los bordes muy redondeados y le dan al conjunto una forma de pequeña taza o cubeta. La hembra parece realizar la mayor parte del trabajo y el macho se acerca con frecuencia al nido en construcción, cantando y sin que pueda ver si lleva algún material. La puesta oscila entre 7 y 10 huevos. muy corrientemente 8 y rara vez 11 y 12. Más raras parecen las de 5 y 6, pero se han encontrado, probablemente eran todas segundas puestas. Campbell y Ferguson-Lees (1972) dan extremos de 5 y 13 y Jourdain (1940) de 7 y 13. Son de color blanco parduzco o café con leche muy claro y fina y densamente punteados sobre todo en la mitad más ancha. Jourdain para 100 huevos obtenidos en Gran Bretaña da un promedio de 13,6 x 10,2 mm. con un máximo de 14 x 11 y un mínimo de 13,6 x 9,5 mm. Verheyen para 51 de Bélgica da una media de 14 x 10,5 mm. La incubación es efectuada sólo por la hembra durante un período de 14-16 días (Verheyen, 12-14), (Jourdain, 14-17), Al nacer están cubiertos con un plumón corto y ralo de color gris; el interior de la boca es naranja vivo y no tiene puntos oscuros en la lengua.

Ambos adultos los ceban con insectos, a intervalos que parecen muy largos en comparación con otras especies insectívoras. El macho no deja de cantar en ningún momento y sus aproximaciones al nido se detectan pronto. En él penetra como agachado y cuando los pollos son recién nacidos queda oculto completamente dentro. A los 18-20 días abandonan el nido y no se alejan mucho, situándose todos los jóvenes juntos en una rama donde continúan siendo atendidos por lo menos durante una semana más Regulus regulus ocupa en Europa bosque de coníferas y mixtos, pero buscando en invierno sotos con abundantes malezas y arbustos. Frecuentemente vive en altitudes hasta de 2.000 metros en bosques caducifolios. Falta en zonas mediterráneas, en Islandia y en el extremo Norte por encima del Circulo Polar Artico. En la Península Ibérica vive en bosques de montaña del tercio Norte, con especial concentración en los Pirineos y en la Cordillera Cantábrica occidental. También se reproduce en Sierras del centro de España (Albarracín, Guadarrama, Gredos). Purroy (1972) estima que esta especie encuentra en el abetal pirenaico su biotopo óptimo, siendo allí ave de coníferas en su opinión «por la peculiar especialización en la construcción del nido». En los índices de abundancia considera a esta especie en el bosque de Abeto blanco Abies alba como «dominante». En los hayedos de la Cordillera Cantábrica, en especial en toda la vertiente asturiana es pájaro numeroso y en gran parte del bosque situado a niveles inferiores a los 1.000 metros y superiores a 500, coincide con Reyezuelo listado Regulus ignicapillus que es más bien pájaro de campiña y sotobosque. Becker y Wústenberg (1974) observan Regulus regulus en hábitat de Pinus pinaster y Pinus silvestris en la provincia de Soria y en época propicia para la nidificación. Allí era notoriamente más abundante que Regulus ignicapillus. En Guipúzcoa y Santander se ven cerca de grupos de abedules lo mismo que en altas cotas de la Cordillera Cantábrica.

El Reyezuelo sencillo es en Iberia sedentario, pero con movimientos estacionales en otoño en que baja de nivel altitudinal y se une con los numerosos invernantes que proceden de otros países europeos. El paso otoñal es bien sensible en Guipúzcoa y Navarra, pero no tanto durante la primavera, probablemente porque la marcha de este pequeño pájaro hacia el Norte forma parte de su trashumancia invernal y debe producirse muy pronto en febrero. No parece probable que este pájaro alcance. Marruecos a través de Gibraltar. Balsac y Mayaud (1962) no lo ven en ese país y sí, en cambio, lo citan como invernante en Argelia. El 5 de noviembre de 1975, el francés Pineau realizó una observación de una hembra de Reyezuelo sencillo en plena ciudad de Tánger, siendo ésta la primera para Marruecos. Algunos inviernos (Bannerman, 1953), si no todos, se ve en paso por las Islas Baleares. Bernis (1958) lo considera algo común en invierno en estas islas. Munn, citado por Bannerman, ha notado pequeñas partidas en paso en Alcudia en los meses de febrero y marzo y también lo observa en el otoño. Como en aquellas islas no se reproduce, es de suponer que algunos alcancen el norte de Africa desde ellas.

En España se habían anillado hasta 1972 solamente 41 reyezuelos sencillos, una cantidad demasiado pequeña para esperar recuperaciones que nos indiquen algo más de sus movimientos.

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