Chotacabras Cuellirrojo
Las aves de España

Chotacabras Cuellirrojo


Como otros chotacabras, el Cuellirrojo es de costumbres claramente crepusculares, prolongándose su canto – una nota sencilla o doble que se oye perfectamente desde bastante distancia, repetida continuamente y que semeja una serie de fuertes golpes sobre madera hueca: «pagapagapaga» – hasta bien entrada la noche. Prefiere regiones de matorral mezclado con arbolado de tipo variado, y no parece frecuentar zonas altas, ya que muy rara vez se le encuentra criando por encima de los mil metros de altitud, al contrario que su congénere, que en muchos sitios habita por encima de ese nivel. Rara vez se posa en los árboles, al contrario de la otra especie. No construye nido, pero aprovecha una ligera depresión del terreno para depositar los huevos en el suelo raso. Su área de cría en España se extiende por casi toda la Península, faltando en el norte y en las montañas, así como en Baleares. Sus puntos de cría son bastante constantes y retorna a ellos año tras año. Ave típicamente ibérica, se encuentra también en el norte de Africa.

Familia:Caprimúlgidas
Nombre cientifico:Caprimulgus ruficollis
Orden:Caprimulgiformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:30
Habitat:Matorrales y campos baldíos
Identificación:Bastante parecido al Chotacabras Europeo, aunque de tamaño ligeramente superior; cabeza más grande, franja rojo-amarillenta en el cuello, garganta blanca y cola más larga; macho y hembra presentan manchas blancas en alas y cola, muy llamativas en vuelo; canto característico.
Nidificación:No construye nido; deja los huevos sobre el suelo en regiones secas, pinares, proximidades de zonas arbóreas, por las cuales parece sentir una cierta atracción, aunque raramente se pone en árboles; puesta, de mayo a julio, 2 huevos blanco grisáceo moteados de pardo amarillento y con forma alargada; los pollos son alimentados por la pareja.
Alimentación:Principalmente insectos cazados al vuelo, aunque también captura otros en el suelo, como saltamontes y orugas.

El color del plumaje del Chotacabras cuellirrojo Caprimulgus ruficollis es uno de los más miméticos que se pueden encontrar en el mundo de los pájaros. Cuando permanece inmóvil en el suelo desnudo, rodeado de trozos de madera seca o vegetación mustia es prácticarnente imposible de distinguir y a menudo se pasa a su lado sin que el observador se dé cuenta de su presencia. Incluso cuando reposa en la arena o en el suelo terroso limpio de vegetación, su postura echada con la cabeza encogida y los ojos cerrados, le hacen parecer más un trozo de corteza de un alcornoque que un pájaro. Sus partes superiores son realmente una mezcla abigarrada de gris, rojizo y pardo, con rayado negro denso en las plumas escapulares y en el píleo. La mejor forma de diferenciarlo del Chotacabras europeo Caprimulgus europaeus es atendiendo al collar pardo dorado que rodea todo el cuello y que suele ser más visible bajo la nuca que en la garganta cuando el pájaro está echado en el suelo. En la garganta tiene una amplia mancha blanca normalmente dividida en dos trozos en el centro y también hay pequeñas manchas claras, casi blancas en los lados del píleo y bajo los ojos. Estos son muy grandes y negros y durante el día los mantiene cerrados o todo lo más dejando ver una ligera raya. En las alas se notan bien numerosos puntos dorados o beige y en las primarias y la cola los dos sexos tienen manchas o puntos blancos bien visibles, sobre todo en vuelo. El plumaje de ambos sexos es similar, salvo que en la hembra las manchas de las rectrices exteriores de la cola y las marcas de las plumas primarias de las alas son más pequeñas y notoriamente menos delimitadas que en el macho, casi siempre están teñidas de rojizo o parduzco y nunca son netamente blancas. Las partes inferiores de ambos adultos están manchadas de beige o rojizo desteñido, muy ligeramente rayado de marrón claro y con ondulaciones finas en la parte superior del pecho. La cola es muy larga y mide casi 16 cm. en la mayoría de los ejemplares y juega un muy importante papel en el vuelo y durante el cortejo nupcial de los machos que la despliegan vistosamente, tratando de mostrar las manchas blancas muy pronunciadas y nítidas durante la reproducción.

Al volar presenta una silueta característica e inconfundible que recuerda a un gran vencejo silencioso que volara a baja altura. Sus alas son largas y puede darles un rápido impulso o batirlas perezosamente con una acción deliberada como iniciando un planeo o remonte. Al sobrevolarnos parece más pálido y rojizo que el Chotacabras europeo y, desde luego, se aprecia bien su mayor tamaño. La cabeza es ancha y aplastada y el pico corto y pequeño, muy débil de color negruzco. Alrededor de la boca nacen unas cerdas fuertes y desarrolladas que desempeñan una importante función a la hora de atrapar los insectos voladores en el crepúsculo. El interior de la amplísima boca es de color rojo vivo. Las patas son cortas y parecen débiles, pero el pájaro camina bien por el suelo y los pollos a poco de nacer ya las tienen desarrolladas como los adultos y saltan con fuerza.

El Chotacabras cuellirrojo es de costumbres crepusculares y durante el día permanece posado en el suelo, bien entre vegetación densa, en lugares áridos y arenosos, entre trozos de madera o posado en la rama de un arbusto, pero más a menudo en la de un árbol y normalmente a baja altura y buscando un lugar sombrío. Poco después de ponerse el sol inicia sus vuelos tratando de sorprender los insectos que pululan en lugares encharcados o sobre focos luminosos. Vuela erráticamente efectuando rápidos e inesperados giros en persecución de aquéllos y, como el Chotacabras europeo, no lleva continuamente la boca abierta, sino que sólo en el preciso instante de la captura para lo que se ayuda hábilmente de las fuertes y sensibles cerdas colocadas en los bordes. Es muy dado a posarse siempre en el mismo lugar día tras día y allí puede ser bien observado. Alguna vez utiliza para ello la cúspide de una roca oculta entre la vegetación y también una rama caída. En Portugal (Beven, 1973), uno fue observado posándose regularmente sobre una pequeña piedra que sobresalía del suelo. No es infrecuente observarlo por la noche capturando mariposas, aprovechando los destellos de los faros de los automóviles o simplemente posado en la carretera. Muchos parecen atropellados a causa de esta costumbre.

El hábitat típico del Chotacabras cuellirrojo está constituido por campo abierto con arbustos esparcidos aquí y allí, terrenos arenosos con vegetación rala y linderos de pinares o entre éstos si existen claros. En la mitad sur de Iberia que es donde alcanza una óptima densidad, ocupa campo semidesértico con árboles dispersos y zonas de alcornoques Quercus suber y encinas Quercus ilex. En el Coto Doñana los nidos suelen estar situados en suelos húmedos en los bordes y en el interior de pinares, buscando el abrigo de vegetación arbustiva alta que incluya Lentisco Pistacea Lentiscus. Valverde (1958) encontró este pájaro anidando en dos densos y a menudo impenetrables hábitats que incluían altos arbustos de Halimium-Hulex, arbustos de Halimium, Genista y Ulex de uno y medio metros de altura uno y el otro agrupaciones de Rubus-Erica. Agrupaciones de Eucalyptus con suelo cubierto de arbustos de baja altura son también frecuentados en España y Portugal. Realmente se nota en este pájaro una gran disparidad en los lugares donde se establece. Los grandes y altos brezales Erica y los densos tojares Ulex, son sustituidos inesperadamente por suelo limpio de vegetación y sólo cubierto a menudo por palos y tallos secos. Ferguson-Lees (1970) estima que en todos los hábitats es fundamental la existencia de zonas descubiertas cerca de la vegetación arbustiva y postes o árboles que el pájaro utiliza como posadero para cantar.

En Europa solamente España y Portugal constituyen el reducto del Chotacabras cuellirrojo. Aquí se ha separado una subespecie típica ruficolfis frente a otra, desertorum, de plumaje más pálido, gris plateado y rojizo o beige con menos rayado negro en las partes superiores y más claro debajo, que habita exclusivamente zonas desérticas del Marruecos oriental, Argelia y Túnez. En la mitad occidental de Marruecos vive también la misma raza Ibérica ruficollis. Por lo tanto, su zona de reproducción está limitada al Sudoeste del Paleártico donde esta especie es probablemente una reliquia ornitológica (Beven, 1973), aunque no se puede descartar que se trate de una forma geográficamente aislada del mucho más ampliamente distribuido Chotacabras europeo (Voous, 1960). De acuerdo con Bernis (1970) en la Península Ibérica se reproduce en las tres cuartas partes del sur del territorio con mayor intensidad localmente. Congreve (1947) consideró que esta especie era bastante común en el Sur de Iberia y Mountfort (1958) señalaba que en el Coto Doñana es más numerosa que el Chotacabras europeo. En Portugal, sin embargo, el Chotacabras cuellirrojo es considerado el más escaso de los dos. Más a menudo es visto y oído en las dos provincias del Sur, Algarve y Alemtejo, pero también alcanza al Norte, habiendo sido escuchado en junio de 1973 en el distrito de Morais (Beven, citando a Sales). En España llega por el norte hasta Burgos, es ocasional en Palencia y León y hay citas en Navarra (Ribera). En Zaragoza, Mead encontró los restos de uno muerto por un automóvil en la carretera. En la zona Cantábrica hay pocos datos. No se puede afirmar tajantemente, pero parece apreciarse un decrecimiento en la densidad de este pájaro. Mead que anilló estos chotacabras en Macedo de Cavalieros, localidad del nordeste de Portugal posteriormente realizó una visita a la zona en agosto de 1973 y apreció una regresión evidente. Igualmente Bugalho (citado por Beven), ha notado una notable disminución de estos chotacabras en los últimos diez años en la zona de Castelo de Vide al norte de Alemtejo, aunque la especie es todavía común allí.

La voz del Chotacabras cuellirrojo es difícil de describir, pero sí se puede asegurar que una vez oída nunca se olvida. Tal es el carácter que este pájaro imprime a un sonido como de golpear madera hueca. Su alto y resonante canto está formado por un conjunto dé notas dobles ¡¡ta-ca, ta-ca, ta-ca!! ó ¡¡cat-ak, cat-ak, cat-ak!! repetidas en series largas y que se pueden escuchar hasta distancias de 400 metros o más. El tono de la emisión es bajo, pero posee un considerable poder de propagación. De cerca es más penetrante y el tono parece mucho más alto. Esta doble frase es repetida de 90 a 100 veces por minuto, incluyendo pausas y ocasionalmente más despacio o también más apresurada, tanto romo 200 veces por minuto (Mountfort y FergusonLees, 1961). Los pájaros se reconocen indudablemente por el ritmo en la emisión de su canto. Parrinder (citado por Beven) ha comprobado que una hembra en el nido emite una serie lenta de 150 sílabas por minuto que puede acelerar hasta 400. Otros sonidos que ambos adultos emiten al volar, son imposibles de transcribir. Parece que el comienzo del canto es más tardío que el del Chotacabras gris, pero esto no está bien determinado porque Bonham lo escuchó en el sur de España solamente media hora después de ponerse el sol.

Se sabe poco sobre la alimentación de esta especie. Básicamente los insectos voladores, sobre todo mariposas nocturnas, moscas, pequeños escarabajos y saltamontes, forman gran parte de su dieta. La mayoría de ellos son capturados al vuelo y los mosquitos en zonas encharcadas deben constituir una buena fuente de alimentación. Se explicaría así la concentración que en algunos lugares se observa de estos chotacabras al oír simultáneamente el canto de 10 machos. También comen en el suelo larvas y gusanos, langostas jóvenes, saltamontes, etc. Muy a menudo se posan cerca de los montones de boñiga del ganado vacuno, lo que, supuestamente hay que interpretar como búsqueda de los pequeños escarabajos que se ocultan entre aquella.

Lo mismo que el Chotacabras europeo, también esta especie tiene un espectacular celo que el macho demuestra palmoteando las alas en sucesión rápida doce o más veces mientras sobrevuela a la hembra. El Chotacabras cuellirrojo no construye nido alguno, limitándose a hacer la puesta, normalmente de dos huevos, en el suelo desnudo, a menudo aprovechando una pequeña depresión. Siente preferencia por zonas arenosas y desde luego es frecuente que junto a los huevos haya algún trozo de madera seca o varios palos, costumbre similar a la otra especie. El color es variable y siempre muy mimético, confundiéndose fácilmente con guijarros. En general son elípticos y brillantes, blanco grisáceos con puntos y manchitas pardas o amarillentas e incluso verdosas o plomizas. Algunos están ligeramente rayados de pardo oscuro. Cincuenta huevos medidos de la subespecie típica ruficollis dieron un promedio de 30 x 22 mm Harrison (1975) da un promedio mayor: 31 x 23,5 mm. Jourdain para 50 huevos todos colectados en España obtuvo un promedio de medidas de 32 x 23 mm. Las primeras puestas son encontradas a partir de los comienzos de rnayo y una segunda es habitual desde el 20 de junio en adelante. Donde es abundante puede haber varios nidos juntos y así en Túnez, Marinkelle (1959) encontró pequeños grupos de 4 a 12 nidos separados entre sí por espacios solamente de dos a quince metros, pero en Iberia no se ha comprobado esta conducta social. No obstante, el canto de los machos puede ser en una zona múltiple, como ya he dicho. Trap-Lind oyó 5 ó 6 machos cantando cerca de El Rocío (Huelva). Bugalho hasta 10 en Castelo de Vide (Portugal), pero hay que considerar ante estas observaciones el gran poder de propagación y fuerza de la voz del Chotacabras. La incubación dura 18-19 días y la hembra toma en ella más parte que el macho. Los pollos al nacer son muy vivaces y están cubiertos con plumón beige. Con frecuencia salen a las pocas horas del nido alejándose uno o dos metros. Si los adultos observan peligro de depredación del nido o los huevos y pollos han sido manejados por alguna persona, los trasladan de lugar, pero normalmente no a mucha mayor distancia de dos o tres metros. Sucede con frecuencia que cada día pueden cambiar de emplazamiento y curiosamente este pájaro después de una semana de mover o conducir sus pollos, acaba dejándolos a pocos centímetros del primitivo lugar. No se puede decir que sean nidifugos, pero sus actitudes y conducta frente a los depredadores lo hacen parecer. A los 18 días comienzan a efectuar cortos vuelos y normalmente ya sólo los atiende el macho, puesto que si son de la primera nidada, la hembra está ocupada en una segunda puesta. Generalmente los dos padres los ceban pico a pico con insectos. Como con frecuencia los pollos se alejan del nido o del lugar donde los adultos los dejaron minutos antes, éstos los llaman con un sonido suave al que los pollos responden inmediatamente acudiendo con rapidez. Muy a menudo los padres acuden hacia ellos también caminando con cortos pasos, pero con seguridad. Una vez emplumados se parecen mucho a los adultos, aunque su plumaje es menos brillante y las motas blancas de las alas y cola están difuminadas por un tono beige. A los 21 días ya vuelan bastante bien, pero frecuentando zonas habitadas y de denso tráfico perecen en buen número.

El Chotacabras cuellirrojo es un pájaro netamente migrador que llega a Iberia en el mes de abril, más a menudo a finales de este mes. Su migración nocturna ha sido poco observada y la presencia de estos chotacabras en la costa occidental de Marruecos y de El Aaiun (Valverde) el 21 de mayo y en el borde septentrional del Sahara también en mayo, demuestra que muchos no arriban a nuestro país antes de la mitad de ese mes. De Iberia desaparece en septiembre y octubre y las observaciones en noviembre ya son puramente ocasionales.

Beven (1973) escribe que desde la mitad de marzo hasta los primeros días de mayo, este Chotacabras es visto en el Sahara Occidental, Marruecos (algunas veces siendo abundante en los alrededores de Tánger) y en el noroeste de Argelia. A través de Gibraltar (Lathbury, 1970) se nota el paso ocasionalmente. Así, una noche de septiembre de 1966, nueve ejemplares fueron vistos en la parte alta del Peñón. Sus cuarteles de invierno aún no han sido bien determinados. Se presume de los pocos datos existentes que inverna en Africa Occidental al Sur del Sahara, pero la única evidencia para afirmarlo estriba en una captura de un pájaro de la raza desertorum de Argelia en Gambaga, al norte de Ghana el 28 de marzo de 1901 (Bannerman, 1955). Más recientemente, dos machos de la raza típica ruficollis fueron obtenidos cerca de Bamako, Malí, en el mes de octubre de 1956 y 1958. También otro fue capturado en Richard-Toll en el Senegal en noviembre de 1958 y un macho de la subespecie desertorum fue colectado en la misma zona del Senegal en noviembre de 1963 (Morei y Roux, 1966). El anillamiento ha sido escaso (105 ejemplares en España hasta 1972) y lógicamente las recuperaciones casi nulas. Unicamente citaré (Bernis, 1970) la de un ejemplar recogido en Puerto de Santa María el 20 de octubre que había sido anillado sólo 7 días antes en Jerez de la Frontera, presumiblemente en paso otoñal.

En algunos países e islas del Mediterráneo (Baleares, Malta, Sicilia), llegan chotacabras cuellirrojos divagantes, pero también algunos se descarrían en sus migraciones y alcanzan islas atlánticas (Madeira, Canarias).

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