La hora de la liebre…

Zozobra en una palabra derivada del latín cuyo significado es «inquietud, aflicción y congoja del ánimo, que no deja sosegar, o por el riesgo que amenaza, o por el mal que ya se padece», es en definitiva un sentimiento, un estado del alma.


  Liebre
Liebre

Todas las tardes, una vez que finaliza mi jornada laboral y los quehaceres de la vida cotidiana me lo permiten, salgo al campo con mis perros, mis adorados galgos, para que jueguen, se distraigan, que entrenen con la bicicleta, de paseo, es mi momento del día, en el que disfruto con sus arrancadas, cabriolas y persecuciones entre ellos, en definitiva de su compañía, algo que ante todo me da paz en el alma y me evade de los problemas mundanos que siempre nos acechan.

De un tiempo a esta parte, durante mis paseos cotidianos me asaltan pensamientos y sensaciones que me producen cierto pesar e incertidumbre, y no tiene otro origen más allá de la situación por la que atraviesa la LIEBRE en nuestra península.

La Liebre Ibérica es una de las especies más emblemáticas de nuestra fauna que, desde hace años, viene atravesando una complicada situación debido al cambio de los usos del campo, la forestación de tierras agrícolas, concentraciones parcelarias, uso de químicos, limitaciones en el control de predadores, los cuales a su vez se han visto favorecidos por el aumento de la superficie arbustiva en nuestros campos y el abandono del mundo rural.

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A este complicado panorama se ha venido a sumar la Mixomatosis, el cuarto caballo del Apocalipsis para una especie ya en serias dificultades. Al parecer, el virus ha mutado saltando del conejo a la liebre, creando una elevada mortandad de liebres en aquellas zonas donde ha hecho acto de presencia, según algunas fuentes a pie de campo, llegando al noventa por ciento.

Probablemente las causas por las que el virus haya mutado no tengan mucho que ver con factores humanos como algunos han especulado, sino más bien con la propia evolución del patógeno, a la par de que los conejos han empezado a desarrollar antígenos contra el virus, este ha encontrado un nuevo huésped.

Hace un año aproximadamente, leí un artículo en el New York Times que hablaba de los virus y de cómo frenar las pandemias antes de que comiencen, me resultaron altamente interesantes algunas de las conclusiones acerca del por qué surgirán nuevas epidemias y se expandirán los virus en un futuro.

El mencionado artículo decía literalmente, aunque refiriéndose a epidemias y pandemias humanas: «Habrá más y más brotes que podrían volverse grandes epidemias debido a que hay más movilidad, presiones demográficas y al cambio climático».

Lo firmaba Peter Piot, médico e investigador belga especializado en microbiología, un referente en la lucha contra el VIH y descubridor del Ebolavirus en 1976, actualmente director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

  Liebre

Una de las conclusiones con la que estoy plenamente de acuerdo hacía referencia al cambio climático, que en mi modesta opinión ha sido uno de los factores clave para la aparición en la liebre de este patógeno. La gente que habitualmente está en contacto con el campo y la naturaleza se da cuenta de que las estaciones están cambiando, que la primavera y el otoño, claves en la regulación de los ciclos de la vida en el ecosistema mediterráneo, son cada vez más cortos. A su vez, una mayor exposición a temperaturas suaves y altas en periodos más prolongados de tiempo consiguen que los virus tengan periodos más largos de incidencia.

Otra conclusión del citado artículo, la movilidad, en un mundo cada vez mas globalizado, debemos tener cuidado con el traslado de liebres de unas zonas a otras, repoblaciones, etc… pues aunque no se pueda establecer una barrera física contra la enfermedad, ni sería la mejor solución, sí podemos retrasar su avance, con la esperanza de que los laboratorios, en colaboración con las administraciones, puedan paliar el mal que se avecina sobre nuestra querida liebre.

Esta variante del virus mixoma —no nos engañemos— ha venido para quedarse, que nadie piense que se va a erradicar de la noche a la mañana, ello unido a la dificultad y coste en el manejo de este animal solo hacen que acrecentar los nubarrones sobre la especie en el horizonte.

El camino para encontrar una solución paliativa a corto plazo, será la vacuna, aunque la consecución de ésta, no garantiza el que llegue a todas las poblaciones de liebre.

Hará falta poner en marcha mecanismos de financiación constantes, para investigación y sobre todo para la aplicación de la vacuna en campo, no vale con dos o tres campañas para recaudar fondos, estilo crowdfunding, de corta duración, sino la implicación en primer término de las distintas administraciones, propietarios de fincas, titulares de cotos y cómo no de los cazadores, para librar una batalla sostenida en el tiempo, hasta que algunos ejemplares comiencen a hacerse inmunes, como ha sucedido con el conejo de monte.

  Liebre

Si no ponemos medios y recursos creo que nuestra liebre corre el riego de acabar como nuestro prácticamente extinto cangrejo de río, por el que en su día nada se hizo.

Otro aspecto es hoy de vital importancia, la creación del banco genético para evitar la desaparición de la riqueza genética de nuestras liebres a la espera de tiempos mejores.

He empezado el artículo hablando de zozobra, pero lo voy a terminar hablando de esperanza, la que nunca debemos perder , esa esperanza que como siempre, vendrá del campo y sus gentes, de ese ejército de cazadores, que nunca tiran la toalla, verdaderos ecologistas y amantes de la naturaleza, que con su saber, ilusión, horas de trabajo, esfuerzo y dedicación, demostrando con creces, en su día a día, que solo en los cotos y reservas de caza se mantiene la más pura biodiversidad de la fauna ibérica.

Para terminar estas líneas, que espero sirvan a modo de reflexión, para todos aquellos que de una u otra forma amamos y rendimos tributo a la liebre a través de su caza, ya sean los sabueseros del norte, los cetreros y, cómo no, los galgueros de toda España, comprendamos que a partir de ahora la caza de la liebre, su gestión y control, ha cambiado para siempre.

En nuestras manos está y es nuestra responsabilidad moral volver a ver correr a nuestras liebres, fuertes, duras y libres como siempre ha sido desde la noche de los tiempos.

 

Agradecer la pronta respuesta al problema, el trabajo y financiación del Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA), la colaboración del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y la financiación de Laboratorios LABIANA y Fundación Artemisan para la búsqueda de soluciones al problema de la liebre.

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