De leones y leopardos

Como cazadores, debemos hacer los sacrificios necesarios para evitar que el león africano siga disminuyendo en estado salvaje.


La ministra de turismo de Zambia, anunció el 10 de enero la prohibición indefinida y con carácter inmediato de la caza de leones y leopardos, argumentando que la cifra de felinos está disminuyendo muy rápidamente. Según la ministra, el número de felinos es muy reducido, y ningún sector o grupo relacionado con la caza va a convencerla de lo contrario. Esta afirmación de la ministra, por supuesto, no ha sido acompañada de cifras, aunque hay leones en todos los parques principales de Zambia. Pero su número es limitado y se estima que la población total en Zambia es de entre 2.501 y 4.649 leones. Aunque el caso del leopardo es diferente, y sus cifras en África no indican que éste corra peligro, de momento. Sin embargo, en Namibia ya se estableció una moratoria hace pocos años, debido a la alta tasa de eficiencia de la caza con perros, lo que supuso se agotaran las cuotas CITES del año en unos pocos meses. Esta es la auténtica amenaza para el leopardo en el Continente Negro. Con el león en Sudáfrica sucedió algo peor, y los largos safaris de 15 o 21 días de caza con resultado incierto se transformaron en cacerías garantizadas de 1 o 2 días, eso sí, de leones criados en cautividad. El remate ha sido que ahora los chinos (o los asiáticos, para ser más correcto) también se llevan los huesos para sus pócimas pseudo medicinales. Otra amenaza urgente para los leones es el uso generalizado de veneno para matarlos en represalia por la depredación sobre el ganado. El carbofurano, que está prohibido en los países occidentales por sus efectos letales sobre la vida silvestre, se vende en todas las zonas agrícolas de Kenya y supongo que del resto del continente. Es legítimamente usado como insecticida y nematicida, pero basta con pedirlo en cualquier tienda agrícola para matar a los perros callejeros, hienas o leones, y por 1.50 dólares se consigue un bote de plástico lleno de gránulos de carbofurano, suficiente para matar un grupo familiar de leones o un clan de hienas. Para la caza legal, Conservation Force editó una guía elaborada por 12 expertos en leones y que los profesionales puedan estimar la edad de un león con objeto de procurar no cazar leones de menos de 5 años de edad, lo que reduce el impacto biológico sobre sus poblaciones. Aunque esto, en leones salvajes, según el veterano cazador Tony Sánchez-Ariño, es muy dificil de llevar a la práctica, pues un león en la maleza no va a posar tranquilamente para que el profesional pueda evaluar si los caninos se han vuelto más amarillos y tiene alguno roto o no; si la parte posterior de las patas traseras es más oscura debido a las marcas olorosas que dejan estos machos territoriales; si la punta de la nariz es más oscura o no; si el lomo es más recto o más curvado (tal vez la más conspicua de todas estas características); y si tiene más o menos melena detrás de las orejas. Si Tony Sánchez-Ariño, como digo, dice que es dificil de estimar la edad en un león salvaje tras haber cazado 340 leones en libertad, es que es difícil de estimar. Y según su criterio, la única salida que tiene el león africano es una moratoria de 5 o 6 años en que se prohiba totalmente su caza para recuperar su población. Como cazadores y conservacionistas (¿no somos los primeros interesados en que el león mantenga unas poblaciones sanas?) deberíamos ser consecuentes con el problema de los leones africanos. No se nos puede llenar la boca diciendo que somos los primeros en defender la vida salvaje, y luego no aportar nuestro grano de arena a esta lucha. Si la solución pasa por una moratoria y dejar de cazar leones unos años, es nuestra responsabilidad con la Caza hacerlo, aunque a las empresas de caza les duela económicamente. Ya se perdieron el león del Atlas, el del Cabo y el asiático o persa para siempre. Como cazadores, debemos hacer los sacrificios necesarios para evitar que el león africano siga disminuyendo en estado salvaje.
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