De sorda nada

Si hubiera que definir en pocas palabras como se está desarrollando la temporada para los becaderos, el término adecuado sería irregular. Hoy sí, mañana no, aquí sí, allí no. Difícilmente se asientan en los lugares querenciosos. No encuentran el hábitat deseado por la escasez de humedad en la tierra. Ya pueden entrar las becadas que quieran que rápido se desplazaran a lugares donde la humedad y los gusanos no falten.


Bien, así las cosas, algunos cazadores se preguntarán ¿y donde están esos lugares? Algunos donde nacieron porque una climatología benigna, impropia por estas fechas ha hecho que se queden en sus lugares de origen. Y las que han arribado a la península habrá que buscarlas allá donde la lluvia ha sido generosa. Pero el tiempo ha empezado a cambiar, porque al invierno no se lo lleva el lobo y bien de arriba o de abajo (las que pasaron) becadas van a entrar a la cornisa cantábrica. No en vano el hábitat preferido por esta especie debe soportar un promedio anual de lluvias entre uno y dos litros por metro cuadrado/día con una temperatura media de 5º aproximadamente, normal por estos lares si llueve. En muchos lugares de la península los pequeños regatos de montaña se están secando y eso por estas fechas no es normal. Me preocupa que la vuelta a la normalidad se haga violentamente. Es posible que el invierno no enseñe su peor cara. No me preocupa por el contrario el devenir de la especie porque sus poblaciones en Europa tras la época reproductiva se estima entre 10–15 millones de ejemplares, de los cuales España acoge 700.000 individuos y abate 116.000, 9.000 de ellos en la C.A.V. A nivel europeo las capturas pueden alcanzar los 4.000.000 en un año bueno, cifra importante que a más de uno le sorprenderá, máxime si lo compara con las que se abaten en España y sobre todo en Euskadi, que ocupa el décimo lugar del ranking peninsular. Ahora bien, hay que matizar que la influencia de los becaderos vascos en todas las comunidades es importantísima.
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