Vuelve el lobo

Dicen algunos de esos que valoran más la vida de un animal que la de una persona, que se pretende abatir el último lobo de los montes alaveses y no es cierto.


Simplemente porque este animal, gran estratega, nunca caza solo. Lo hace en manada, el lobo, la loba dominante y sus cachorros, a los que expulsa cuando tienen dos años para que no se crucen con ellos y colonicen otros terrenos.

Aunque los aguardos para regular sus poblaciones son sin lugar a dudas la práctica más eficaz y selectiva, no por ello aportan resultados que uno desea. Solamente los cazadores que conocen la modalidad y la ejercen con continuidad, paciencia y bien hacer son los únicos que pueden llevar a buen término su control. No en vano estamos ante el sabio mudo, el animal más esquivo y predador de la fauna ibérica.

De hecho, tiene la capacidad de hacer un desaguisado en una zona determinada y el día siguiente a 30 kilómetros, por el mero hecho de matar cuantas más ovejas mejor. Amén de las que se despeñan, mal paren y marchan alocadas por cualquier lugar totalmente dispersadas. Así que protejamos a los ganaderos, verdaderos paganos de estas carnicerías.

Preocupa también y mucho en el colectivo de cazadores la futura Ley de bienestar animal, aunque de momento no haya borrador alguno al respecto, si bien el recelo y la desconfianza es latente. De momento toca esperar y potenciar la unión entre los cazadores ante las restricciones que a buen seguro les va a deparar el nuevo gobierno.

Prácticamente finiquitada la caza de especies menores quizá sea el momento de analizar qué nos ha deparado la temporada. En general ha sido aceptable tirando a buena. Tiempo que no teníamos una otoñada y un invierno tan llevaderos y con tanta comida en el monte. Las siembras han nacido antes de lo previsto, amén de la espectacular montañera de bellotas para las especies mayores y alguna que otra ave como las torcaces, arrendajos… Esto ha supuesto que los jabalíes se hayan repartido por un sinfín de lugares donde normalmente no los visitaban. Alegría para algunos y resignación para otros hasta que terminen con las bellotas y vuelvan a la querencia.

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