Pura energía

Si citamos un ave con interés cinegético, en clara progresión y que causa daños a la agricultura, deberemos referirnos obligatoriamente a la paloma torcaz.


Muchos de los montes de Extremadura son abundantes en grandes dehesas, donde las corpulentas encinas y alcornoques juntan, en muchos lugares, sus redondas y frondosas copas. Estas dehesas, tan agrestes, son fuente de riqueza y producción; sus pastos alimentan millares de cabezas de ganado. El fruto de sus árboles consiste en excelentes bellotas, que azotadas por los vientos de diciembre, caen cubriendo en forma circular el suelo de cada encina. Son el alimento preferido de ciervos, corzos, vacas, reses bravas, palomas, cerdos…

Algunos propietarios arriendan estas dehesas a los cazadores que, con un sistema de puestos fijos y reclamando con cimbeles a las palomas, hay días que las capturas se contabilizan por docenas en cada puesto. La caza de las palomas torcaces es un claro ejemplo de la misión reguladora que la actividad cinegética debe ejercer sobre algunas especies. Estas poderosas aves prefieren las bellotas a otro alimento del invierno, y unido esto a que las temperaturas de estos meses en estos lugares son muy soportables, acuden en tal cantidad que hay bandos que como una nube oscurecen un poco al sol.

La voracidad de estas aves no tiene límite. Llegan a ingerir enteras un promedio de 25 bellotas por paloma y día. Cuando se les sorprende, como a una señal, vuelan todas, produciendo tal estruendo que parece que se viene abajo el bosque. A la caída de la tarde van recogiéndose en las umbrías para pasar la noche, y hay ramas de corpulentos alcornoques en las que se les ve hacinadas en número muy considerable.

Para cazarlas no hay sino hacer un pequeño puesto, en un punto de la arboleda por ellas frecuentado y, desde este escondite, bien reclamándolas o al paso, tener la fortuna de dar con el día adecuado. Tragan las bellotas con su dura cáscara, y parece imposible que pueda pasar un alimento tan grande por su estrecho cuello y su frágil y pequeño pico; van almacenándolo en el buche y después, mediante la enorme potencia digestiva de su estómago, es perfectamente digerido, lo que sería suficiente para causar la muerta a una persona.

Astuta como pocas, cuando se le persigue inicia rápidamente nuevos desplazamiento a otros lugares más tranquilos. Antiguamente, las plantaciones de algarrobas próximas a los montes eran prácticamente arrasadas en algunos lugares. Cuando se aproxima la primavera empiezan a emigrar hacia el norte, atravesando un contingente de ellas por determinados puntos de la costa y el Pirineo, para pasar posteriormente a Centroeuropa. En estas fechas y a su paso por nuestras costas, desde tiempos inmemoriales, se ha practicado su caza, con una incidencia de capturas francamente irrisoria comparada con las efectuadas en el sur peninsular.

Países como Bélgica, Reino Unido, Irlanda, Luxemburgo y Holanda la cazan todo el año, habida cuenta de los daños que efectúan a la agricultura. Actualmente prohibida esta modalidad en Euskadi, sin embargo es posible que se prorrogue hasta finales de febrero fruto de la justa reclamación que Federaciones, ONC y Adecap están efectuando.

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