Esperanza

Como de costumbre, el lunes día 15, festividad de la Virgen, la mayoría de provincias desvedan la codorniz. Una fecha añorada por los cazadores después de siete largos meses de espera contenida, pero siempre con esperanza e ilusión a pesar de los continuos despropósitos que les depara la agricultura.


Algunas comunidades como Castilla y León retrasarán la apertura de la tórtola y paloma torcaz hasta el día 21 de agosto. Por el contrario para todas las especies se producirá el cierre el 18 de septiembre después de veinte días alternos de caza salvo sábados y domingos días hábiles. A pesar de que en años anteriores una agricultura agresiva hizo que las codornices emigren y las ilusiones se desvanezcan todo parece olvidarse al año siguiente. Las vísperas todo son alegrías, la afición puede con todo, hasta el duermevela de la noche anterior se soporta bien. Los compañeros ayudan y en la cabeza del cazador fluyen los preparativos: el perro, la escopeta, los papeles, la munición, el condumio y un sin fin de archiperres necesarios para que todo vaya bien. Sin olvidarse que de madrugada hay que parar en el bar de carretera para charlar con los amigos y calentar motores. Detalles grabados a fuego en la mente de los cazadores porque cazar es un compendio de hechos y circunstancias que se dan alrededor de la propia acción de cazar. Pero centrándonos en lo que nos podemos encontrar este próximo lunes en paramos y valles todo apunta a una media veda aceptable, incluso buena en la zona norte de Burgos. Lógicamente donde se ha cosechado hace más de un mes, tristeza y perchas que se podrán contar con los dedos de una mano. A pesar de que la entrada de codornices ha sido buena —los anillamientos lo atestiguan— el tema se torció como casi siempre, esta vez porque las mieses venían adelantadas y auguraban movimientos migratorios en busca de lugares donde protegerse. Afortunadamente la climatología cambió y la cosecha se ha postergado para alegría de los cazadores. Procede ahora ultimar la preparación del mejor e imprescindible compañero, el perro. No en vano va a dar todo a cambio de una simple caricia. Por eso y mucho mas hay que hacer que no trabaje cuando el sol aprieta, dándole agua en la palma de la mano. Animarle y corregirle con tacto si procede, haciéndole que cruce bien el terreno cara al viento, sin prisas y acariciándole cuando realice bien su trabajo. Es el momento más dulce y gratificante de esta modalidad, escuela de aprendices.
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