La avaricia rompe el campo

Al despuntar el alba miles de cazadores de distintas comunidades ocuparán las rastrojeras conscientes de que los resultados difícilmente van a ser los esperados.


Y es que en materia de caza nunca llueve a gusto de todos. Y este año si cabe menos, porque en muchas zonas los agricultores, no contentos con retirar la paja, se han permitido el lujo de labrar la tierra sin necesidad alguna antes de la apertura. Una humillación en toda regla. ¿Cómo es posible que quien vende el derecho a cazar por cantidades leoninas reste a los cazadores los medios para ejercer una práctica en unos campos donde es imposible que quede una sola codorniz? No sé cuantas veces he denunciado con datos científicos la deshumanización que está sufriendo el campo. Y no solo por estos hechos sino también por el uso indiscriminado de una serie de productos fitosanitarios tóxicos que hacen inviable la vida silvestre. Pues bien, como aquí no me hacen ni puñetero caso, el próximo mes de septiembre me voy a desplazar a Bruselas para denunciar estos despropósitos en el Parlamento Europeo por medio de la FACE (Federación de asociaciones de Caza y Conservación de la Unión Europea). Entidad que aglutina 36 países, entre ellos España, representada por la Oficina Nacional de la Caza donde Adecap es un pilar importante. Pero volvamos al tema. Es seguro que muchos cazadores van a volver de bolo y otros, los pocos, aquellos que disponen de un hábitat mejor, harán el cupo al beneficiarse de las codornices de sus vecinos, más o menos distantes. Ni les cuento los cabreos que va a haber donde todo está labrado. ¿La culpa? Nuestra, por competir en las subastas por lo que no hay. Otro gallo cantaría si se quedaran desiertas o las condiciones establecidas en los pliegos contemplaran la prohibición de todos estos despropósitos. Cabrearse y despotricar a unos y otros no conduce más que a bailarle el agua a los municipios de turno. El que lo hace que la pague, sin más, por medio de la Justicia Ordinaria o la Federación correspondiente. Ya está bien de poner siempre el otro carrillo y encima ser los malos de la película. ¿Dónde están esos que claman justicia —y me parece bien que lo hagan— por la muerte de un león humanizado? ¿Acaso la muerte silenciosa de millones de animales menores por una agricultura agresiva no es suficiente barbaridad para que lo denuncien públicamente? Seguro que el pobre Cecil no hubiese pasado a la historia si en vez de haberlo matado un cazador le hubiese atropellado un todoterreno de turistas infringiendo toda la normativa de circulación del parque en cuestión.
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