«Hay más alegría en dar que en recibir» (Hech 20, 35)

Muchos son los éxitos que últimamente está cosechando nuestro país a nivel deportivo. Tras la proclamación como campeones del mundo conseguido por la Selección Española de fútbol, o el gran slam logrado por Rafa Nadal, ambos premiados también con el Príncipe de Asturias, no dejamos de admirar su trabajo y sacrificio que ponen en el empeño de sus logros, recibiendo por ello este galardón.


Pero hay que celebrar, además, la obtención de otro Premio Príncipe de Asturias por una organización no gubernamental para el desarrollo (ONGD) de origen español. La merecida ganadora no es otra que Manos Unidas, obteniendo el Premio a la Concordia. Éste es concedido a la institución, grupo de personas cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la humanidad. Manos Unidas financia proyectos de desarrollo agrícola, sanitario, educativo, social y de promoción de la mujer, con el objetivo de ayudar al desarrollo integral de las personas en los países del Tercer Mundo. Además, atiende a poblaciones en situación de emergencia y de ayuda humanitaria en catástrofes y en otras circunstancias que así lo requieran. En 2009 esta ONG aprobó un total de 692 proyectos, en cincuenta y ocho países, por un valor de 41.416.317,62 euros y siguió continuando y apoyando económicamente proyectos de ejercicios anteriores, siendo un total de 1.031 proyectos. Muchos de estos programas de ayuda se realizan en nuestros destinos cinegéticos o vacacionales, como Zimbabwe, Zambia, Camerún, Mozambique, Madagascar, Sri Lanka, República Dominicana, etcétera. En muchas ocasiones, e inmersos en nuestras vacaciones, no nos fijamos lo que nos rodea en estos países exóticos, no viendo más allá de las paredes de un gran resort o la empalizada del campamento. Esporádicamente, o cuando queremos verlo, observamos la cruda realidad, apreciando hambre, enfermedad, analfabetismo o cualquier escasez de las necesidades básicas de una persona. Es por ello que en estos días de comienzo de temporada, donde con ilusión compramos utensilios nuevos, armas novedosas y cacerías por distintos puntos de la geografía española, debemos acordarnos de los menos desfavorecidos, de aquéllos que no tienen apenas qué llevarse a la boca o no tienen una escuela en la que forjarse un futuro mejor. El gran corazón, nobleza y la solidaridad que caracteriza a los cazadores españoles, como día a día se ve en nuestras sierras y labrantíos, debe tener un pequeño hueco para organizaciones como Manos Unidas u otras de la misma índole. Un pequeño esfuerzo será un gran paso para la región a la que se destine nuestra ayuda, revirtiendo y disfrutando más tarde en las próximas visitas a estos lugares en pos de nuestros soñados trofeos. Como acuñó Paulo Coelho: «Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante». Por tanto hagamos de nuestros sueños cinegéticos, la realidad de otros que lo necesitan.
Comparte este artículo

Publicidad