Cazar para salvar especies

Pocas son las ocasiones en las que se reconoce desde un ente oficial la beneficiosa labor que desempeña la caza, actividad que está más acostumbrada a recibir varapalos, descalificaciones y críticas injustificadas de aquellos que la desconocen totalmente y que no hacen nada por conocerla o respetarla.


El pasado mes de abril, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), cuyo objetivo principal es influir, alentar y ayudar a las sociedades de todo el mundo a conservar la integridad y diversidad de la naturaleza, y asegurar que todo uso de los recursos naturales sea equitativo y ecológicamente sostenible, rompió una lanza a favor del mundo cinegético reconociendo sus méritos. Esta asociación conservacionista, cuya sede está en Gland, Suiza, fue fundada en 1948, siendo la organización medioambiental más antigua y más grande del mundo, con más de 1.200 miembros, gubernamentales y no gubernamentales, además de unos 11.000 expertos voluntarios en cerca de 160 países. Para su labor, la UICN cuenta con el apoyo de un personal compuesto por más de 1.000 empleados, repartidos en 45 oficinas, y cientos de asociados de los sectores públicos, no gubernamentales y privados de todo el mundo. A través del documento titulado Directrices de la Comisión de Supervivencia de Especies (CSE) de la UICN sobre la caza de trofeos como un instrumento para crear incentivos para la conservación, admite la importancia de la caza de animales trofeos para la conservación del hábitat de estos, su proliferación y el incentivo económico que supone para el medio rural en que se desarrollan estas cacerías. No obstante, esta misiva profundiza aún más en la conservación y protección de animales que se encuentran en una difícil situación poblacional, ya sea por la pérdida de su hábitat, o por la persecución furtiva a la que están siendo sometidos. Así, se resume en dicho documento la aprobación de la caza de algunos individuos de especies amenazadas para salvaguardar a sus congéneres y su entorno: «La caza de trofeos es una forma de uso de la fauna que, cuando es bien llevada y gestionada, puede ayudar a promover los objetivos de conservación mediante la creación de incentivos económicos y de ingresos para el manejo y a la conservación de las especies objeto de caza y su hábitat, así como el apoyo a las fuentes de subsistencia locales. Pero si está mal administrada, puede fracasar. Aunque una gran variedad de especies (muchas de las cuales son frecuentes y están a salvo) son cazadas para trofeos, algunas de éstas, que son poco frecuentes o están amenazadas, pueden ser incluidas en la caza de trofeos, como parte de las estrategias de conservación específicas de la zona. Los ejemplos incluyen al guepardo (Acinonyx jubatus) y al rinoceronte negro (Diceros bicornis) en el Sur de África, así como al markhor (Capra falconeri megaceros) en el Valle Torghar de Pakistán, todos las cuales son especies incluidas en el Apéndice I de CITES». Queda por tanto refrendado por la entidad conservacionista más importante del mundo que la caza de trofeos suele generar fondos considerables que pueden ser utilizados para las actividades de conservación, tales como la protección del hábitat y especies, el monitoreo de la población, la aplicación de la ley, la investigación y el desarrollo del medio rural, entre otros. Estas circunstancias derivadas de la caza racional, que es la que defienden y practican la mayoría de los cazadores deportivos, son las que siempre se han pretendido poner de manifiesto y dar a conocer a la opinión pública, cuya imagen del cazador está distorsionada intencionalmente por otro tipo de asociaciones que, más que ayudar y poner en práctica buenas conductas y proyectos de colaboración, se dedican a desprestigiar y poner trabas para el entendimiento de ambos colectivos. Sirva este documento de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza para reconocer y apoyar la labor de gestión, conservación y protección que hacemos la mayoría de los cazadores en cada una de nuestras salidas campestres.
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