Gracias por hacerme cazador
Ya lo dice el refrán: «Es de bien nacidos, ser agradecidos», y desde estas líneas quiero expresar mi agradecimiento a todas aquellas personas que con su experiencia, paciencia y saber me han inculcado la noble afición de la caza.
He tenido la fortuna de haber nacido en una tierra de gran tradición cinegética, concretamente en la antesala del fértil Valle de Alcudia y la agreste Sierra Morena, donde ambos accidentes geográficos proporcionan comida y cobijo a innumerables reses montunas. Esta abundancia no se debe a la expansión de la caza por toda España, sino que ya en épocas pasadas eran reductos del extraño cervuno, del invisible corzo, del montaraz jabalí y del casi extinto macho montés. A pesar de la costumbre cinegética de la zona, el factor más importante ha sido la tradición familiar, transmitida por mi padre, al igual que a él le fue transmitida cuando era niño. Él me enseñó a admirar la naturaleza y el campo, a manejar las armas de forma segura, a saber dejar pasar una res sin poner en riesgo a monteros, rehaleros o perros… Éstas son muchas de las buenas lecciones recibidas desde que a mi temprana edad de ocho años empecé a acompañarle en sus aventuras camperas.