Hurones, maleantes, cuentas en Suiza

Enero, La Mancha. Ando cazando con hurón conejos con unos buenos amigos. Hay gente, no hay gente, hay conejos en la hura, no. Escopeta, hurón, guante y conejo cambiamos de vivar. Al movernos a unas bocas Agustín observa una furgoneta sospechosa en una nave. Coge el coche y se va derechito a ver qué pasa. El maleante sale huyendo. Se aborta el saqueo. Basilio, Víctor, Juan y yo seguimos a la marcha con el bicheo.


Episodios como este son el pan nuestro de cada día en el campo. Afortunadamente, este gélido día de enero había un grupo de cazadores donde Cristo dio las tres voces y se evitó el asalto. Otra función social más de los cazadores, la protección y vigilancia de la propiedad rural que debería ser reconocida por todos. La Federación de Castilla-La Mancha anda a grito pelao a cuenta del furtivismo. Mejor, a cuenta de la impunidad en que galgeros de mala ralea que andan zascandileando y floreando cotos como Pedro por su casa. En Socuéllamos le han dado una paliza a un guarda. La cosa viene de viejo. A todo esto, se escuchaba en la radio la noticia de que a Bárcenas, el ex Tesorero del PP, le han cogido con el carrito de los helados: veintidós millones en una cuenta en Suiza. No es un hecho aislado, Oriol Pujol, acaba de ser imputado por un supuesto caso de corrupción, la trama Gurtel, el escándalo Matas, Ruiz Mateos, Urdanga… Suma y sigue. Hurones, maleantes y cuentas en Suiza son las caras de la misma moneda. Una España podrida, en la que la corrupción, el vandalismo, el saqueo de lo público y lo privado se han convertido en moneda corriente. Una España en la que la impunidad, la injusticia, la falta de escrúpulos, la envidia, el cainismo, la mala baba apestan hasta hacernos vomitar. Una España en la que el trinque, el todo vale, el afane, las comisiones y mirar para otro lado han engangrenado seriamente los pilares de la democracia, y la ilusión de la gente. En esta España de la corrupción a espuertas, de los partidos como agencias de colocación de trepas, gente vil y sin moral cada día que pasa es más dícifil respirar; es la España el gurtelismo, Más (que no menos), el déficit asfixiante, y el camorrismo impositivo, y la crucifixión de las clases medias y trabajadoras para pagar los excesos, las bacanales de inauguraciones, chollos, cuentas en Suiza, aeropuertos sin pasajeros, cajas en las que el pagar las rondas con pólvora del Rey han llevado a la bancarrota de muchas de ellas con la pasividad del Banco de España, sino con su complicidad. La cuenta de Bárcenas, los abusos de los Urdanga, la impunidad de los galgeros furtivos no son más que la punta de un iceberg enorme, que amenaza con rajar el casco de un barco llamado España. En estas circunstancias, como Dragó, lamento profundamente ser español. No me duelen prendas en decirlo a pesar de que alguna acémila me reprochará esta frase, la sacará de contexto. Con su pan se lo coma quién así lo haga. El personal, los curritos, los parados, las amas de casa, y hasta el Tato andamos cabreados a cuenta de todo esto y a cuenta de tener que estar pagando unos excesos ajenos. Los partidos han hablado de regeneración democrática, códigos éticos… Bla, bla, bla. Obras son amores. Es la hora de exigir, repito exigir, una España de la ejemplaridad, la justicia, los valores, la honradez y el esfuerzo. Ojalá mis hijos la vean. ¡Españolito que vienes al mundo te guarde Dios! Hay una España que muere y otra España que bosteza. Texto publicado en la revista Caza Mayor
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