Control de predadores: la cura va bien, el ojo ¿lo pierde?

La cura va bien, pero el ojo lo pierde, solía decir mi tío Daniel. Eso fue lo que me vino a la cabeza en las jornadas organizadas por la Efa-Oretana sobre control de depredadores generalistas a las que asistí.


La cosa es que a mi pregunta de si cabría ampliar el control a especies como la cigüeña, el meloncillo, la garcilla bueyera… en franca expansión y abundancia, siempre oigo desde el mundo de la ciencia y la administración la misma respuesta: sí, pero habría que hacer estudios. Mientras tanto, las perdices silvestres llevan camino de convertirse en un bien muy escaso, quizá objeto de estudio dentro de unos años. Posiblemente, el papel aguante más estudios, más años de sesudas investigaciones que nunca se terminan y más inversión pública, por supuesto en estas variables tan importantes. La perdiz silvestre y otras aves yo creo que no aguantarán tanto. La Ley de Patrimonio Natural y la Biodiversidad estableció como novedad (hace ya cuatro años) que el control de la predación debería realizarse por un especialista en control de predadores. Al final, se tratará de obtener un título para garantizar en resumen que las capturas se hacen de forma controlada y respetando las especies no objetivo (por ejemplo, el lince o el tejón). El caso es que la figura del especialista y los nuevos métodos homologados todavía no han sido regulados por el MARM y hay oposición a ellos desde el mundo del ecologismo. Mientras, en regiones como Castilla-La Mancha, la posibilidad de poner lazos, trampas y controlar de forma eficaz la predación se ha reducido a tres meses, plazo claramente escaso, nítidamente ineficiente. El objeto, además de las directrices que prepara el MARM, es que las herramientas de control (lazos con freno en alar, belisle, collarum…) respeten los estándares internacionales de no crueldad. Al menos que yo sepa, son tres o cuatro las administraciones que han invertido tiempo y dinero en despejar estas cuestiones (Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y el MARM). El caso es que ninguna de las cuatro administraciones se ha atrevido hasta ahora a dar el paso al frente y a homologar los nuevos métodos y dar cumplimiento a lo dispuesto en la Ley 42/2001. La presión de los grupos ecologistas les pesa mucho y nadie quiere señalarse y llevarse las primeras leches mediáticas. Todo corrección política. Todo, hasta el nombre que se han inventado en Castilla-La Mancha para esta figura: usuario de métodos de control de predadores o algo así. Impronunciable, y lamentable. Del alimañero, al trampero, y finalmente al usuario de. Un eufemismo más para no llamar a las cosas por su nombre y disfrazar la realidad. En todas partes triunfan los eufemismos: no se lleva llamar al pan, pan y al vino, vino. Me preocupa mucho que la complejidad y la responsabilidad del gestor que ejerza el control de la predación, lleve en la práctica al abandono del control de zorros, urracas, perros y gatos asilvestrados. Sería una hecatombe para las especies de caza menor en muchos sitios, pero, sobre todo, para las especies vulnerables o en peligro crítico, para muchas especies protegidas. Me inquieta que sea tan complicado y tan difícil que al final sólo lo puedan ejercer unos pocos. Me preocupa que el especialista no sea más que una forma de reducir esta práctica en los cotos. Me intranquiliza, mucho, que además se repita el ejemplo de los guardas de caza y las licencias. Y me preocupa que cada región española haga un titulillo diferente, ridículo e inservible en el resto de España. Y me sorprende tanto celo con esta cuestión y tan poco con el control de otras actividades mucho más agresivas con las especies, los hábitats y a las que nadie quiere poner solución. Por otro lado, hay muchos cotos cercanos a núcleos de población y a urbanizaciones que son asolados por los gatos y perros asilvestrados. Sí, asolados, barridos. Las cajas trampas han servido para paliar esta amenaza para la fauna, incluso la protegida y no cinegética. Con el nuevo sistema, las cajas trampa desaparecen de la faz de la tierra por no selectivas. Es probable que esos cotos se vengan abajo. Eso sí, habrá gatitos por doquier en el campo. El día 24 de mayo se reunía el Consejo Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad para debatir esta cuestión. La RFEC está allí. Está muy bien discutir sobre el bienestar de los predadores que se capturan y cuya eliminación es necesaria para reducir el impacto sobre determinadas especies que aportan un beneficio a los seres humanos y ayudan a la economía rural. Sin embargo, estas discusiones no pueden ser eternas, los estudios tienen que tener un final, los problemas reales una solución y un presupuesto limitado. ¿Eso es posible en España?
Comparte este artículo

Publicidad