Patxi Andión, la caza racional

«La palabra se convierte en tesoro infinito…»
Cazar y hacer escuela, prólogo de Patxi Andión


El 18 de diciembre de 2019 estábamos en el Museo Provincial de Ciudad Real. Se inauguraba la exposición La caza un desafío en evolución. Patxi no había llegado, había quedado con José Luis Garrido esa mañana en Atocha para coger el tren y venir juntos. Nunca llegó. En su lugar nos sobrecogió la noticia de su muerte en un accidente de tráfico en una carretera de Soria. Lo demás ya lo saben.

El confinamiento ha sido tiempo para crecer hacia adentro, y cómo no, para leer aparte de ver series. A mí me ha dado por sorberme página a página La Caza Racional, el libro de Patxi que editó la Universidad de Castilla-La Mancha y con el que por las tardes, junto a los vencejos, he redescubierto al hombre, al cazador, al rehalero, al maestro, al amigo.

La Caza Racional es un compendio de artículos y reflexiones que, hace ya casi veinte años, hablan de la necesidad de explicar a mucha gente que no ha vivido en la naturaleza «quienes somos y lo que hacemos. Para que nadie pueda, ni aun torticeramente equivocarles (…) Ese y no otro es el problema». Ahí es nada. El mensaje es de total actualidad.

Me ha gustado especialmente el capítulo de La rehala. Es para mí la parte más brillante, más analítica, más canalla, montuna y hermosa. Es Patxi en estado puro, con sus conversaciones con su perrero Tomatito, al que tanto quería. La rehala es una obra dentro de la obra, donde se habla de la sangre, la afición, el valor, la nariz, la dicha, los pies o la boca del perro de rehala. Siempre al análisis de la cualidad del can, le sigue un protagonista perruno que encarna esa cualidad y una o varias anécdotas ligadas a cada perro. Y es aquí, como lector, como montero, como discípulo de sus lecciones vitales, donde más he disfrutado. Hay frases deliciosas: «Las manchas no guardan sus tesoros para los perros que jicarean en el alarde (…)» o «la caza se atrinchera en la espesura y ella es amparo y defensa contra el perro…» o alabando a los perros mestizos «la naturaleza es eficaz y por tanto inmisericorde, heterodoxa y funcional hasta lo absoluto». Y así, un buen haz.

El Gorila, El Harpo, El Manchego, El Capitán o el Hijonietoabuelo, son algunos de los salvajes que menciona y que le acompañaron en sus perrerías, y a los que siempre —dice— sintió como sus valientes. «A los valientes se les reconoce mirándoles a los ojos, repite en dos ocasiones refiriéndose a su perro Harpo» y parafraseando a John Wayne en Centauros del Desierto.

Los perreros son como son y hacen bien, subraya en varias ocasiones cuando se refiere a las costumbres y manías de Tomatito (Felix Antona), su perrero. Le gustaba lo rural y los rurales, y sus dichos y sus hechos. Y los disfrutaba. Y en eso, en el gusto por la expresión del pastor, el refrán de mi madre, el dicho del vaquero o la anécdota del tratante que culminaba con un ¡cabalito! ¡Cuánto cabe! o ¡Las cosas! nos encontrábamos.

Para Patxi la caza ética es incuestionable como instrumento de conservación del territorio y de las especies. Pero como señala La Caza Racional, «ese no es nuestro problema. El problema no viene desde la crítica, sino desde el desconocimiento». Por eso, cuando fue Director de la Escuela Española de Caza, repetía «el conocimiento es costoso, pero lo es mucho más la ignorancia». Ahí lo llevan.

Hay que pensar era el nombre de una de sus últimas columnas donde sostiene que el hombre moderno es rehén de las vigencias sociales que le sostienen. Y así es. Lo decía no hace mucho Pérez-Reverte, que es como ese teckel de pelo duro que no teme a nada y pega dentelladas a golpe de twit. El hombre moderno es presa de los dogmas una y otra vez repetidos por papagayos mediáticos y almuecines ungidos de modernidad. El animalismo es uno de ellos. Una moda que considera al perro un esclavo, cuando el perro de rehala es en realidad cautivo de su afición atávica a la caza y al monte.

Le pedí que prorrogara mi libro Don Quijote: gran madrugador y amigo de la caza, y lo hizo entusiasta. En su puesta de largo en Toledo se colocó una montera calatraveña como la de Sancho en la cabeza y sentenció: «Dedicaos a la caza y veréis como os vale un pan por ciento (Cervantes)». Le echo de menos, pero soy consciente de mi fortuna por haber tratado a un fuera de serie en la vida y en la caza. Y lo agradezco.

Ciudad Real, 9 de mayo de 2020

 

Publicado en Federcaza, junio 2020.

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