Pescar o no pescar, esa es la cuestión

Dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Y la verdad es que la puerta de la temporada de pesca del año en curso ha permanecido tan solo entreabierta como consecuencia de la COVID.


Y lo peor, los gastos de los viajes, la palabra ANULADO, CUMPLIR CUARENTENA y similares se ha repetido por toda Europa, y quienes viajamos a Escocia en busca del salmón o a Austria, Alemania, etc. para pescar truchas nos hemos visto envueltos en problemas para tratar de recuperar nuestros vuelos. Es decir que no solamente pierden dinero los empresarios de la hostelería, los pescadores y cazadores que teníamos salidas pagadas lo hemos perdido.

La temporada de pesca se terminó el pasado 15 de octubre y apenas nos quedan oportunidades de pesca en varios intensivos y lagos. Cada autonomía tiene sus leyes de pesca y, aunque nos puede quedar el barbo, el black bass o el lucio, las truchas seguirán siendo las reinas, al menos en mi calendario de pesca.

¿Pero qué dulce veneno tiene la trucha? Sin pensarlo, volveremos a viajar muchos kilómetros en su busca, y ahora casi siempre buscando el norte, León, Palencia, Asturias, nos esperan los lagos llenos de frío y nieve, con hielo en sus esquinas y deseando que brille el sol un momento para quitarnos algo de ropa y disfrutar de los lances y cierta tibieza en nuestra cara y orejas. Pero en la pesca no es como en la caza, el animal no se abate —la ilusión de muchos cazadores sería la misma, no matar—, simplemente se saca del agua y con los cuidados que da la experiencia se devuelve a su entorno, eso sí, antes de nada lo que hacemos es medir la pieza. Y si es excepcionalmente grande sacar una foto.

Esta pesca tiene otros alicientes, es la pesca más social de todas cuantas hay, cada pocos metros hay pescadores lanzando y charlando, viendo si llevas atado un streamer o dos quironomidos, o si por moda y efectividad has atado un trozo de mopa —sí, mopa, la de realizar la limpieza de casa—. Y se observa cómo lanza el resto de pescadores y hasta llevamos la contabilidad de las capturas por pescador y tramos.

El caso es que ahora lo social, las reuniones, están mal vistas y algun profeta se alzará entre el gentío y gritará DISTANCIA DE SEGURIDAD y ya no será el viento y el frío, la lluvia o la nieve lo que nos impida pescar, será el político o gilipollas de turno que aun no se ha enterado que la COVID en el campo es muy difícil de transmitirse, y máxime cuando la distancia entre puestos es superior a los cinco metros, el viento sopla a su placer y la cara va tan cubierta que reconocemos al amigo por su forma de andar. DEJADNOS PESCAR.

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