Meridiano de Greenwich

A estas alturas, dando las últimas oleadas de calor extremo que estamos pasando, con temperaturas de récord, desde las refrescantes orillas de mi querido río Tormes, con sus aguas cantarinas y todavía limpias, a la sombra de los alisos y chopos escuchando


Me ha llegado una reflexión sobre cómo complicamos las cosas cotidianas y por qué somos la especie humana tan compleja, pensando en el meridiano de Greenwich, que creo que todos sabemos qué es, y si no lo explico: nuestra querida tierra es redonda, vamos que tiene 360º, y para todos los que disfrutamos de habitarla se dividió en veinticuatro líneas que representan las 24 horas del día. Estas normas están admitidas en todo el mundo. Aquí en España el meridiano cero pasa por el mar de Aragón, zona de Caspe, como dato curioso.

Los días náuticos y astronómicos empiezan a las cero horas, así se normalizó lo que regula todas las facetas de la vida cotidiana, horas, días, semanas, meses y años. Según estas normas damos la vuelta al mundo en 24 horas, demostrado, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo por ejemplo en las normativas de pesca, y más con la terrible pandemia que estamos padeciendo?

Ahora, si todas estas normas las aceptamos y estamos todos de acuerdo, tenemos que hacer un doctorado con máster para no ser denunciados y multados con la cantidad de leyes, órdenes y anexos que tenemos. Pongamos por ejemplo el lugar donde yo vivo: para pescar en 100 km a la redonda tengo que tener tres licencias y saber por triplicado todas las leyes y hablar y leer dos o tres idiomas, a pesar de vivir en España. Si el recorrido lo amplío a 200 km, me puedo volver loco, a pesar de ser el mismo río.

Se acaba el verano y muchos ríos se vedan para que los peces puedan descansar y poder iniciar su ciclo reproductor, esperando las ansiadas lluvias. En otros lugares sí se puede seguir pescando, inclusive con tramos intensivos de pesca. Soy de los afortunados pescadores que pesco toda clase de peces sin mirar su procedencia y origen, si es de sangre azul o roja, defiendo lo autóctono: desde la bermeja o sarda hasta el más selectivo según la moda, porque todos los peces son una maravilla de la naturaleza y debemos todos de respetar su entorno, insisto, la naturaleza, los ríos y sus habitantes son patrimonio de la humanidad, qué tiempos cuando disfrutaba con la pesca de las bogas, eran alimento básico de las truchas, hoy prácticamente desaparecidas.

Hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás. Son las palabras, el tiempo y las oportunidades.

Salud y buena pesca.

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