Ecojusticia como agua en este desierto

El pasado miércoles 22 de junio no resultó ser una fecha cualquiera para los que amamos a la naturaleza. Ese día, la Guardia Civil detuvo a once terroristas ambientales en distintos puntos de España (presuntos). El juez titular del nº2 de Santiago de Compostela ha ordenado ponerlos a buen recaudo.


Las casualidades no existen, el nombre de este juez, José Antonio Vázquez Taín, no les sonará a la mayoría de los españoles; quizás más acostumbrados a conocer el nombre de otros jueces mediáticos, más proclives al ruido que a las nueces. El juez Taín no es de esos, la discreción define su labor. Lo sabemos los que vivimos en las Rías Bajas y hemos visto como en tiempos del, otrora, pujante narcotráfico; un juez valiente, desde su modesto juzgado de Cambados, ponía en solfa a la crema y la nata de los capos arousanos. Recuerdo las lágrimas en los ojos de madres que habían perdido a sus hijos, con el veneno de la droga, el día que un ascenso del juez Taín, nos lo sustrajo a la familia gallega para trasladarlo a otra plaza, intuyo que en Cataluña. Créanme que la sociedad civil lo echó de menos. Mucho valor y efectividad demostró luchando por la Ley en un ambiente social nada proclive a ayudarlo en su labor. Sufrió por la justicia, en el desierto de ética social de aquella época, cuando campaban por sus respetos el dinero fácil y la corrupción. También hoy puede pasarle lo mismo, en esta sociedad enferma de urbanidad, de urbanismo, de urbanitismo y cada día más coartada de derechos ciudadanos bajo el yugo de lo políticamente correcto. Hace falta mucho valor para enfrentarse con el Sancta Sanctórum del ecologismo radical. Las nuevas sectas intransigentes que en nombre de su supremo fin, ‘los derechos de los animales’, olvidan que sistemáticamente ellos mismos pisotean los derechos humanos; el derecho al libre pensamiento, a la libertad, el derecho a la propiedad privada y nuestro derecho al común disfrute de una biodiversidad sustentada en un medio rural digno. Porque, contra esto último es contra lo que han atentado estos iluminados que han robado a sus legítimos propietarios 20.000 visones, soltándolos para que como depredadores alóctonos que son, consigan destruir la naturaleza de Galicia. Hablo de un atentado para mi tierra, de una irreversibilidad mayor que lo que pudo significar el propio Prestige. Pero para una gran mayoría de cerebros relativistas, lo que han hecho está bien; porque de la naturaleza no saben nada. Jamás han pisado una boñiga de vaca, pero socialmente pesan. ¡Vaya si pesan! Pues otra vez, al igual que en los tiempos en que tuvo que cumplir con su deber bajo el peso de una sociedad anestesiada por el crimen, el juez Vázquez Taín sabrá cumplir con su compromiso sin que le pese el que dirán. Lo ha hecho antes, que eran peores tiempos, hoy será más llevadero. Si mucho no me equivoco creo que dejaremos de ver, durante mucho tiempo, la cara de algunos de estos destructores de la naturaleza. Ya no estarán con sus cartelitos mostrando vacas desolladas delante del McDonal´s de Sol. Ni tocándonos el pito (quiero decir silbato) en los campeonatos de raposo. Tampoco los veremos vestidos de zorras en las manifestaciones de La Castellana, porque la destrucción que han provocado en la fauna de Galicia no se hubiese conseguido ni con mil coches bomba. ¿Y todavía hay alguien que piense que esto no es terrorismo? Publicado en Federcaza del mes de septiembre
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