El Desencanto

Como dice cierto anuncio de la tele: «En ocasiones veo técnicos» y escribo esto porque, parodiando este anuncio o al niño del Sexto Sentido, en ocasiones entre tanta imbecilidad y estupidez perruna que me rodea, acierto a encontrar personas a las que da gusto oír o leer.


Son los menos, y esa falta de gente inteligente y con conocimientos han hecho que el mundo canino me haya aburrido tanto, que ya casi no me gusta hablar de perros y hasta me haya cansado de cazar, pues para mí la caza es simplemente el perro y su trabajo; todo lo demás es accesorio. Por eso discrepo tanto de esos mal llamados campeonatos de a ver quien mata más que organiza una Federación de Caza a la que considero trasnochada y falta de ideas que ayuden a nuestra afición. Afortunadamente no todas las personas inteligentes han desaparecido y de vez en cuando entre tanto abducido, tanto cretino, tanto tipejo idiotizado, o lo que es peor, tanto caradura con intereses creados para los que sólo lo suyo es bueno y que son incapaces de decir: «ESTE PERRO MIO ES UNA MIERDA», lo dicho entre tanta basura como nos rodea en este mundo cinófilo, esas personas inteligentes para los perros brillan a gran altura. A algunos de ellos hemos tenido la gran suerte de leerlos, pues me acompañaron en la grata y desafiante aventura de escribir para una revista diferente (Muestra y Cobro); pero recientemente he tenido de nuevo el placer de leer a otra de esas personas. Si le hubiese conocido hace un año y medio también le hubieseis leído en MyC, pues es de esa gente que sabe y se atreve, es decir lo que nos hace falta leer a los cazadores. La persona en cuestión se llama Miguel San Martín y lo único que sé de él es que un día me escribió para compartir reflexiones conmigo y con Ion Odriozola. Hoy ha decidido enviarme un escrito reflexionando sobre el setter inglés, su cría y la dedicación de este animal a la caza de la becada, y quiero compartir esos pensamientos profundos con todos vosotros. Por favor leedlo despacio, merece muy mucho la pena y va muy emparentado al artículo: Estos perros no nos sirven. Ahí lo tenéis:
El desencanto es el título de una película documental que me viene a la cabeza mucho últimamente cuando pienso en setters de becadas. Recientemente intercambié unas palabras, unas líneas, mejor dicho, sobre perros con Argull y Ion y ahora, al leer estos comentarios, me siento menos solo, aunque igual de desencantado dado que el panorama actual del setter becadero y el futuro inmediato que éste nos garantiza es, obviamente, declinante. No me voy a extender, dado que, como alguien ha dicho por ahí, hablo de caza y perros con contadísimas personas, pero no he podido evitar la tentación de dejar algunas consideraciones. Lo escrito por el forero Niágara (a quien no conozco) en el post sobre la prueba de Asturias me parece una descripción de la situación acertadísima. La cuestión es el debilitamiento físico y mental de los setter actuales, en general. Parece ser, por lo que se cuenta (soy un absoluto ignorante en lo que a la raza se refiere) que este camino ya lo recorrió el pointer. Esto no es casual ni inexplicable, sino fruto de una filosofía de selección que se ha radicalizado en sus posturas en los últimos 20 años. Ignoro en qué manos estaban los perros de competición italianos (cito este país por ser referente tradicional en la competición del perro de muestra) hace algunas décadas. No se si se trataba de cazadores que se acercaban a las pruebas a cotejar sus ejemplares o si se asemejaban a los propietarios de la mayor parte de los ejemplares que compiten en la actualidad, clientes ellos de los adiestradores profesionales punteros en la disciplina reina, por ejemplo, la Gran Busca. La mayor parte de estos perros pertenecen a señores adinerados que tienen perros de competición como divertimento, como podrían tener caballos de carreras montados por otras personas. Algunos no son cazadores y aquellos que se hacen llamar así habría que ver si practican una caza similar a la de cualquier cazador perdido en una zona rural del norte de España, pongamos por caso. Propietarios que, de ninguna manera, impondrán un punto de vista de cazador en la cinofilia. Propietarios que tendrán y aceptarán como ideales aquellos perros que sus adiestradores les indicarán como buenos y éstos, profesionales de la cosa, no lo olvidemos, aceptarán la filosofía que venga dada desde el club de raza correspondiente ejecutada sobre el terreno por sus jueces. Citaba yo al comienzo del párrafo a los protagonistas de la competición más antiguos intentando encontrar una explicación en un supuesto cambio de mentalidad en las personas de diferentes épocas para el supuesto declive de los perros de caza a partir de un diferente modelo de perro de competición. Saber concretar esto, ciertamente, se me escapa. En mi opinión, en los últimos tiempos, las posturas de los calificados cinófilos, al fin y al cabo regidores de los destinos de las razas caninas, pero centrémonos en el setter inglés, se han radicalizado hasta el esperpento. Han pretendido llevar el standard de la raza hasta un punto que raya el fundamentalismo, de modo que han ensalzado la estética del perro hasta el paroxismo en detrimento de la utilidad real de éste. Tienen un perro en mente que emana del propio standard sólo en su versión estética. El galope como imagen elevada a la máxima potencia. Más clase, más clase, más clase, más deprisa, más deprisa, más deprisa. No me cabe duda de que, quizás, haya actualmente el mejor nivel de perros de Gran Busca de la historia, eso dicen ellos. Quizás sea cierto, pero, ¿los cazadores hemos ganado con ello? ¿No se está creando una subraza, si se me permite la expresión, que sirve para un espectáculo, un circo, que nada tiene que ver con la idea que aquellos cazadores, que en el siglo XIX se embarraban en los Highlands escoceses, tenían en mente seleccionando aquellos perros que acabarían legándonos una raza magnífica para la caza en bosques y montañas? Permítanme que de mi respuesta; la filosofía de selección y cría que implantan desde los clubes de raza europeos va encaminada a mejorar esos perros, pero esa mejora es divergente con la línea que llevan los perros que necesitamos los cazadores. La filosofía actual de selección a través de la Gran Busca y las Clásicas (Dios mío, qué desfile de modelos) se desarrolla bajo unos parámetros que nada, absolutamente nada, tienen que ver con los parámetros que determinan las necesidades del cazador de a pie, del cazador de un par de botas por temporada y perros en su propia casa. Tenemos, en general, ya se que cuando llueve mucho salen setas, unos perros con menos carácter, menos duros de cabeza, de patas, menos corajudos, menos inteligentes, esto sobre todo, etc… A España llegó la marea. Quizás no podía ser de otro modo ya que el problema es continental. Los que han regido el Club de la raza son los responsables de este declive innegable pero, ojo, nos han llevado a dónde los cazadores nos hemos dejado y esto sólo tiene un nombre: hemos sido gilipollas y lo que nos pasado nos lo merecemos. En el foro de la web del Club, del que ya me he dado de baja, lo advertí hace algunos años. Nos estaba calando su mensaje manipulador y pernicioso de «vosotros tened hembras cazadoras y cruzadlas con nuestro perros de competición», por supuesto, pagando las montas al precio que no valen para mantener su cara afición. Los cazadores utilizados como sostén económico de la élite cinófila. Meros muñecos. Yo mismo anuncié la única camada que he hecho en mi vida explicando cual había sido mi selección durante años, qué perros había traído de Francia y cuales de ellos seleccionado, sobre qué terreno, sobre becadas, etc, etc, terminando el anuncio diciendo: «abstenerse afectados por titulitis». No llamaba ni Dios, o sea, todos infectados, con perdón. Mientras, los Radentis y demás productos de la filosofía que nos ha traído a este erial se vendían como churros, sin verlos siquiera, sólo por «la marca». Sólo hay una salida: abandonar el Club de la raza masivamente, dejar de comprar sus perros seleccionados bajo sus criterios, con sus jueces, sobre perdices, sobre trigos verdes, en clásicas… Formar algún tipo de Club donde promover concursos en los que se valoren las aptitudes naturales de los perros y no su adiestramiento, situando el talento, la inteligencia, el intelecto en la acción de caza muy por encima de estilos y cuestiones estéticas. Estos concursos y estos perros NO NECESITAN la bendición de la Canina ni de San Pedro. A los cazadores nos ha de traer al pairo si esos resultados van a figurar, o no, en los documentos oficiales. Serían nuestros concursos y nuestros perros. Como nadie me conoce aquí, diré a modo de intentar aclarar, que creo que hablo con un poco de experiencia, que llevo 20 años cazando exclusivamente becada con setter inglés. En estos 20 años he probado de todo. Conocía mucho los perros que había hace 15-20 años en Francia y cómo iban a la caza y, más recientemente, he comprobado en primera persona lo que nos ofrece hoy y ahora la filosofía de selección y cría italiana, por otra parte la que tenemos en España, pero llevada a peor, ya que traemos los reproductores que ellos desechan y nos creemos los listos del barrio, dicho sea de paso. Es decir, creo que he tenido y probado lo suficiente de aquí y de allá, como para ver la evolución del setter de becadas en los últimos 20 años y saber dónde estamos. El nivel declina alarmantemente. De ahí el desencanto. Miguel San Martín.
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