A ‘Torera’, una guerrera

La hora que es y aún no llegan a buscarme. ¿Me abré confundido de día? Qué raro que se duerma mi fiel amigo. ¡Por fin! Al final de la calle escucho su viejo motor, hoy cazo.


Ni el madrugón, ni lo incómodo del viaje hace que mis nervios se aplaquen, hoy será un día duro, ese monte tan cerrado requiere un esfuerzo extra y, sobre todo, un buen trabajo de toda la cuadrilla.

Los nervios del principio hacen que nuestra salida detrás de las ansiadas piezas sea un caos pero, como siempre, la voz de mi fiel amigo hace que todos nos centremos en lo que tenemos que hacer cada uno. Se escuchan los primeros disparos, lances inesperados, de esos que nos sorprenden a todos y, al mismo tiempo, hace que se nos acelere el corazón y nos pongan un extra de fuerza en nuestras piernas para dar con la caza en este tupido monte.

Veo a unos cuantos abrirse ladera arriba, sus ansias de juventud les hace equivocarse, mientras los más veteranos y yo ya sabemos dónde tenemos que buscar, cada rincón que peinar para hacer de este día un día maravilloso para todos.

Por fin llega mi primera oportunidad, sé que será una pelea difícil, pero mi cuadrilla me ayudará sin pensarlo y así es, un enfrentamiento rápido, un lance a esa pieza despistada que hace que se crea que no daría con ella. Y en pocos segundos, como siempre, la voz de mi fiel compañero de batallas me hace saber que ya es mío. Cuántos años cazando juntos y siempre lo mismo. ¡Si es que tantos años juntos que parecemos uno!

Los disparos se alternan en el monte, pero hoy me pasa algo raro. Llevo una sensación de esas que te quiere avisar de algo, pero que no sabes de qué. Rodeo el peñón donde el año pasado triunfé, y esto no falla. Otra batalla entre mi pieza y yo, un mano a mano, ya que mi cuadrilla se despistó, pero no puedo evitar esperar a su llegada. Es mi momento y me lanzo a su caza.

Al poco llega mi gran amigo que, como siempre, no duda en ayudarme y damos muerte a tan brava pieza, pero los ojos de mi amigo hace que sepa que algo pasa, no me felicita, qué raro, la primera vez en todos estos años, solo unas lágrimas salen de sus ojos, se acerca a mí y, en ese momento, sé que ha sido mi última batalla, este cochino ha sido el último que veré en este mundo, en esta lucha ganamos los dos, ya solo siento los brazos de mi amigo mientras me acaricia y noto que mi vida se va, hoy ya no montearé más.

A mi amigo Rubén, de la rehala El Torero, y a su fiel amiga Torera, muerta esta temporada haciendo lo que mejor sabía, ser valiente y cazadora. Solo los perros valientes y buenos mueren en el campo.

Comparte este artículo

Publicidad