Presentación

En primer lugar, me presento. Tras estas líneas, Antonio López, modesto y orgulloso capitán de una gran nave que lleva más de treinta años navegando con un rumbo fijo e inquebrantable: la divulgación seria de todo lo que atañe al universo canino.


Si no la conocen, se la presento, me refiero a la revista EL MUNDO DEL PERRO. Gracias al responsable de esta comunidad de internet, hoy comienza una colaboración a través de la cual todo lo que representa la revista se pone a disposición de los miles de cazadores que disfrutan de la caza y de sus perros. También pondremos en marcha un consultorio similar al que aparece cada mes en la revista hermana JARA Y SEDAL, en el que haremos todo lo que esté en nuestra mano para dilucidar cualquier duda que les preocupe sobre sus compañeros de cuatro patas. Y lo intentaremos llevar a cabo desde un prisma muy particular, enfocado al perro de caza, pero ampliando el abanico de temas a tratar a cualquier circunstancia que concierna a nuestros perros. Porque el perro de caza es perro los 365 días del año. Desde el momento en que llega a su nuevo hogar, en casa, con la familia, con las visitas, cuando se queda solo, durante los paseos, sigue siendo nuestro compañero, nuestro cómplice en los mejores momentos que nos brindan esos madrugones con el monte como testigo, nuestro perro de caza. Me van a permitir que de vez en cuando toque temas relacionados con el perro que a todos nos pueden interesar, siempre con la caza en la mente, pero sin dejar de lado aspectos que dan de lleno en la actualidad del sector canino y que también nos afectan como propietarios, aficionados y apasionados al perro. Como ejemplo de lo que iremos tratando, cuando escribo lo hago justo después de echarle un ojo a la reforma la ley de Protección de Animales Domésticos de 1990. En ella encontramos aspectos positivos, pero una de las reformas más impactantes es la introducción de sanciones para los que alimenten a animales domésticos vagabundos con multas de entre 300 y 1.500 euros. Me van a permitir que le dedique un poco más de tiempo al texto de la reforma, porque no quiero sacar conclusiones apresuradas, pero la primera idea que se me ha venido a la cabeza es pavorosa. ¿Si, por cualquier desgracia, mi perro se extravía y está unos días vagando por las calles, nadie podrá alimentarlo porque eso supondrá una multa desorbitada?
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