Una llamada desafortunada

Vivimos en la época de la comunicación. Radio, televisión y telefonía móvil. Mucho móvil. Según publica el diario Finacial Times, actualmente el parque de teléfonos móviles asciende a 3.300 millones de terminales repartidos por todo el mundo, lo que significa que es cantidad suficiente para abastecer a la mitad de la población mundial.


No es de extrañar el ver a chavales de 7 u 8 años con uno de estos aparatitos. Seguro que lo han recibido como premio, por su santo, cumpleaños o reyes. Ciertamente llevamos casi todos el móvil encima, teniendo sus ventajas e inconvenientes. Siempre suena en el momento más inoportuno, en los lugares más dispares, en situaciones inverosímiles o no funciona cuando realmente lo necesitas. Todos podríamos contar anécdotas y peripecias chocantes del dichoso aparatito. La inmadurez, la tontería o pedantería hace que algunas personas hagan un uso incorrecto de él. Puede ser de gran ayuda, o de efectos finales dramáticos. La fatalidad hizo que se produjera un terrible accidente mortal a raíz de una llamada telefónica al móvil. Hay casos en los que utilizándolo, nos puede causar distracción, bien al conducir, cruzar una calle, vía o camino por donde transitan vehículos. Realizando trabajos con herramientas, maquinaria, o incluso con tareas agrícolas o domésticas. El caso que les cuento se realizó en el transcurso de una cacería de patos. La triste noticia salta a la prensa en Tarragona, con el titular siguiente: Un joven de 23 años muere en el Delta del Ebro mientras cazaba a causa de disparo de un compañero. Una modalidad ancestral de caza de acuáticas en el Delta de L’Ebre es la caza de patos en luna llena. Francisco Javier se encontraba cazando con un amigo suyo al que había invitado esa noche. Hoy día es muy frecuente utilizar el móvil en todo tipo de cacerías, más cuando el aburrimiento hace presa del cazador, y utilizándolo encuentra la manera de matar algo, el rato. A las 23,50 h del día 23 de Noviembre, Francisco Javier recibe una llamada, precisamente de su padre que también estaba cazando, para preguntarle qué tal les iba la cacería, en el mismo instante en que un pato se cruzaba en la trayectoria del disparo que efectuaba su compañero invitado, provocándole la muerte instantánea. El dolor se suma a las dos familias, a todo el Delta del Ebro, a mí particularmente por conocer al padre de la víctima y a las sociedades de cazadores, que acuerdan suspender las cacerías los dos días siguientes en señal de luto dolor y solidaridad. Suceso de tal magnitud no lo recuerdan en todo el Delta, y el móvil un nuevo elemento que antes no estaba, y que ha sido el causante fortuito de un lamentable accidente. Se lo cuento por propia experiencia.
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