«Míticos escuderos»

Hace un par de años o tres, no recuerdo con exactitud, en esta misma página se abrió un foro sobre los llamados escuderos de los grandes y viejos jabalíes, un tema que para mí siempre ha sido muy interesante. En aquel foro se dieron bastantes y muy diferentes opiniones sobre el tema y, entre ellas, la mía, que aunque me hubiera gustado que fuera más extensa y con muchos más detalles, al ser en un foro, por razones obvias no pudo ser así.


Como en aquella ocasión me quedé con «muchas cosas dentro» que no pude comentar sobre los llamados escuderos, pensé escribir un artículo sobre este tema y mandarlo a la redacción de la página para que fuera publicado en ella. Pero miren por donde, que justo cuando lo acabé y lo iba a mandar, un amigo de una revista del sector «cacero» me preguntó si tenía algo escrito que le pudiera dar, ya que necesitaba contenidos para la revista de aquel mes, así que se lo di y al final no fue publicado aquí, como desde el principio era mi intención, sino en la revista. Pero hoy, al cabo de los dos o tres años, como por razones que no vienen a cuento tengo más tiempo libre del que incluso me gustaría tener, y además salgo poco de casa, para distraerme un poco me he puesto a mirar y rebuscar por los «rincones de las memorias» del ordenador a ver qué encontraba y, miren por donde, que entre otras muchas cosas me he encontrado el comentado artículo, así que aunque tarde y con algunos retoques y reformas para que en vez de ser sólo un artículo sea mitad eso y mitad relato, lo meto aquí en el diario de caza por si a alguien le apetece leerlo. Este es el «mitad artículo, mitad relato»: Desde hace muchos años he escuchado infinidad de veces hablar de esos escuderos que según dicen muchos cazadores suelen utilizar los grandes macarenos en sus careos nocturnos, para que les abran los caminos avisándoles de los peligros que puede haber acechándoles en ellos. Incluso, algunos cazadores aseguran que son animales que viven y andan siempre juntos por el monte, intercambiándose seguridad por enseñanza. Más o menos hablan de ellos como si se trataran de escuderos permanentes como lo era Sancho Panza de D. Quijote, algo con lo que nunca he estado de acuerdo aunque haya respetado esa opinión de los demás. Yo, por lo que pude ver en estos animales a base de observarlos durante todo el tiempo que viví en Sierra Morena, que fueron bastantes años de mi vida, lo que saqué en conclusión es que no son para nada escuderos fijos o permanentes, como muchos cazadores aseguran, sino escuderos circunstanciales si mas. Unos animales a los que los marranos viejos suelen cortarles los rastros y seguirlos a la hora de atravesar un paso de los llamados obligado, al entrar a bañas, cebaderos o a otros lugares donde ellos pueden barruntar algún peligro. Pero es que no solamente he visto a los grandes macarenos siguiendo a marranos mas pequeños, sino también a piaras e incluso si se han visto necesitados de ello a ciervos, para que en un momento dado le avisen con su espantada de cualquier peligro que les pueda estar acechando en esos lugares que ellos piensan que pueden ser comprometidos para su integridad. Eso si, en la mayoría de los casos u ocasiones he visto hacer a los grandes macarenos lo mismo, venir solos hasta las cercanías de esos lugares que para ellos son peligrosos o comprometidos y allí esperar la llegada de otro u otros para después pasar o entrar tras él o ellos siguiendo sus rastros. Pero una vez pasado ese lugar que para ellos es peligroso, lo que les he visto hacer ha sido reanudar su marcha en solitario, que es como mas les gusta a estos marranos viejos andar por el monte, no en vano por algo se les llama así, solitarios. Para tratar de aclararles mejor lo anterior, les voy a contar ciertas cosas que les he visto hacer a estos animales que son las que en todo momento me han hecho pensar lo que mas atrás les comentaba de los llamados escuderos. La zona o lugar donde mas esperas les he hecho a los marranos en Sierra Morena es un pequeño valle por el que corre un arroyo que separa una umbría tupida de monte, -jaras, madroños, chaparreras y otras variedades de arbustos- de una solana casi pelada de él, donde solo hay algunos lentiscos y encinas de las que dan ricas bellotas para estos animales. Allí, cuando me han entrado marranos grandes, a muchos de ellos les he visto hacer la misma faena, bajar umbría abajo desde su zona de encames totalmente solos, hasta que les ha quedado poco para llegar al arroyo, que es donde se han parado y quedado totalmente en silencio antes de cruzarlo y dar la cara al pelado de la solana. Allí y así han permanecido el tiempo que ha hecho falta hasta que otro u otros han bajado umbría abajo y han cruzado el arroyo, momento que han aprovechado para seguir sus rastros y a un centenar de metros mas o menos pasar detrás de ellos sintiéndose ya seguros en ese paso que podía ser peligroso. Precisamente por haber visto todo lo anterior con claridad, me daba cuenta que no eran marranos que venían desde largo juntos, y que para nada se trataba de macarenos siguiendo a sus fijos y fieles escuderos, sino que eran marranos que utilizaban a otros como escuderos circunstanciales sin mas para pasar por aquel sitio que para ellos era comprometido. Pero es que en muchas bañas, al hacer una espera me ha pasado igual, que he escuchado acercarse un marrano que venia solo y cuando le ha quedado poco para llegar a la baña, se ha parado y permanecido totalmente en silencio como si se lo hubiera tragado la tierra hasta que otro se le ha adelantado y ha entrado por delante, momento que ha aprovechado para entrar también sintiéndose ya mas seguro. También en infinidad de ocasiones me ha pasado lo mismo con estos animales al hacer esperas en campos sembrados de cereal y en rastrojos. Muchas de las veces que me he puesto a esperarlos en estos lugares, he visto llegar algún primal y justo al momento otro mucho mas grande que parecía venir siguiéndolo desde largo como si fueran eso, el macareno y su fiel escudero fijo y permanente. Sin embargo, cuando me he puesto fuera de estos lugares para cortarles sus viajes antes de entrar a ellos, he podido ver con total claridad que en ningún momento antes de llegar a las cercanías de esos sitios venían del mismo punto juntos, sino que el marrano viejo ha esperado a que se le adelantara otro u otros para después siguiendo sus rastros entrar a comer ya mas tranquilo y seguro. Es mas, uno de los marranos más grandes que he abatido en espera fue utilizando ciertas triquiñuelas aprendidas precisamente de lo que en muchas ocasiones les había visto hacer a los grandes y viejos macarenos. Esa noche estaba escuchando bajar un marrano por la umbría que antes les comentaba, hasta que llegó cerca del arroyo, que fue donde se paró y se quedó totalmente en silencio. Al poco rato empecé a escuchar como otro bajaba por la umbría dispuesto a cruzar el arroyo y meterse a la solana, aunque algo más abajo de donde había escuchado al primero. Cuando a éste segundo lo escuché cruzar el arroyo, lo que hice fue acercarme sin hacer el menor ruido hasta el sitio por el que había subido por la solana. Allí me senté y al ratito ya tenia al macareno subiendo la solana por el mismo sitio que lo había hecho ya el anterior. Lo siguiente no creo que haga falta que se lo detalle. Aunque bueno, les diré que al día siguiente teníamos en casa la tinaja del adobo hasta arriba. Otra mañana que también estaba puesto de espera a la hora que vuelven los marranos de sus careos nocturnos hacia sus encames, observé hacer una cosa a dos marranos que me dejó totalmente sorprendido. Estaba a punto de salir el sol cuando apareció un marrante pequeño descolgándose por la solana desde la ceja que tenía enfrente. El marranete bajaba por la solana de forma muy desconfiada, hasta la mitad mas o menos de ella, que fue donde se paró durante un buen rato entre unas chaparreras, hasta que apareció otro bajando por la solana, que era más grande y viejo que él, un buen macareno, que sin tantos recelos dado que se le había hecho tarde y el día se le venía encima, bajó hasta el arroyo para después meterse en la umbría y tomar el camino de su encame. En ese momento, el marranete pequeño que primero había aparecido, salió corriendo a media solana hasta que a unos cien metros cortó los rastros del macareno que había bajado y se había metido en la umbría, y ya por ellos bajó mucho mas confiado hasta meterse también en la umbría camino de la zona de encames. Lo que realmente me dejó sorprendido ese día, fue ver como un marranete utilizaba como escudero circunstancial a un marrano viejo, a un macareno de mucho cuidado, algo que para nada se parecía a lo que yo siempre le había escuchado decir a la gente sobre el tema de los escuderos, ya que en este caso el escudero había sido un macareno de un marranete y no al revés, algo que me hizo pensar por haberlo visto así, que también algunos marranos jóvenes utilizan las mismas astucias para sobrevivir que los viejos y grandes macarenos. Pero es que esto último no solamente se lo he visto hacer ese día a ese marranete pequeño, pues también en otras ocasiones he visto a otros primales seguir el rastro de marranos mas grandes que ellos a la hora de pasar por uno de esos pasos de los llamados obligados, como puede ser por la gatera de un cercado. Pero es que alguna vez, aunque a algunos les pueda parecer raro, también he visto en la sierra como un marrano se ha quedado parado al llegar a la gatera de una alambrada y no pasar por ella hasta que han pasado unas ciervas delante él, así que los marranos, sobre todo los grandes, según he podido ver en mas de una ocasión, no solamente se sirven de sus congéneres -mas pequeños o mas grandes- para evitar peligros que pueda haber acechándoles, sino que también lo hacen de animales de otras especies, que llegado el momento, pueden valerle como escuderos circunstanciales perfectamente. Lo anterior también ocurre en ganchos, batidas y monterías, donde en ocasiones he visto marranos “aplastarse” antes de llegar a un cortadero y no cruzarlo hasta que ha llegado otro y se le ha adelantado, pensando posiblemente que si al primero no le habían “alumbrado un castañazo” al cruzarlo, tampoco se lo “alumbrarían” a él. Por todo lo explicado anteriormente, es por lo que siempre he pensado que los escuderos no son como muchos cazadores dicen, marranetes que a todas horas van pegados y al servicio de otros mas viejos, sino marranos a los que otros de sus congéneres –mas grandes o mas pequeños- simplemente siguen a la hora de pasar por zonas que pueden intuir o ver peligrosas para su integridad. Pero bueno, como tengo muy claro que habrá opiniones muy diferentes sobre este tema, espero que otros cazadores las expongan y entre todos aclaremos en lo posible lo que para mí siempre ha sido un gran enigma, el enigma de los escuderos de los grandes “Generales de Sierra” o macarenos.
Comparte este artículo

Publicidad