Caza y elecciones

El próximo 27 de mayo habrá elecciones municipales en toda España y autonómicas en 13 de las 17 comunidades autónomas, concretamente en Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Madrid, Murcia, Navarra, La Rioja y Comunidad Valenciana, además de Ceuta y Melilla.


Cada cual votará al partido que se acerque más a sus posiciones ideológicas, o al que crea más capaz de arreglar los problemas que afectan a su pueblo, ciudad o comunidad autónoma. Hay cazadores de todas las ideologías, faltaría más. Aunque imagino que la mayoría de los cazadores, cuando van a votar, piensan más en los problemas generales que nos afectan, estoy seguro que muchos se preguntan qué puede pasar con la actividad cinegética si gobierna uno u otro partido. ¿Y qué pasaría si en unas elecciones autonómicas o nacionales Los Verdes, o una poderosa coalición ecologista, tuviese posibilidades de ganar? ¿Y si su partido del alma, por lo que fuese, anunciase grandes restricciones cinegéticas? Entonces estoy seguro que los cazadores, a la hora de votar, harían lo posible para evitar ese recorte de sus derechos cinegéticos. En España, afortunadamente, la caza sigue practicándose con normalidad en todas las autonomías, gobierne quien gobierne. Y esto es así porque la caza sigue siendo una actividad muy arraigada, sobre todo en el entorno rural, genera riqueza y, aunque esto no se vea tanto, ayuda a conservar la naturaleza de un modo eficaz, visible y pragmático. A los políticos, por muy anticazas que sean, a día de hoy no les queda más remedio que tragarse el sapo de la caza, aunque aprovechen cualquier oportunidad para recortarla. También es verdad que hay partidos más sensibles con la caza que otros. Los partidos de izquierda, en general, o al menos en sus enunciados generales, no sienten especial cariño por esta actividad que, curiosamente, es mayoritariamente popular. Quizá estos prejuicios vengan de muy lejos, de cuando la caza era un privilegio reservado a la nobleza, o una actividad muy vinculada a ese caciquismo extremo que vemos en Los Santos Inocentes, e incluso al régimen franquista. Por otro lado, la izquierda gusta identificarse con el progreso, y eso de matar animales parece primitivo, casi arcaico, y desde luego políticamente incorrecto, máxime cuando el movimiento ecologista nace, además de en las grandes ciudades, como un movimiento revitalizador de una izquierda que se estaba quedando sin referentes. Sin embargo, prácticamente desde que se instaura la democracia, en las autonomías con más importancia cinegética, o sea Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía, gobierna el Partido Socialista y la caza goza de buena salud. O al contrario, la caza no va ni mejor ni peor en aquellas autonomías tradicionalmente en manos del Partido Popular. Hay sombras y claros en todos lados. Sí es cierto que en aquellas ocasiones en que el Partido Socialista se ha visto obligado a pactar con Izquierda Unida, la caza ha sufrido cierto frenazo, entre otras cosas porque ese partido sintoniza mucho más con ese ecologismo radical y demagógico y generalmente, tras el reparto de puestos, suelen quedarse con Medio Ambiente. Me consta que alguna vez alguna revista o asociación cinegética, ante el horizonte de unos comicios, ha preguntado a los partidos políticos su posición frente a la caza. Esto tendríamos que hacerlo por sistema y obrar en consecuencia. La otra opción, crear un partido político como el francés, que ha llegado a sumar más de un millón de votos y que recientemente se ha presentado, con un exultante Frèdèric Nihous, a la presidencia. Que cada cual saque sus conclusiones, haga memoria de cómo han tratado a la caza quienes gobiernan en su comunidad y vote a quien le dé la gana.
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