«No se suelta, no se montea»

Como bien conocen ustedes, los rehaleros, y por tanto la montería, están viviendo una de las épocas más tristes y peligrosas de su historia al considerar el Gobierno que las rehalas son empresas y que, como tales, tienen que darse de alta y pagar impuestos, mientras que los rehaleros consideran que son cazadores y que como su actividad deportiva no constituye su medio de vida no tienen por qué darse de alta como empresarios porque así lo dice la Ley, argumento que han defendido sin conseguirlo en innumerables ocasiones ante representantes del Ministerio.


Y al final ha pasado lo que ya era más que previsible que iba a suceder, que se rompió la baraja. Las negociaciones llegaron el día 5 de septiembre a un punto muerto sin que el Gobierno diera su brazo a torcer ni los rehaleros tampoco, pues han decidido que antes de claudicar prefieren no cazar. Así lo expresó Alfonso Aguado el día 13 de septiembre, en nombre la Mesa en Defensa de la Rehala y de la Montería, quien pronunció las siguientes palabras al término de la manifestación que, partiendo del estadio Santiago Bernabéu, recorrió las calles de Madrid hasta llegar a las puertas del Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social: «Las 28 asociaciones y federaciones integrantes de la Mesa de la Rehala han decido no sacar esta temporada licencia de caza de rehala y no salir a cazar mientras el Ministerio no atienda nuestras demandas». No quiero ser pesimista, pero no creo que el Gobierno atienda las reivindicaciones del mundo de la rehala, al menos a corto plazo, porque necesita dinero y está claro que desconoce el sector que pretende regular. Debe considerar que las rehalas son algo así como un filón de posibles nuevos afiliados a la Seguridad Social, además de otra nueva fuente de ingresos en concepto de impuestos, sin darse cuenta de que además de las monterías comerciales de lujo y de los ¿rehaleros? profesionales que participan en ellas y que han hecho de la rehala un negocio, en España se celebran todas las temporadas muchas más monterías sociales sin ánimo de lucro en las que participan rehaleros y personal auxiliar de la rehala que ni son empresas ni tienen posibilidad alguna de poder constituirse como tales, pues solo reciben un puesto o propinas y cazan por afición con perros que cuidan y miman, pese al alto costo que supone mantenerlos. Monterías que, por otro lado, son además una fuente de riqueza muy importante para el mundo rural y para el propio Gobierno en forma de dinero y de votos. Como por soñar aún no se paga impuestos, concluiré diciendo que esperemos que por el bien de todos el Ministerio de Trabajo y Seguridad estudie con más detenimiento el problema y se llegue a un acuerdo. Quién iba a pensar que sería un Gobierno del Partido Popular, que tanto ha defendido la caza con la ayuda del diputado Teófilo de Luis, el responsable de acabar con los últimos vestigios de lo que fue la montería española, obligando a los rehaleros a convertirse en empresas que nunca fueron.
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