Pero había solución

Hoy comienzo estas líneas recordando el título del pasado post, en el que me lamentaba de las situaciones molestas y hasta problemáticas que habíamos padecido ciudadanos españoles en los aeropuertos de varios países, al comprobar los agentes policiales que las numeraciones estampadas en nuestras armas, no se ajustaban exactamente con las reflejadas en las guías que nos expide la Guardia Civil.


Decía entonces que ¡No había derecho! a que tuviéramos que padecer retrasos y situaciones inexplicables ante policías, a veces muy poco amables, por esas alteraciones en la documentación (de las que evidentemente éramos del todo inocentes), habiéndose producido incluso casos en las que al «afectado» le fue requisada su arma, teniendo que regresar a ese país para recogerla. Dije también que este asunto era algo ya conocido y que yo mismo lo había planteado por escrito hace años sin que se hubiese subsanado, lo que a todas luces era un error que sólo servía para crear perjuicios, y que simplemente bastaría con no «modificar» los números de serie correspondientes, añadiéndoles más signos o cifras que no deberían estar precisamente ahí. Pues bien, una vez recordado el tema, y si en él decía que no había derecho, hoy tengo que decirles que se ha demostrado que sí había solución, aunque ésta debía aplicarla quien pudiera llevarla a efecto, evidentemente. Con las síntesis a la que me obliga esta página, les diré que recibí un e-mail de la Intervención Central de Armas y Explosivos de la Guardia Civil, en el que su propio coronel jefe (D. Domingo de Guzmán Caballero Fernández), no sólo demostraba haber tenido constancia de lo expuesto en el post mencionado, sino que en ese mismo escrito confirmaba que «esa anomalía había sido subsanada», diciéndome incluso que desde esa Intervención Central se impartirían las oportunas instrucciones para facilitar nuevas guías «con la numeración del arma reflejada correctamente». Y les confirmo también que ya se han impartido. Como supondrán, tarde apenas dos minutos en contestar al coronel De Guzmán Caballero, dándole mis más sinceras gracias por su «solución», y a la vez expresándole mi auténtica alegría por comprobar su atención hacia ese asunto, que ya se había demostrado tan perjudicial para unos cuantos ciudadanos españoles en otras tantas situaciones. Les diré también que días después pude conocer en su despacho al reciente nuevo jefe de la ICAE, donde no sólo quedó demostrada su indiscutible amabilidad, sino que me reiteraba la posibilidad (como ya había hecho por escrito) de que le plantease otras cuestiones relacionadas con las Intervenciones de Armas y nuestras «problemáticas», a lo que ya podrán suponer que accedí con mucho gusto. Dando por sentada la enorme responsabilidad que conlleva la ICAE, que regula todo lo relativo a las armas y explosivos en España, estoy seguro de que todos reconoceremos la importancia que reviste este hecho, en el que a la vez se demuestra la sensibilidad y el interés de su máximo representante para solucionar anomalías como la comentada. Y creo sinceramente que son rasgos que vamos a poder apreciar en más ocasiones, puesto que incluso hablamos de otras diversas situaciones que, en opinión de muchos, merecerían una revisión por las normas que ahora se exigen desde la Guardia Civil en diferentes asuntos. Tengo a gala haber conocido a varios Jefes de la Intervención Central a lo largo de tres décadas, el honor de que más de uno me considere como amigo, y hasta el orgullo de haber colaborado en todo cuanto me fue posible cada vez que pude hacerlo. Y si de algo me vale todo ello, es para creer que la incorporación del nuevo coronel, y al margen de toda la evidente rigurosidad que implica su cargo, va a traer un nuevo aire a esa importantísima ICAE, donde pienso que muchos ciudadanos relacionados con las armas, y hasta todo nuestro sector industrial, va a apreciar una favorable renovación; y a las pruebas me remito. Sólo desearle la mejor de las suertes y éxitos en su nuevo destino y reiterar que estamos a su disposición para todo en lo que podamos ser útiles.
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