De nosotros depende

Desde que cazo, y ya han pasado algunas décadas, pues bastantes años antes de cazar con escopeta ya lo hacía acompañando a mi padre, he vivido temporadas de caza menor mejores y peores y también he visto cómo todas las especies de caza menor han ido disminuyendo con el paso del tiempo. Sin embargo, he de reconocer que nunca antes me había sentido tan preocupado por el futuro de perdices, conejos y liebres, los tres pilares sobre los que se sustenta la caza menor española, como durante la temporada que acaba de cerrarse.


Y es que la 2013-2014, que antes de iniciarse parecía que iba a ser excelente, ha sido en general decepcionante y me ha hecho recordar más que ninguna otra que las poblaciones de caza menor disminuyen alarmantemente. Unos cazadores piensan que la precaria situación por la que pasan las especies se debe a que hay demasiados predadores; otros culpan de la situación a los pesticidas y al laboreo agrícola o al exceso de presión cinegética. Yo no creo que exista una sola causa, sino que todas las mencionadas en conjunto, así como la torpeza (desidia, falta de profesionalidad…) de la Administración y seguro que otras causas más que se escapan a mi ignorancia, están debilitando poco a poco a todas las especies menores, si bien cada día estoy más convencido de que los pesticidas agrícolas tienen mucho que ver en el problema. En el artículo de Jaime Valladolid, que publicamos en el número de febrero de Trofeo y que trata sobre la importante labor que realiza la Unidad Canina de Detección de Venenos de Castilla-La Mancha, podrán leer que uno de los productos más usuales que utilizan los delincuentes del medio ambiente para envenenar en los cotos, porque es fácil de conseguir, es el Temik: nombre comercial de un fitosanitario cuyo producto activo es el Aldicarb (que se encuentra también en otros pesticidas) que lleva unos ¡25 años! comercializándose como desinfectante de suelos en horticultura y otros cultivos, entre ellos la vid. Increíble, así nos va de bien. Como al conejo, que además del veneno «legal» y de los predadores sufre el azote de una nueva cepa de la neumonía, conocida con el nombre de variante francesa, que está volviendo a reducir a la mínima expresión sus poblaciones y que es la causante de que esta temporada no lo hayamos visto muchos en nuestros cotos. También publicamos un extenso reportaje sobre su origen y cómo minimizar sus efectos, algo que me temo no va ser muy fácil en muchas zonas de Castilla y León. En esta comunidad ha reaparecido la plaga de topillos y con ella la «sutil» forma de combatirla a base de ingentes cantidades de veneno, pegándole fuego a los campos hasta arrasarlos y destrozándolos con maquinaria pesada. Seguramente no se podrá combatir de otro modo, que en este tema no entro, pero está claro que en Castilla y León es donde conejos, perdices y liebres lo van a pasar peor y que contra las prácticas agrícolas agresivas el cazador no puede luchar, ni al parecer tampoco Medio Ambiente. Lo que sí podemos hacer los cazadores interesados en seguir cazando especies salvajes es tomar buena nota del estado en que han quedado las poblaciones de perdices, conejos y liebres en nuestros cotos y, más que cuidarlas, mimarlas antes de que comience y durante la próxima temporada. Sembrarles comida, procurar que no les falte el agua y cazarlas lo justo o incluso no hacerlo. Publicado en el número de febrero de Trofeo
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