Suspenso en comunicación

A los ciudadanos europeos nos preocupa el medio ambiente. Lo asegura con rotundidad una reciente encuesta hecha pública por la Comisión Europea. Y los españoles no somos una excepción: el 94% consideramos importante la protección del medio ambiente, solo un punto por debajo de la media europea. Un dato clarificador.


Pero hay otro en el que conviene detenerse: el 53% de los españoles —y el 38% de los europeos— dice estar mal informado al respecto, lo que permite afirmar al comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, que la primera lección a extraer de estas cifras es que habrá que informar mejor. No podemos estar más de acuerdo: informar más y manipular menos. En la entrevista que ha tenido la gentileza de conceder a la revista Hunters y que publicamos en el número de agosto, el presidente de la Delegación Española del CIC, Luis de la Peña, reconoce abiertamente que, en materia de comunicación, el mundo de la caza suspende: «Las organizaciones de caza en general y los cazadores —afirma— no hemos sabido explicar a la sociedad lo que de verdad representa la caza y en qué consiste». Así es, lamentablemente. Hasta tiempos todavía recientes la caza no ha tenido que explicarse y menos aun que justificarse: formaba parte de la vida del hombre con absoluta naturalidad. Pero ya no es así. El cambio de las sociedades ha sido tan profundo que la caza ha dejado de percibirse como una necesidad, y no hemos acertado a desmentirlo. Falta comunicación. En más de una ocasión me he atrevido a considerar vano y estéril todo intento de trasladar a la sociedad la emoción que un cazador puede sentir cuando caza, o su comunión con la naturaleza, cuando lo que de verdad importa es insistir en su necesidad y en los probados beneficios que aporta al medio ambiente. Una tarea en la que los cazadores se van a encontrar solos y enfrentados a los grupos ecologistas radicales, porque los que son más científicos y menos viscerales —que los hay, y saben de la necesidad de la acción cinegética— permanecen más o menos al margen. ¿Es tan difícil dar con el mensaje adecuado? Analicemos el ideario y objetivos de, por ejemplo, Matar por matar non, un grupo ecologista gallego y moderadamente radical que se ha hecho un hueco en los periódicos desde 2007, tratando de boicotear (violencia de baja intensidad) las competiciones de caza del zorro: Que se regule adecuadamente la caza para que sea compatible con la conservación de la naturaleza y la utilización pacífica del monte. Que deje de ser una causa más de depredación de especies y degradación de la naturaleza. Que deje de considerarse un deporte ya que va contra todos los saludables principios que el deporte trata de promover. Que su práctica sea limitada en el espacio y el tiempo para que los visitantes pacíficos de la naturaleza también podamos salir al monte sin peligro. De entrada, si su análisis de la caza lo sintetizan en un matar por matar es que han analizado poco y han entendido menos. Pero a lo que vamos, ¿es tan complicado demostrar que la caza está regulada, que no es incompatible con la conservación, que no degrada la naturaleza, sino todo lo contrario, que es saludable, que está limitada? No asustan sus argumentos. Lo que de verdad asusta es la supina ignorancia de la sociedad sobre lo que es y lo que significa la caza, hoy y aquí. De momento, hemos suspendido y septiembre está al caer.
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