Tiempo de berrea

Como todos los años, al terminar el verano comienza una de las épocas más hermosas que nos regala la madre naturaleza. Es el tiempo del celo del ciervo. Los machos emiten un sonido gutural, ‘bramidos’, para llamar y conquistar a las hembras y así formar su harén.


Da comienzo con las primeras lluvias, cuando los días se hacen más cortos y empiezan a descender las temperaturas. Pero este año ha sido un poco peculiar…

La berrea ha sido escasa en la mayor parte de España, dadas las altas e inusuales temperaturas que se están registrando. Por ello, apenas se ha concentrado en una semana fuerte. Los venados berreaban a primera hora del día o ya de noche y después un silencio sepulcral en el monte. La sequía y el calor han hecho de las suyas, privándonos de días más intensos.

Recuerdo cuando era pequeña y nos íbamos los fines de semana con mis primos al campo. Cuando nos montábamos en la pick-up del guarda para escuchar la berrea. Me encantaba ver cómo se peleaban los venados por ser el macho dominante.

Para mí, el atardecer y el amanecer eran los mejores momentos del día, contando los minutos para volver a salir al monte a dar una apasionante vuelta. El sonido de los berridos, los choques de las cuernas, los testarazos que se pegaban los grandes machos, me dejaban absorta.

Ahora, cinegéticamente hablando, puedo decir que prefiero más la mañana que el atardecer, pues nos deja más margen de tiempo para oír este espectáculo sonoro, que se oye a kilómetros de distancia. Seguir los pasos de un venado encelado detrás de una cierva, sin que se entere de tu presencia, ir pasito a pasito en cada bramido, me sube la adrenalina a niveles máximos. En ese momento el enamorado galán ni oye ni escucha, solo está pendiente de consumar su reproducción y así engendrar la siguiente generación. Y para ello nada se interpone, si viene otro macho a intentar conquistar a sus hembras lucharán hasta la muerte para que no las cubra.

Normalmente, según la intensidad del bramido, así es el venado. Se revuelcan en el suelo bañas y se dan contra los árboles para dejar su olor, marcando así sus dominios. Lo habitual es que, cuantas más ciervas tenga, mayor y más fuerte es el venado.

El resultado final del ajetreo de estos días en el monte, tras duras batallas por los favores de las ciervas, tendrá sus resultados entre los meses de mayo y junio con la paridera de los nuevos gabatos. Nacerá así una nueva generación que mantendrá el equilibrio y la población en nuestros montes.

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