Repoblar, no solo para cazar

En términos generales la fauna de caza mayor va en aumento, y la de caza menor parece haber tocado fondo después de ir durante tantos años cuesta abajo en la rodada. En uno y en otro caso se han hecho, y se hacen, sueltas de animales, bi


Los dos aspectos han sido siempre polémicos, el primero por lo que tiene de artificial, el segundo por la posible colonización de ecosistemas por especies invasoras, o por el riesgo de introducir variaciones genéticas y difundir enfermedades entre la fauna autóctona.

Estos dos puntos son fundamentales y hay que solventarlos, de modo prioritario, al plantear cualquier repoblación cinegética en la gestión para el fomento de fauna. Por lo que hay que asegurar que el stock de animales para la suelta tenga certificada su genética y sanidad. Además en función de su capacidad de adaptación el éxito de supervivencia será mayor, lo que se consigue cuando los animales han sido criados en ambientes seminaturales, y no en crianza intensiva.

A partir de ahí hay que estudiar el área de distribución de la especie, ésta puede ser potencial o real, y esta segunda puede ser real en el presente o real en el pasado.

Lo más complejo es determinar cuándo es procedente una repoblación de una especie en un área potencial donde nunca estuvo presente. Lo que de ningún modo se hará si la especie es invasora y entra en competencia con las nativas existentes, pero si no es así dicha repoblación puede tener fines ecológicos positivos. Por ejemplo, repoblar con predadores naturales para controlar las poblaciones de ungulados silvestres, o viceversa repoblar con éstos para alimentar predadores naturales (lobo, puma, lince… según cada bioregión) y evitar ataques al ganado. En otras ocasiones el fin puede ser regular el crecimiento indiscriminado del monte.

La presencia de ungulados silvestres en el medio natural es deseable por los efectos beneficiosos para el territorio, en tanto al aumento de la biodiversidad al que da lugar. Entonces la cinegética será una herramienta de gestión, que además podrá dar lugar a ingresos que financien el proyecto.

En otras ocasiones se procede a una repoblación de fauna en el área de distribución real en el presente, esto puede ser por varios motivos, por ejemplo si hay una población mínima sin posibilidades de prosperar o por problemas de consanguineidad.

Proceder a repoblar en un área de distribución real en el pasado es a efectos prácticos similar a repoblar en un área potencial, pero con el añadido de saber que el animal ya estuvo allí de forma natural, y es por lo tanto viable su adaptación.

Las repoblaciones de fauna mayor tienen más facilidad de adaptación, que las de aves de caza menor, ya que las crías de mamíferos no tienen que trasladarse para beber agua y alimentarse durante sus primeros días de vida, esto lo cubre la lactancia y es la madre quien realiza los desplazamientos para nutrirse. Además en poblaciones equilibradas los ataques de predadores no imposibilitan la instauración de una especie presa.

Por último, siempre es recomendable en la fase de aclimatación establecer un control espacial, pues aumenta la eficacia de adaptación y supervivencia enormemente, ya que los animales antes de salir a campo abierto se adaptan durante un tiempo en la zona ad hoc, que está dentro de su hábitat.

Un ejemplo brillante de repoblación fue la realizada, hace más de cincuenta años, por el ICONA en la Sierra de la Culebra de Zamora. Los cérvidos que mejor respondieron a la presencia del lobo fueron el ciervo y el corzo, no así el gamo, del que no sobrevivió ningún ejemplar. Entonces estos ungulados eran escasos en España y por lo tanto nada fáciles de conseguir, los ejemplares procedían de fincas del Estado, y se procedió a repoblar porque se tenía constancia de la presencia en tiempo anterior en esa zona de ciervos y corzos, lo que ha resultado un éxito para estas dos especies.

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