Montes y bosques, pumas y lobos

Últimamente, en España, hay muchas noticias sobre el lobo ibérico. Algunas nos hablan sobre su presencia en lugares novedosos; otras informan sobre su caza, ya para defenderla, ya para abolirla.


Hay actualmente un debate, entre una y otra sensibilidad, sobre si se debe extender su cinegética al sur del río Duero, o debe mantenerse la prohibición de su caza al mediodía de este río… En cualquier caso, todo esto nos lleva a la conclusión de que: Hay lobos. Alguien podría decir lo de menos lobos, Caperucita; pero la realidad es que esta especie, afortunadamente, se ha recuperado y expandido en los últimos años. En Argentina, cada vez tenemos menos noticias sobre el puma; apenas nos hablan los gauchos de avistamientos, hace años ver el león del monte era normal. ¿Por qué escasea el puma? Cánido y Felino tienen en común que son grandes predadores, y que son dos excelentes cazadores de emboscada. Y ambos necesitan su hábitat natural, ligado al predominio del monte con teselas de agricultura, y no al contrario. El avance de la frontera agrícola, en Argentina, es noticia de actualidad; se habla de sus muchas consecuencias, entre otras, la deforestación. La deforestación descontrolada tiene efectos nocivos para el medio ambiente; su aprovechamiento, que puede ser rentable a corto plazo, a largo plazo es inviable y además puede ser irreversible. Nuestros dos cazadores, puma y lobo, nos anticipan las consecuencias de una, mala o buena, planificación agrícola y medioambiental. Toda nueva intervención agrícola debe basarse en un estudio riguroso del medio natural. De manera que sobre el estudio de la rentabilidad prime la conservación del medio. En una conferencia que di, en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, sobre Gestión de fauna silvestre, en el turno de preguntas me insistieron en que la amenaza de extinción para el puma era la caza. Se dijo que los gauchos cazan pumas por la predación de estos sobre su ganado. Sin negar esta evidencia, hay que analizar si la amenaza para esta especie, en territorios donde antes abundaba, no será debida a la destrucción de su hábitat. Nos hicimos la siguiente pregunta: ¿Qué ha matado más pumas, el gaucho o el avance de la frontera agrícola? El puma no puede vivir en las grandes extensiones homogéneas de agricultura extensiva, y que tras la cosecha del cereal son la nada; el puma necesita monte y se alimenta de diversos animales silvestres, como el ciervo entre otros, y ocasionalmente caza ganado. De hecho se alimenta de ganado, por necesidad, cuando la fauna silvestre es escasa. Tal es así que el puma, donde no puede vivir, desaparece. En España la época de la deforestación para la agricultura parece tiempo pasado. El actual abandono del campo agrícola por su escasa rentabilidad trae en muchos casos el consecuente avance del monte. Entre las muchas consecuencias, algunas no deseables; una de ellas es positiva, que el lobo en España, al contrario que el puma en Argentina, se expande. El monte, ya sea chaco, yunga, encinar o pinar, es muy delicado. Las actuaciones en él deben ser muy medidas. El lobo y el puma son los testigos naturales que nos avisan de la salud del hábitat. Toda actuación, agrícola, forestal o minera… tiene que basarse en estrictos criterios de conservación, además de respetar la paz social, y a partir de ahí buscar la rentabilidad. Los animales no desaparecen porque se los cace, desaparecen por la degradación de su entorno. En un entorno cuidado, la caza regulada es una riqueza, que hasta en el corto plazo puede dar excelentes rentabilidades. Hay que buscar los valores añadidos que nos da la conservación del medio ambiente natural. Hay que estudiar todas las variables que se interrelacionan. Y siempre teniendo mucho cuidado en que no se rompa eslabón alguno de la cadena trófica, que es la interacción de todos los seres vivos.
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