Ahora también terroristas

La Generalidad de Cataluña se ha puesto en contra de sus cazadores publicando un vídeo en el que se cuenta cómo debe actuar la guardería rural a la hora de pedir la documentación a un cazador.


Primero, el guarda rural, una vez localizado el cazador, comunica por radio a la central su ubicación GPS. A continuación el agente camina hacia él acompañado de otro compañero que empuña un arma larga, imagino que como precaución. Una vez que los agentes están cerca del cazador, se le ordena que descargue su arma, la deje en el suelo y se aleje de ella, y así lo hace. Entonces los dos agentes se aproximan al cazador, le piden toda la documentación, que como sabemos no es poca, le revisan el arma, si tiene o no limitador, etc. y cuando los agentes terminan su cometido y están ya lejos de cazador, se le dice que puede recoger el arma.

Para cualquier persona que vea el vídeo, el cazador parece un terrorista en potencia que hay que inspeccionar con toda precaución, pues va armado y puede liarse a tiros con cualquiera, incluso los agentes rurales. Pero para un cazador, una persona que soporta todo tipo de controles, incluyendo un certificado de penales limpio como una patena y un examen sicofísico, y que por la cuenta que le tiene debe ser más bueno que el pan, pues ante lo más mínimo le retiran la licencia de armas sine die, digo que para un cazador este comportamiento le parece, más que intolerable, denigrante y un abuso de autoridad.

Obedece este comportamiento al asesinato el año pasado en Lleida de dos agentes forestales a manos de un furtivo cuando se le pidió los papeles, que por supuesto no tendría por ser precisamente un furtivo, un delincuente. De hecho no tenía permiso para llevar el arma que llevaba. Por esta misma razón, si los agentes se toparan con otro furtivo, posiblemente tendrían que correr detrás de él por tener menos papeles que una liebre, porque disparar contra la autoridad es algo ya muy serio, aunque se sea furtivo.

A los cazadores de bien siempre nos han enseñado a tener mucho cuidado y respeto a las armas, y ante la presencia de cualquier persona, y más de la autoridad, la descargamos inmediatamente, y si esa autoridad la reclama, se la entregamos sin más, no hace falta que nos pidan que la dejemos en el suelo y nos alejemos de ella.

Si se miran las estadísticas, comprobarán que los delitos cometidos por cazadores con armas de caza es testimonial, y hay millones de armas de caza en este país. Esto no quita que en un colectivo tan amplio alguno pueda perder la cabeza y usar su arma para matar, no para cazar, pero eso es inevitable y testimonial.

Los cazadores estamos acostumbrados al insulto, y mal que bien lo soportamos, pero que las autoridades nos vean como presuntos delincuentes de los que no hay que fiarse, pasa de castaño oscuro. Si muchos ciudadanos nos tachan de asesinos violentos, esta actitud de las autoridades no hace más que reforzar esa idea, completamente falsa. Y ya está bien. Las federaciones catalana y española ya han puesto su queja. Los cazadores desgraciadamente ya no esperamos que pidan perdón, porque estamos acostumbrados al ataque gratuito, ahora también de nuestras autoridades. Pedimos sencillamente que se vuelva a la normalidad.

No hace falta que se nos pida que dejemos el arma en el suelo, en cuanto un cazador vea a los agentes descargará su arma de motu proprio y los esperará —el furtivo echará a correr—. Y si no lo hace, cuidado, no será un cazador.

Comparte este artículo

Publicidad