El campo es muy pragmático

Pero los nuevos fanáticos de la naturaleza no lo ven así, y luego pasa lo que pasa, que el día menos esperado el campo, una porción de él, o un ecosistema se harta de nuestros complejos y pone orden a su modo, generalmente de un modo dramático, a nuestro entender.


El hombre, que hasta hace muy poco vivía en el campo, conocía muy bien los ciclos naturales, y cómo sabía cómo se las gastaba la naturaleza para imponer su ley y su orden, intentaba siempre, buscando por supuesto un interés personal, ir poniendo orden. Me explico: que determinada mancha, ya envejecida, estaba creciendo más de la cuenta, un día de septiembre, con viento favorable se le metía el cerillazo y con las primeras aguas de octubre, se llenaba de un verde esperanza que todos los animales, y por supuesto el ganado, aprovechaban y agradecían. De otra manera cualquier día un rayo provocaba un incendio en fechas inadecuadas y ardía media finca.

Que por la razón que fuera parte de la finca se llenaba de urracas, el hombre de campo las cazaba hasta reducirlas.

Ahora no pasa eso, los nuevos inquisidores, que poco saben de campo y son adoctrinados por otros inquisidores aún más fanáticos, imponen sus criterios creyendo que van a favor de la naturaleza dilatando cualquier acción, y claro, ésta, la naturaleza, en un abrir y cerrar de ojos, le tira sin contemplaciones los palos del sombrajo.

Y es que en la naturaleza la vida y la muerte van unidas, una justifica a la otra y viceversa. Si la enfermedad llega a un lugar con alta densidad de animales —quizá por eso llegó— la solución es reducir drásticamente esa población. Y si no se hace así la enfermedad terminará consiguiendo eso: reducir la población hasta que la enfermedad se extinga por falta de organismos a los que infectar. Entonces, ¿no será mejor prevenir, aprovechando al mismo tiempo unos animales que si no se actúa acabarán muriendo?

Pues no, la muerte es tabú en la naturaleza. La muerte que decide el hombre, no la naturaleza, que para eso es pura. En cualquier caso, ¿no es el hombre naturaleza también? Es uno de sus hijos, el hombre, y además es inteligente. Por qué entonces, y me refiero aquí a personas con conocimientos que han aprendido a utilizar las propias leyes de la naturaleza para precisamente cuidarla y protegerla, no se hace lo que dicen los verdaderos entendidos. Pues nada, se les anula en función de no sé qué prejuicios y no se les da credibilidad. Es como si gente de la calle dijese a un enfermo lo que tiene que hacer, al margen de lo que digan los médicos.

Amigos ingenieros de monte me cuentan que mientras ellos en un plan de incendio, dictaminan dónde hay que hacer los cortaderos y de qué anchura, estos listos pintados de verde dicen que no, que no hay que quitar tanto monte. Y como muchos tienen cargos políticos, no se quita lo que hay que quitar, hasta que llega el incendio forestal y se lleva por delante no un poco de monte, sino todo. Y así con todo.

Otros ejemplos. Cómo corren algunos queriendo prohibir la tórtola, que no hay, dicen, pues habrá que estudiar por qué no hay, qué les está pasando en sus cuarteles de invierno, en África, donde al parecer se les envenena para que no se coman los granos recién sembrados, y qué pasa en el norte de África, ahora un vergel que no abandonan en todo el verano y donde se las caza intensamente, incluso con redes, y qué pasa en Europa, donde ya no se siembra como antaño. Tampoco veo los trigueros o los gorriones chillones que se veían antes, cuando España entera era una sementera, y que yo sepa no se cazaban.

Da igual, hay que prohibir la tórtola, pero claro la tórtola es cinegética y hay gente que las mata, bueno las caza, que no es lo mismo, al menos para mí. Y por esta regla de tres, qué pasa con las cigüeñas, ¿hay muchas o pocas? Yo creo que muchas más que antes. ¿Y no hay estudios que argumenten las ventajas o inconvenientes de esta superpoblación? Mucha gente dice que viven gracias a los vertederos, vale, admitamos que es natural, que no lo es, que haya vertederos abiertos. Estas cigüeñas, que andurrean por los basureros van después a lagunas, llevando en sus patas miles de gérmenes. ¿Hay estudios sobre esto? Porque a lo mejor la naturaleza vuelve a poner orden y determinadas lagunas infectadas terminan siendo un cementerio para toda su fauna.

¿Y los buitres? Eran los barrenderos de la naturaleza, los que se comían el ganado muerto, evitando sus efectos perjudiciales. Pero como las leyes europeas exigen la eliminación del ganado muerto llevándolo a centros crematísticos, los buitres escasean, o se mantienen en la cuerda floja por los despojos que se les echa. ¿Esto es también natural? Pero la naturaleza no entiende de estas chorradas. El caso es que hay mucho buitre y poco bicho muerto, y el hambre es muy mala. Y terminan atacando a ganado que está más indefenso porque está pariendo o enfermo, cosa que antes no pasaba porque había más alimento muerto y quizá menos buitres.

Por todo, a ver si todos somos menos hipócritas y no tratamos la naturaleza a nuestro antojo, decidiendo quién debe vivir y quién no y de qué forma. Hay que volver a lo natural, a la sencillez. Y que se estudien los casos y se actúe en consecuencia, sin pesos ideológicos o intereses varios. Y si una especie tiene que dejar de cazarse, se deja de cazar, y si una especie tiene que reducirse mucho, que se reduzca.

Comparte este artículo

Publicidad