La espera, siempre menospreciada

Ahora que la temperatura nocturna es más apacible y los jabalíes acuden más a sembrados y comederos, un montón de cazadores se apuntan a las esperas, que no es otra cosa que esperar que algún jabalí acuda al lugar donde lo esperamos y abatirlo, siempre por la noche, simplemente porque el jabalí tiene la manía de moverse a esta hora.


La espera, a efectos cinegéticos, es una modalidad más, como la batida o la montería. Sin embargo, a efectos legales, es poco menos que un acto furtivo y cuestionado. Me explico: el verano pasado un socio del coto quiso esperar a un jabalí que entraba a comer en el comedero de las tórtolas, que como he explicado en otra ocasión hacemos desde finales de abril para facilitar que las tórtolas, que entran por estas fechas en la Península, crien mejor. Pues bien, este socio quiso esperar al jabalí, pero le dije que en el coto no era legal y desistió. —Lo siento, pero es que no lo autorizan si no hay daños concretos y demostrables a una siembra, a una reforestación —le dije. El socio se puso como un enegúmeno y dijo que no tenía ninguna lógica, y yo lo ratifico. Para empezar en casi todas las comunidades autónomas la espera no está regulada como modalidad de caza, sino como herramienta de gestión para evitar daños. En Andalucía se autoriza la espera, denominado aguardo, pero sólo de día porque está prohibido cazar de noche. O sea, en Andalucía se permite la espera diurna, que es como permitir cazar con cimbel pero sin cimbeles. La espera tiene lugar de noche porque el jabalí tiene la fea costumbre de moverse cuando el sol se pone. Pero como las autoridades sólo conciben la espera o aguardo nocturno no como una legítima y ancestral modalidad de caza, sino como una puntual y excepcional herramienta de gestión por daños, se autoriza sólo cuando los hay. Y no es justo en absoluto. Si en un coto de caza mayor o de menor con aprovechamiento de jabalí se pueden cazar equis ejemplares, por qué, si el titular quiere, no puede cazarlos en espera, que le gusta más porque a lo mejor es muy solitario y noctámbulo. O repartir el cupo entre batida y esperas. Si el sentido común está presente, ante todo libertad. En el Código Penal un delito cometido con nocturnidad es más grave, y parece que este agravante se ha colado también en la caza, y como la espera es nocturna, se restringe, se amputa o se prohíbe, una modalidad que sin embargo tiene miles de seguidores y mucha devoción, y cuando pasa esto y las autoridades ponen tan difícil una acción de caza tan sensata como atractiva, muchos terminan saltándose un poquito o mucho la ley y arriesgándose a una sanción por practicar una modalidad injustamente proscrita y convertida sólo en herramienta de gestión. Y ya que los permisos se dan sólo cuando el jabalí es dañino para la agricultura, lo forestal o la ganadería, quien se arriesga y se salta la ley utiliza también foco y hasta visor nocturno o térmico, y esto ya no es ético si entendemos la espera como una modalidad de caza, pero perfectamente entendible si se trata de una herramienta de gestión, que lo que busca es fiabilidad, eficacia y seguridad. Por tanto, que nuestras autoridades medioambientales comiencen a considerar la espera como una modalidad de caza tan legítima y atractiva como otras, como la batida, y como tal la autorice y se establezcan sus límites a la hora de practicarla con todas las bendiciones legales necesarias y sus necesarias garantías de seguridad.
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