El reclamo, una trampa
La caza de la perdiz con reclamo siempre me pareció una traición más que una tradición, una muerte por la espalda. Si algo semejante ocurriera entre humanos, salvando las distancias, hablaríamos de cobardía. Porque la caza de perdiz con reclamo no es un lance en buena lid. Y por eso no frecuento la jaula.
Sé que éste es asunto delicado, y por eso precisamente me mojo, porque aquí estamos para opinar de lo delicado. Y lo difícil es decir aquí que el reclamo me parece una traición, una trampa diseñada para capturar a los más bravos y encelados del campo, precisamente. Supongo que esos perdigones serán mártires dentro de su especie.
El reclamo tiene indiscutibles ventajas si se aplica como un método selectivo, pero todos sabemos que no suele ser el caso, ni mucho menos. En Francia y en alguna isla balear, se emplean los reclamos para capturar perdices vivas y realizar una selección. Eso sí, pero de lo que estoy hablando es de otra cosa.
Pero que no defienda el reclamo no quiere decir que crea que esta modalidad tenga que abolirse, como un buen integrista del ecologismo seguramente malinterpretaría. Aunque no defienda esta caza, yo la respeto, pero si son jauleros y lo que esperan es comprensión, a mí que no me pregunten. Porque no hay mejor tradición que la de ir de frente. Digo yo.
Y ahora, al hilo de las encuestas: ¿usted qué opina?
me gustaria hacerte alguna pregunta.
¿eres cazador?, porque si lo eres, creo que lo primero que tendrias que hacer es enterarte de lo que va el tema, y si no lo eres creo que esa opinion la deberias dar en otro sitio.
suponiendo que pertenezcas al club de los cazadores, me gustaria tambien oir o mejor dicho leer tu opinion sobre :
-esperas de guarros
-berrea
-ojeos
enfin un etc. que creo debes de conocer.
un saludo de un aficionado al reclamo.
miguel
Sólo espero que, si hay debate, continue por los cauces del respeto a la opinión contraria y no aparezcan los típicos energúmenos de siempre que, tanto de un lado como de otro, consideran la legítima discrepancia como un ataque personal.
Si hubieses tomado el tiempo necesario antes de entrar al trapo, habrías caído en la cuenta de que; en la parte superior derecha de esta pagina o debajo de la pluma a la derecha del titulo del comentario del periodista y cazador Sebastián viene un adjetivo “empedernido”; a la caza se supone.
Bueno el caso es que no veo en Sebastián un ataque hacia el reclamo, ni de lejos, veo una exposición de sus pareceres sobre la modalidad en cuestión, tan solo eso, se podrá compartir o no -de lo poco que he leído de Sebastián digo que me gusta-, pero no saquemos las cosas de madre que después no tiene arreglo.
Date otra oportunidad Viejolince, vuelve a leerlo y de paso lees sus otros dos artículos de opinión: “Cierto optimismo” y “La imagen de la caza”.
Un saludo, Pere.
Debe saber que la caceria del reclamo bien realizada, puede ser beneficiosa para una finca, porque puedes elegir que pajaro e incluso hembra puedes quitar de enmedio para mejorar la especie, hay pajaros viejos que no dejan a los jovenes formar pareja, cuando ellos pueden tener hasta dos....
enfin seria muy largo y al final no llegariamos seguro a un entendimiento. A ti Pere darte de nuevo las gracias por tus indicaciones, dices que "no veo un ataque al reclamo, ni de lejos..." cuando le llama "traición..." "muerte por la espalda.." enfin no se que es eso..me gustaria saber su opinion sobre las preguntas que le hacia antes.
un saludo
miguel
UN SALUDO A TODOS DE UN VERDADERO CUQUILLERO, QUE RESPETA TODAS LAS MODALIDADES DE CAZA,AUNQUE NO LAS PRACTIQUE.
Carrasquillas.
UN SALUDO A TODOS SOY UN AFICIONADO AL RECLAMO RETIRADO
respeto que se practique con devocion, lo que no entiendo es que haya cazaderos que se sobre exploten no parando de matar perdices desde octubre a marzo.
creo que el reclamo tenia que ser cotos exclusivamente para ello.
todas las modalidades son respetables, pues cazadores somos, y asi se forjaron desde hace mucho tiempo, donde quizas no existia tanto la etica, sino la inteligencia de saber aproximarse o dejar que se aproximara la pieza en cuestion.
pero hoy dia si que todos tenemos que decir que la modalidad del reclamo no es nada vistosa para la gente que lo ve sin esa pasion que lleva criar esos pajaros, y si se me apura, tiene toques traicioneros, pues el animal no espera la muerte por ningun sitio.
saludos.
Curro
Como ya sabemos por dónde vienen, pues lo mejor es pasar de ellos.Ya lo he manifestado varias veces:"no se hizo la miel para la boca del asno".
Por cierto, Sr. Torres.Ya que manifiesta ser periodista, podría cubrir el encuentro de jauleros que vamos a celebrar en Antequera, y de camino aprendería algo, de lo cual no me cabe duda dado que se autoproclama "emperdenido", aunque mucho me temo que lo de cazador habría que verlo.
Saludos
Sierra( jaulero)
Saludos,
Pion. Aficionado al reclamo.
Para opinar y atacar una modalidad en concreto, hay que conocerla y tener la oportunidad de practicarla, Sr. Empedernido. Limítese, si es tan amable, de escribir de lo que sepa y no ataque, lo que de buen seguro, desconoce. Ya estamos hartos de que la ignorancia nos falte el respeto.
David/Jaulero.
El reclamo debería ser prohibido ipso facto, por el carro de estiércol que arroja sobre el colectivo cazador, en una época en la que para darle gusto al cocido ya están las pastillas avecrem.
Pero en fin....
Solo quiero comentar que para mi el RECLAMO, es la modalidad mas bonita y apasionante, de cuantas existen en el mundo, no creo que haya ninguna que se le pueda aproximar.
Un saludo.
Considero sus palabras "traición", "muerte por la espalda", "cobardía"... un insulto a los más de 27.000 cazadores que al menos en Andalucía, practicamos esta modalidad y con ellas deteriora la imagen de la caza en general. Por sus palabras usted no parece cazador "empedernido", aunque salga al campo con escopeta, y no tiene ni puñetera idea de lo que es la caza con reclamo. Por ello no puedo ni tolerar, ni consentir sus palabras. Retírelas por respeto a esos miles de personas. Sepa usted que nunca en este foro un jaulero criticó otra modalidad de caza aunque no la practicara, de esta forma.
Por cierto, creo que nadie le ha pedido su apoyo y la verdad no nos hace falta, sr. "demagogo empedernido".
Saludos y si quiere aprender a cazar con reclamo aquí estamos para enseñarle.
Sr. torres, la temporada pasada (40 dias), abatí, nueve perdices, indulté diecisiete, tuve a tiro de escopeta mas de sesenta.
En una finca cerca de donde yo cazo, el año pasado una sola persona, abatió en ojeo, ochenta y cinco en un solo dia.
Con esas (85) tengo yo para doce temporadas de 40 dias (480 dias de caza con reclamo).
Por favor antes de criminalizar algo, o a alguien informesé o asegurese de lo que quiere y debe decir.
Un saludo de un cuquillero que dá de pié
SANAN.......
Exijo respuesta
Gracias
Aldo Rappan
Sebastián Torres
Saludos
Aldo Rappan
Sepa que casí todos los que prácticamos esta modalidad , lo hacemos ó hemos hecho en otras, y sí se hubiése informado con objetividad hubiera comprobado como es la que menos pájaros se matan, pero más llena al que la practica.
Por favor Sr. Torres antes imformese bién sobre lo que escribe, empapase , y no use los mismos tópicos de siempre, en esta ocasión a pecado usted de ignorante.
Un saludo
Rafagua
Pero claro eso es pedir peras al olmo.
Un saludo
el reclamo de perdiz creo q si se realizara correctamente seria fantastico y por q en mi coto no lo permite la junta si no yo estaria dispuesto a imbitar a algun reclamero pues hay excesiva cantidad de machos,
yo creo que la solucion es unirnos todos y no mirar si este hace esto o si aquel hace lo otro , meter presion en donde haya q hacerlo por todo lo q tiran al campo q es lo q nos esta dejando sin caza,controlar bien las ordenes de veda y no dejar los cotos q se sobre exploten como se hace en muchos sitios,
un saludo a todos
SEÑORES ESTAMOS ANTE LA MODALIDAD MAS BONITA Y MAS APASIONANTE DEL MUNDO INCLUSO CON CRITICAS.
A ESPERAR OTRO AÑO.
Señores del reclamo, no están ustedes un pelín pasados de vueltas? Opinas con una sonrisa y se te revuelven enseñando los dientes y ladrando. Siempre cabreados. Gente más antipática, oyes.
Juan.
Permítome transcribir las palabras de un paisano mío de nuestra cuquillera provincia cuya finalidad estriba en significarle con todo mi respeto que el cuco para una estirpe de cazadores modestos es sustancial como la vida misma; que somos cuquilleros como morenos.
Decía mi paisano que Don Quijote tenía como ejercicios el de la caza y la pesca: pero no mantenía ni halcón ni galgos sino algún perdigón manso o algún hurón atrevido.
Hace casi un siglo que Diego Pequeño escribió sobre la caza de perdiz con reclamo. Fue Don Diego andaluz, ingeniero agrónomo y gobernador civil de Albacete: tres buenos títulos para saberlo todo sobre la patirroja. Conocedor del campo y sus secretos, escopeta de postín, cuquillero de excepción, nos dejó con su obra el tratado más completo y riguroso de cuántos se habían publicado sobre esa antigua suerte venatoria, que tanto le apasionó. No fue el primero, ni mucho menos el último; que esto de intentar describir el arte del perdigón, con sus emociones y misterios, sus gozos y desventuras, es tarea que ha cautivado la imaginación del reclamista con aficiones literarias, impulsándole no pocas veces a dejar constancia escrita de sus experiencias y recuerdos, para el deleite propio y el honesto esparcimiento de los demás.
Su libro, que solo se proponía entretener a los partidarios de la jaula y relatar, con profundo conocimiento de lo que llevaba entre las manos, todos los pormenores y secretos de lo que pensaba describir como conjunto de saberes relacionados con el puesto, acabó por convertirse, forzado por las circunstancias, en un vigoroso alegato a favor de los pajariteros, esa vieja tribu tantas veces zarandeada por unos y otros. Pero, al igual que sucede a muchos escritores, Pequeño se vio arrastrado por la dinámica de sus propios argumentos hacia un desenlace muy diferente al que inicialmente se propuso. Quizá porque como decía un gran novelista a Don José -de los Cuenca- cuando te sientas ante unas cuartillas en blanco puedes tener claro el punto de partida, pero nunca el destino final de la tarea que acabas de empezar ni, mucho menos, los ocultos senderos, imprevisibles y misteriosos, por los que la pluma te irá obligando a caminar.
Durante varios años, a finales del pasado siglo, nuestro autor -Don Diego- se entretuvo en tomar notas y recoger abundantes datos, con miras a publicar un trabajo que recopilase las provechosas enseñanzas de su dilatada vida de puestero. Al parecer, confiaba en que la Ley de Caza, que se iba gestionando por entonces, encontrara acomodo por esa modalidad cinegética que, desde antiguo, contaba en toda España con amplio apoyo popular. No sucedió así. La norma, tan deseada, que se proponía actualizar las múltiples, dispersas y trasnochadas disposiciones existentes, de acuerdo con el espíritu de los tiempos, y los adelantos que, en pólvoras y armas, se habían ido introduciendo, prohibió colgar el reclamo. Eso sí: sólo en los terrenos libres; porque los dueños particulares de las fincas destinados a vedados de caza pudieron seguir practicando esas artes, aunque sometidos a determinadas condiciones relativas a tiempos hábiles, licencias para los perdigones y distancias que era preciso guardar en relación con las tierras colindantes.
Al publicarse en 1.902 el esperado texto lega, tan duro con los puestistas, don Diego no lo piensa más: se encierra en la finca “El Santo” y con irritado apresuramiento, se pone a la tarea de terminar la obra, a la que dará un giro decisivo, imprimiendo a sus páginas un encendido carácter polémico y apologético. En ella se rebela contra lo que consideraba sinrazones y torpezas, esgrimiendo en apoyo de sus puntos de vista los más sólidos e hilvanados argumentos. El resultado sería una vibrante defensa de la modesta grey de los partidarios del cuco, frente a los influyentes y poderosos grupos que acaban de lograr que, con las salvedades antedichas, el perdigón continuara fuera de la ley.
A pesar de tan nobles y saludables intenciones, Don José entiende que Pequeño no logró convencer a nadie. Quizá porque, ante esa forma de trastear la perdiz, no caben más que dos actitudes: o se la conoce de verdad, con todos sus variados atractivos, y entonces sobran las páginas dedicadas a su gloria y alabanza; o se la ignora, que es lo más frecuente, y en tal caso es tontería pretender defenderla a fuerza de sesudas y bien dispuestas razones, que no harán la menor mella en quienes no han tenido ocasión de sentir tan singular experiencia, ni se han visto tocados por este venenillo a lo largo de su vida.
Con bien templados ánimos, Pequeño quiso cargar sobre sus hombros –tiempo perdido- la tarea de contener las críticas y alzarse contra el desafuero que, a su manera de ver, suponía la prohibición selectiva y la discriminatoria que acababa de consagrar la nueva ley. Y para acudir a todos estos frentes, echó mano de cuantas ayudas pudo imaginar, desde el testimonio de los más prestigiosos hombres de ciencia hasta el sentir del pueblo llano, venero inagotable de curtidos cazadores. Apoyándose en la autoridad de naturalistas como Buffón, en un ancho conocimiento técnico del campo, en los datos proporcionados por su propia observación y en las opiniones, que tan bien conocía, de centenares de aficionados andaluces y manchegos, preparó un gran alegato contra los arts. 18 y 19 de la nueva ley “esos arts. Que destilan hiel e inquina contra los reclamos”.
El párrafo tercero del tristemente famoso art. 19 daba facultades a la Guardia Civil y a los guardas jurados no sólo para incautarse los reclamos, en el supuesto de infracción, si no para sacrificarlos en presencia de sus dueños: algo que un pajaritero, unido a sus perdigones por tantos gozos e infortunios compartidos, no podía aceptar sin rebelarse contra semejante tropelía. La verdad es que el buen juicio de los encargados de velar por el cumplimiento de texto tan siniestro impidió, la mayoría de las veces, su aplicación en la práctica. Dicho sea en honor suyo y en el de los que, más tarde, acabarían por abolir tan desdichado mandamiento.
No piensa Don José en repetir los razonamientos de Pequeño pues no quiere caer en la tentación de la polémica. Y porque como ya dijo, son innecesarios para los entendidos y resbalarían sin provecho por la piel de los muchos pardales que combaten el puesto. Pero conviene subrayar un aspecto que suele pasarse por alto por quienes escriben a favor o en contra de la jaula: el carácter popular de este ejercicio, de tan larga tradición entre las más humildes escopetas de antes y de ahora, a las que se les privó de la posibilidad de colgar el pájaro en las tierras libres y comunales, únicas donde estaba permitido hacerlo a los modestos cuquilleros de pueblos y cortijadas. De nuevo, la cadena se rompía por sus más pequeños y frágiles eslabones. Como siempre.
¿Caza de ricos, caza de pobres? En nuestra tierra -continúa Don José- el reclamo fue siempre caza de todos. Pero los legisladores se empeñaron en sembrar cizaña y hacer distingos, inútiles por demás, con la intención de complacer a los que estaban arriba, reservando para ellos (con las limitaciones señaladas) el derecho a disfrutar del perdigón sin sobresaltos, mientras que los aficionados de a pie tenían que meterse en el tollo con un ojo puesto en el tanganillo y el otro en la lejanía del camino, por lo que pudiera tronar. Aquella legislación autorizaba lo que Pequeño denominaba la bárbara hecatombe del ojeo, que permitía a un reducido número de privilegiados abatir cientos de perdices en una sola jornada; pero proscribía, sin causas seriasen opinión de Pequeño que lo justificasen, salir al campo con reclamo, esa “distracción democrática al alcance del último menestral”.
Contra esta brillante manifestación de la ley del embudo arremetió el que fuera gobernador civil de Albacete en los siguientes términos: “ Y cuando se blasona de democracia, se prohibe esta inocente distracción bajo futiles pretextos y conceptos erróneos…sed siquiera francos, y arrojando la máscara, declarad con gallardía que solo se persigue el que la caza en los dominios españoles sea en adelante patrimonio exclusivo de potentados y políticos de influencia, borrando así de una plumada, con leyes autocráticas, la gloriosa historia de la conquista de nuestras libertades retornando a los tiempos ominosos en que el derecho de caza era patrimonio exclusivo del señor feudal.”
Medio siglo separa la obra de Pequeño del librito denominado la caza de perdiz con reclamo de Jara Ortega. Don José, jaulista de reconocido prestigio, redactó un breve trabajo en que combinaba sus experiencias en una provincia de tan larga solera como Guadalajara. A nuestro autor le llamó poderosamente la atención de que su prólogo, interesante y particular llevare la rúbrica del Conde de Romanones que despachando la solicitud de Jara Ortega, en una de sus últimas cartas, de 14 febrero 1.950 dijera que aunque hubo sido durante mucho tiempo aficionado a la caza del reclamo, la he aborrecido por que creo que es infame, y para dar mayor firmeza al argumento subrayó la palabra aborrecido con su ya temblorosa mano. Don José Jara tuvo la honradez y la valentía de incluir un facsimil de este pliego al comienzo de la obra –continúa Don José el de los Cuencas- resultando un casi interesante y, en verdad, poco frecuente: el de un viejo reclamista que, con sus amigos alcarreños y toledanos, había practicado esta caza en la juventud, para abandonarla precisamente cuando las facultades físicas de las que nunca estuvo sobrado el Conde de Romanones le comenzaban a flaquear. Otro aristócrata, el famoso Barón de Cortes, con amplia trayectoria de gran señor y merecida fama de experto venador, recorrería el camino contrario. En sus recuerdos de caza sacados a la luz el mismo año en que se restaura en España la monarquía de Alfonso XII, nos relata –dice Don José- como tiempo atrás había publicado un folleto en Valencia en el que se calificaba de “asesinato bochornoso” la muerte de una perdiz en plaza, para luego rectificar y convertirse en ferviente partidario de la sufrida cofradía de los cuquilleros. El barón que dominaba las múltiples facetas de las artes cinegéticas, llegó tarde a esa fiebre de la jaula, para encontrar en ella “las mayores satisfacciones que se puedan imaginar”. Y eso lo dijo quien conocía bien la completa variedad de lances que, en todas sus modalidades le proporcionó la caza.
¿Cuál de nuestros dos veteranos cazadores tenía razón?
Don José está seguro de que, también en este punto, se dividirían las opiniones. Porque según él, el tema del reclamo leva, y ha llevado siempre consigo, el agridulce condimento de la controversia. Los autores que han tomado la pluma en su defensa en estos últimos años, que no son pocos, tratan de probar que la mayoría de los ataques proceden de quienes no saben lo que es un puesto; algo que desconocen pero que, por principio, y sin mayores hondaduras, les parecen que deben rechazar. Asó lo mantienen entre otros, Enríquez Vallejo, el Marqués de Melgarejo o Francisco Enríquez. Don José cree que no vale la pena terciar en esta rancia disputa quizá –sostiene- al haber tenido oportunidad de escribir su libro con una normativa que acepta y regula la práctica del reclamo –como la vigente- de tan hondo arraigo popular en las tierras donde nacimos y nos criamos. Pero algo quiere decir Don José de la fuerza sorprendente de esta pasión; del enorme vigor con que pega a quienes la han saboreado; de la manera que enciende nuestra imaginación, invitándonos a buscar en el monte, en mañanas de escarcha y en tardes de aguacero, o en soleados, y bonancibles y luminosos carasoles, el encuentro con la naturaleza, en la soledad de la sierra; y como desde hace siglos, los españoles han arriesgado honra y fortuna por un placer y una afición, dice Don José, al menos debería merecer el respeto de los demás. Aunque solo sea porque, como decimos en Andalucía, algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Es muy antigua la costumbre de concertar de este modo la perdiz. Mucho más, desde luego, que el arcabuz, e incluso la ballesta que en sus orígenes fue tenida por cosa de brujería, cazando la pluma. Después, la pólvora supondría una gran revolución; y con ella las primeras prohibiciones. Quizá la más espectacular fuese la pragmática del príncipe Felipe en 1.552, que prohibió la tenencia y caza del reclamo bajo la pena de seis mil maravedíes y seis meses de destierro. Y a pesar de todo, los aficionados siguieron con su marcha y desafiaron el peso de la ley, poniendo a prueba el celo y las buenas piernas de los agentes encargados de aplicarla en baldíos y serranías.
Tan rigurosa imposición sólo consiguió –faltaría más Don José- excitar el apetito de la fruta vedada, que ahora se ofrecía tan tentadora. Los partidarios del cuco encontraron en ese desafío el aliciente adicional que tan poderoso atractivo ha ejercido para el español de entonces y de siempre: saltarse a la torera códigos y pergaminos, como piense que alguien se la quiere jugar. Y buscar las vueltas a quien pretenda discriminarle en provecho de unos pocos, para reirse en las barbas del lucero del alba y, por descontado, acabar haciendo su real gana. Nunca fue más cierto el dicho popular de que, en nuestro país, las leyes se hacen pero no se cumplen. Así que los cazurros y bravos aldeanos, menudos son estos personajes de paniego y esparteña, manta zamorana y navaja cachicuerna, decidieron continuar haciendo puestos por las sierras andaluzas y los campos de Castilla, contra viento y marea.
Desde antiguo, señor periodista, esta afición había podido con todo: con la ley, con las mojoneras, con los guardas, hasta con las costumbres más respetables. Don José no pretende ensalzar las maravillas de esta caza, porque no lo necesita; ni tampoco defenderla: para qué; o convencer a quienes albergan dudas sobre sus muchos alicientes, que ya no está para homilías; ni salir al paso de quienes, desde los más diversos ángulos, descargan la andanada de sus críticas contra los pacientes pajariteros a quienes, dicho sea de paso, por un oído nos entra y por otro nos sale. Los furtivos cazadores de andar quedo y capa luenga, como los definió Machado, se han movido siempre, desde que existen las perdices entre el entusiasmo de unos y las incomprensiones de otros, sin que les importe demasiado lo que piensen los demás. Porque el perdigón no tiene aficionados sino devotos, y como el flamenco, lleva dentro ese oscuro pellizco de misterio que sólo pega a quienes han tenido la fortuna de sentir su escalofrío. Es muy tarde ya, para que a estas alturas, alguien pretenda decir la última palabra en un debate que dura siglos. Don José no lo piensa intentar, escribiendo tan sólo para quienes quieran hacer junto a él camino, a través de un mundo de bellezas y contrastes, en que se mezclan la serenidad de las llanuras manchegas con la hermosura de los serrijones de Andalucía, entre legalidades e ilegalidades.
Saludos a los cuquilleros.
Los que somos devotos de esta modalidad lo seguimos teniendo muy claro, como tú y Don José Cuenca.
Recomendaría al Sr. Empedernido que leyese el libro de este último, a ver si se queda con algun apunte.
Un abrazo a todos los jauleros.
Sierra
Estar sentado 2 horas en un metro cuadrado mirando por una tronera que lo mas que ves son 5 metros cuadrados se le llama caza selectiva,que alguien me explique que tipo de caza selectiva es matar al pajaro valiente,el pajaro que defiende hasta la muerte su territorio.La respuesta me la se!! ese es el pajaro viejo de la zona,el que no deja criar a los jovenes,y pregunto yo,quien dice que ese es el pajaro viejo y cascon? como se puede saver la edad de un pajaro matado en el campo?.
El otro dia en la feria de la perdiz de mi pueblo (San Jose del valle)en la charla de presentacion de la feria un sr.de la Federacion de Caza Andaluza decia que no se le podia llamar celo al celo,ya que esa palabra no gusta al publico,como le llamamos?todos los que conocemos la caza del reclamo sabemos que todo va segun el celo del campo y si no hay celo no hay pelea.Quien cuenta las pajaras y pajaros que hay en un coto?como se sabe que un coto tiene mas pajaros que pajaras?quien cuenta los pajaritos que cojen los furtivos en verano para luego venderlos para el reclamo?quien cuenta las nidadas que se llevan los furtivos para sacar pajaritos con gallinas y venderlos para el reclamo? quien cuenta los pajaritos que se mueren en los cajones de los furtivos y no llegan a reclamo?quien cuenta las vandadas de pajaros cojidas por la noche con el arte en las primeras aguas para vender los machos para el reclamo? Y QUIEN ME CONTESTA ESTAS PREGUNTAS?.
El reclamo,los ojeos,la becada a la espera,las monterias,matar un benao en la berrea,la caza con huron con red,matar en un comedero...deportivamente no es caza.
Esta es mi opinion,y conozco muy bien la caza con reclamo.Me gusta la caza,lo deportivo y lo no deportivo,lo legal y lo no legal.
Saludos para el que los quiera.
Pedro Perez.
Practicante de la caza sin Muerte
Hace años la sorda se mataba al paso (una modalidad de caza ) .Hasta que fue prohibida.
si continuamos asesinando la caza, dentro de muy poco no quedara donde salir a cazar una sola pieza con el pobre perro.
La perdiz con reclamo es algo parecido a la de matar sordas en los pasos. No tienen ninguna defensa y se matan el cien por cien .
La perdz en su campo y la la sorda en su monte tiene una defensa.
Cuesta mucho mas cazarlas y se matan menos.
Por poner un ejemplo de lo que mas conozco :
una sorda cuesta cazarla de tres a cuatro horas en el monte, mientras que en los pasos se matan en diez minutos . Algo parecido a la perdiz con reclamo que no tiene escapatoria .
Un saludo a todos los cazadores con perro de muestra que respetan la caza y por el bien de todos.
¿Es esto cazar? para mi no lo es, ni lo será nunca,cazar es actuar en igualdad de condiciones con el animal y en su terreno y "ganarlo" si somos capaces por nosotros mismos.Si esto no es así ¿No será que la pieza a sido mejor que nosotros?.¿No es suficiente ventaja nuestro perro, nuestra arma y nuestro instinto? ¿Tenemos que buscar siempre una posición de superioridad declarada respecto a la pieza? Que gratificación tiene esto.Pienso que no hay situación que mas llene a un cazador, que salir al monte, acechar a su pieza y abatirla sin escondites, sin rifles de 300 mts. de alcance, que la pieza sepa que estamos allí y actúe con su instinto, que el lance sea de poder a poder y si somos capaces de abatirla excelente, si no, aceptar nuetra "derrota" y aprender de nuestra pieza huída.
Quiero pensar que esta forma de entender la caza es la de la mayoría del colectivo y también me gustaría pensar que es la forma más respetuosa que tenemos para realizar una selección natural de los mejores animales y de los mejores cazadores.
Un ilusionado con la caza que siempre he vivido en mi familia y que pretendo inculcar a mi hijo. Una TRADICIÓN de siempre.
En cuanto a las poblaciones perdiceras, siempre excasas, lo importante es cuantas se matan y no hacerlo en exceso, lo mismo dá si se hace en ojeo, reclamo, mano, guerra galana, etc.
Un saludo para todos.
Al leer el articulo de D. Miguel Torres me vino a memoria uno de los Mandamiéntos de mis queridos y admirados ancestros: "Nunca dispares a un animal estático".
Escribo desde Canarias dónde no está bién visto dentro de nuestro colectivo y buenas costumbres transmitidas disparar sobre un animal inmóvil o estático.
Saludos.
A1
El que conosca el tema que opine.
Fdo. uno que las practica todas.
Saludos.
Creo cazador empederndo de modalidades que no comparas a tus piezas como humanos, solamente las del reclamo. Creo que los aficionados a este ARTE merecemos una disculpa.
Me ha encantado tu artículo, conoces el tema y la historia del perdigon en profundidad, (aunque tu seudónimo no se corresponda con tu personalidad escritora). No me gusta entrar en polémica, maxime cuando llevamos varios siglos debatiendo la caza del reclamo. Por favor, dejennos en paz a aquellos debotos de San Antón, que despues de mimar nuestros reclamos durante once largos meses, conseguimos disfrutar varios días cada temporada y abatir algunas perdices, a costa de fastidiar nuestras posaderas
APARTE LOS BUENOS PAJAROS PARA EL PUESTO SON LOS CONSEGUIDOS EN EL MONTE (HUEVOS, PERDIGONES). LOS DE GRANJA ES RARO QUE SALGA UNO BUENO.DICHO POR ELLOS
MISMOS. QUIEN VA A TENER LA VALENTIA DE RECONOCER ESTO EN PÚBLICO. NINGUNO. SIEMPRE INTENTO SER RESPETUOSO CON EL TEMA, PERO NO SE PUEDE DEFENDER LA MODALIDAD BASANDOSE EN QUE ES LA QUE MAS SATISFACION PRODUCE, LA QUE MAS ME GUSTA, LA QUE MENOS MATA ETC......
DECIROS A LOS COMPAÑEROS CUQUILLEROS, QUE ME GUSTARIA DEFENDAIS ESTA MODALIDAD CON MOTIVOS ECOLOGICOS Y NO CON LA SATISFACCIÓN INDIVIDUAL.
SALUDO, SUERTE, Y RESPETO HACIA TODAS LAS OPINIONES.
Vd.comenta qye el enemigo del cazador no es el ecologista, si no el furtivo.
Le doy la razon en lo concerniente al furtivo, pero le aseguro que el peor enemigo que tenemos los cazadores (sobre todo los aficionados al reclamo) son los propios cazadores empedernidos como Vd. que desconociendo por completo esta modalidad se atreve a condenarla de esta forma.
Ya es hora de unirnos todos los que sentimos la aficion de la caza sea la modalidad que fuere y intentar que los politicos que siempren actuan por los votos sientan una gran preocupacion a la hora de dctar leyes en contra nuestra.
Mucho me temo que si seguimos asi de desunidos nos iran reduciendo poco a poco hasta que no tengamos donde ni como cazar.
Que conste que he practicado todas las modalidades de caza y para mi todas merecen el mayor respeto.
Me parece muy bien que cada uno sea libre de comentar lo que le apetezca pero que no sea pa desunirnos.
UN SALUDO

«El enemigo del cazador no es el ecologista, sino el furtivo».
«No hay mejor ecologista que un verdadero cazador».
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