El futuro de Los Verdes

La caza está fuera del debate político. No se me ocurre que, a corto o medio plazo, algún programa electoral le pueda dedicar al fomento de la caza más de un párrafo, además muy genérico y para no quedar mal con nadie. En cambio, estoy absolutamente convencido de que están al caer no una sino varias propuestas políticas contrarias a nuestro deporte. Los cazadores somos muchos, sí, pero desorganizados. En cambio, los ecologistas no se sabe cuántos son, porque su actividad no requiere licencia, pero hacen mucho ruido.


Más pronto que tarde, Los Verdes será una fuerza con cierto peso en España. Basta mirar a nuestro alrededor y así descubriremos que cuentan con 51 diputados en el Bundestag alemán, sobre un total de 614; que en Italia ocupan 16 de los 630 escaños de la Cámara y que en Suecia copan 19 de los 349 sillas del Riksdag. En Francia, Los Verdes tienen sólo 3 escaños sobre 577, pero esto es debido al sistema de elección por circunscripciones. En la primera vuelta de las legislativas de 2002 el partido Verts obtuvo 1,1 millones de votos y en la segunda 678.000, prácticamente los mismos que el Partido Comunista que, por acumular sus votos en pocas circunscripciones o provincias, logró 21 diputados. En España esto no es así, todavía. En el Congreso de los Diputados hay un solo diputado de Los Verdes. Se trata de Francisco Garrido, el secretario general de dicha formación en Sevilla, que concurrió a las generales en la lista del PSOE, por un acuerdo puntual. Lo cierto es que después de tres años se siente ninguneado por sus propios compañeros del grupo socialista. Opino que pronto se producirá un cambio y Los Verdes asumirán un papel de mayor peso, en consonancia con el resto de Europa. Lo creo así por tres factores, fundamentalmente: el primero, que han logrado desvincularse de IU, que tiene un proyecto más comunista que ecologista; el segundo, la diversificación de las opciones de izquierdas ajenas al PSOE, con el estancamiento y la desfragmentación de IU; el tercero, la concienciación o el miedo ciudadano sobre el cambio climático y sus efectos. Su propuesta tiene mucho que aportar al espacio político, pero se corre un riesgo serio: que alguna fuerza mayoritaria, impelida por la necesidad de sumar votos para gobernar, les firme un cheque en blanco y patente de corso para perseguir la caza. Por eso quizá sea ahora el momento para andar despiertos.
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