«Una sociedad democrática avanza cuando prohíbe»

Da qué pensar. La frase en cuestión es fruto de una de esas mentes preclaras predestinadas a salvar humanidades varias con la razón, su razón, por bandera, imponiendo, que no razonando, sus razonamientos: ¡O tragas o deglutes!


La ley de las minorías mayoritarias campa por sus respetos y el que no… ya sabe, contra más llore menos mea. Y eso que el ‘señor’ Puigcercós, autor de semejante estalinista axioma con el que abrimos esta disertación, es progresista, liberal, republicano y de izquierdas ¡Manda… de esos, si Marx o Engels levantaran la cabeza! Aunque daría para unos cuantos cientos de páginas el indagar en la mente de tanto moralista, salvador, preclaro y descerebrado –cuyo único objetivo no es otro que el de seguir montados en la burra sin doblar el espinazo?, no es cuestión de entrar a su trapo, aunque, la verdad, ganas dan de promover una de sus ILP, Iniciativa Legislativa Popular, entre los de aquí, para preguntar si queremos que se queden, aquí, algunos de los de allí. Si he sacado a cuento semejante ‘democrático’ disparate, no es sino porque fue pronunciado a raíz de la ya famosa votación que prohíbe, cómo no, la Fiesta Nacional, en una parte del suelo patrio, que, por lo que se palpa, quiere dejar de serlo. Y si realmente, siendo pragmático, me preocupa –aparte de por el afán prohibicionista de esta banda de mesiánicos redentores que nos está tocando sobrevivir? no es por otra cosa que por la parte que me toca. Que nos toca. Las primarias reacciones, tras lograr lo de los toros, de esos que andan como locos por hincarle el diente a esto lo nuestro, muy crecidos ellos con su ‘triunfo’, fueron las de ponernos en la cruz de su visor y azuzarnos a las hienas de la ILP. Creo recordar, como aviso para navegantes, que cierto grupo de ecotontólogos en movimiento ya tiene una página en la internete recogiendo firmas contra nuestra actividad. Pero lo que realmente empieza a tener visos de alarma es que, por momentos, ya no son sólo los chupa subvenciones los que se despelotan en aras de sus hipócritas ideas –y digo lo de hipócritas porque defender a los toros eliminando la lidia no es sino querer acabar con ellos y porque si están en contra del maltrato animal, como dicen, ¿por qué no han prohibido también sus famosos correbous? ¿O no??. En los días siguientes a la polémica prohibición taurina e indagado en casi todos los ‘comentarios’ de casi todos los artículos relacionados con el tema, he leído muchas opiniones de esas que aparecen de corrido en muchos programas de la tele, he sondeado las páginas de los animalistas animales, de los ‘ecologistas sandía’, de los protectores de los excrementos del escarabajo pelotero y de los defensores del colorín patirrojo de la Cochabamba, entre otros cientos defensores de lo indefendible, y en todos, y todos es todos, las muchas opiniones, y muchas son muchísimas, la coincidencia generalizada es que ahora le va tocando el turno a la caza. Pero lo que más me aterra, y dicho queda lo del terror, es que ya no son cuatro esperpentos despelotaos los que expresan sus opiniones. Ahora, tras su ‘flamante triunfo’ con la ILP de la tauromaquia, los que opinan son albañiles, amas de casa, fontaneros, ejecutivos, estudiantes y abuelas haciendo calceta. Cuando vi por primera vez lo de la ILP antitaurina pensé: «¡Ya están los cuatro de siempre con sus protestas en cueros!». Del resultado final ni les hablo. Si a todo esto le sumamos la oportunidad política, que está a la que salta, como no espabilemos un poco, y visos hay de que no lo haremos, podemos empezar a creernos lo del chiste de Juanito, el del mechero: «¡Date por jodido!». Las desafortunadas declaraciones de Núñez Feijoó, presidente de la Xunta de Galicia, cuestionando hasta la legalidad de la caza (aunque parece ser que luego las ha matizado ?tras la reacción de los cazadores? y donde dije digo…), son una muestra palpable de que la espada de Damocles de la ILP está empezando a pender por encima de nuestras cabezas. Y, o la hacemos o nos la hacen. No puedo resistirme a la tentación, para finalizar, de responder a semejante parida, la del Puigcercós, con un gran latinajo, muy arraigado en el acervo popular: Quod natura non dat salmantica non praestat. Pues eso, senyor Juan. Publicado en la revista Caza y Safaris del mes de septiembre.
Comparte este artículo

Publicidad